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cinco años de coherencia y legalidad

cinco años de coherencia y legalidad

los presupuestos del Ayuntamiento de Gandia para el año 2020 han echado a andar tras su aprobación el pasado jueves 27 de febrero por el Pleno municipal. A diferencia de los presupuestos ilegales que el PP presentó entre 2013 y 2015, con el actual equipo de gobierno ya son cinco los proyectos aprobados desde 2016 y todos ellos tienen como denominador común: la legalidad, ya que tanto el Ministerio de Hacienda como la Intervención Municipal así lo han refrendado. Atrás quedan los oscuros años de martingalas presupuestarias donde ni se consignaba todo el gasto en el que se iba a incurrir y, además, se inflaban unos ingresos que jamás se iban a producir. El resultado de esa pésima praxis presupuestaria tiene cuantificación: 140 millones de euros más de deuda en cuatro años, a razón de casi cien mil euros diarios. Nunca en la historia de esta ciudad ningún gobierno había endeudado tanto a Gandia en tan poco tiempo. Tal cual.

El presupuesto recién aprobado es el primero de la actual legislatura y siempre resulta ser el más costoso de articular al tener la necesidad de encajar las cuentas municipales en las competencias inherentes al nuevo organigrama corporativo. Además, el hecho de tener que salvar la fiscalización Ministerial es un tiempo de demora añadido respecto a otros municipios que no están intervenidos, como es el caso de Gandia. Con todo ello, aprobarlo en febrero es una buena señal para los próximos ejercicios ya que este presupuesto marca las líneas generales del resto de la legislatura y los siguientes serán, en teoría, más fáciles de definir. Y ello nos lleva al segundo calificativo presupuestario: es realista.

Y es realista porque recoge todos y cada uno de los gastos previstos y su correspondiente fuente de financiación en las partidas de ingresos. El presupuesto recién aprobado va a mejorar los servicios públicos básicos con una inyección presupuestaria adicional; generará oportunidades económicas con el incremento significativo en las partidas para Comercio y Turismo; dotará a Gandia de infraestructuras deportivas renovadas y avanzará en la finalización de polígonos y urbanizaciones inacabadas; aumenta en un veinte por ciento las ayudas destinadas a los servicios sociales para proteger a los más vulnerables; cumplirá con todas las asociaciones culturales, sociales y deportivas a través de las subvenciones; consolidará a Gandia como el referente cultural que históricamente ha sido; nos introducirá en la era de la transformación digital con un proceso progresivo de acercamiento a una Smart City y, también, seguiremos pagando la pesada deuda que todavía queda pendiente.

Con los cuatro presupuestos de la legislatura anterior la reducción de la deuda fue de 70 millones de euros y en ésta la disminución acumulada superará los cien millones desde que el actual gobierno rige los destinos de Gandia. Por otra parte, los proveedores ya hace tiempo que cobran en tiempo y forma con lo que la administración pública ya no es una rémora morosa para la pymes y micropymes de nuestro entorno. Nada ha destruido tanto tejido productivo en Gandia como los impagos reiterados a las empresas en los cuatro años de gobierno del Partido Popular.

En definitiva, se acaba de aprobar un presupuesto que moldeará, de nuevo para bien, las finanzas de nuestra ciudad durante los próximos ejercicios de la legislatura recién estrenada y nadie podrá reírse de los gandienses como esos incompetentes que no saben hacer presupuestos legales. Ya no seremos motivos de mofa ni befa ni tendremos que avergonzarnos como ciudadanos de Gandia de tener un gobierno que no sabe lo que lleva entre manos. Gandia ha dejado de ser «la ciudad cretina», que tan acertadamente la calificó Pau Rausell hace seis años, y quiere dejar atrás tanto el ambiente tóxico e irrespirable que se había instalado a nivel institucional, como las actitudes «macarras» (sic, Gonzalo Morant) e irresponsables del anterior ejecutivo.

Aunque estemos en tiempos de modernidad líquida, tal como indicaba Bauman, se espera algo más de consistencia y coherencia del principal partido de la oposición que exigir ahora todo aquello que cuando gobernó fueron incapaces de llevar a cabo. Escuchar y soportar la envarada perorata de Soler sobre la necesidad de aumentar la partida para amortizar la deuda municipal cuando, en sus días de vino y rosas como gobierno, se batieron todos los récords de endeudamiento, es de vergüenza ajena y suena más a postureo y bien queda que a una propuesta realmente seria. Consejos vendo que para mí no tengo. Ya lo dijo Tarradellas: «en política se puede hacer de todo, menos el ridículo». Pues eso.

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