Dora Salavert y Bea Escrivà, responsables de Proactives, la consultoría de igualdad, están convencidas de que algunos ayuntamientos han contactado con ellas «por obligación», es decir, porque la ley impone que las administraciones dispongan un plan de igualdad. Pese a ello, con el paso de los meses y el trabajo codo a codo con los representantes públicos han detectado que «hemos conseguido ilusionarles con este proyecto». Con su trabajo, han logrado que los más escépticos acaben creyendo en el plan de igualdad como una herramienta para adaptarse a una realidad donde los hombres y las mujeres son iguales. «Hemos visto que tanto los responsables políticos como los funcionarios asimilan muy bien los conceptos e incluso se van corrigiendo entre ellos cuando detectan que algo no se ha hecho de manera correcta», explica Dora Salavert. Esto es porque el lenguaje inclusivo es otra de las patas del plan de igualdad. «Notamos que aunque arranquen sin ganas, por obligación, acaban ilusionando con el proyecto cuando habla con nosotros. Al final, acaban entrando en la dinámica del trabajo». Y es que, indican, «es muy difícil que se alcancen los objetivos si el ayuntamiento no se lo cree».

Proactives realiza un seguimiento para comprobar que se van cumpliendo los parámetros. «Hay un plan de seguimiento y evaluación anual y otro de evaluación al final de los cuatro años, que es cuando se revisa», explica Bea Escrivà, que asegura que «damos un tiempo de margen para que vayan asimilando y adoptando conceptos».