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La dura travesía de La Góndola

La dueña de la pizzería de Gandia víctima de bulos en redes sociales después de que sus dos hijos enfermaran por coronavirus relata cómo los rumores han perjudicado al negocio - Clara confía en remontar y recuperar la clientela

La dura travesía de La Góndola

Fue el primer establecimiento público en Gandia que fue blanco de los bulos, difundidos por Whats App y redes sociales, en esta nueva época de los rebrotes de coronavirus. El restaurante-pizzería La Góndola, ubicado junto a la plaza del Prado, reabrió el fin de semana del 25 de julio, después de estar varios días cerrado temporalmente. Su dueña, Clara Luz Tusa (60 años), decidió aislarse y clausurar el local, después de que dos de sus tres hijos, de 26 y 29 años, dieran positivo en covid-19, dentro del brote notificado por Sanidad a mediados de este mes en la capital de la Safor.

Sus hijos ya están bien, con resultados negativos, tras pasar los primeros tres días con amigdalitis y fiebre. Pero hasta que no tengan la segunda confirmación por PCR están aislados en sendas habitaciones de la casa en la que conviven con su madre. Y eso, a Clara, es lo que más le importa. Ella también dio negativo, pese a que no dejó de atenderles, adoptando las medidas de seguridad pertinentes, como mascarilla, guantes y limpieza constante del baño y las estancias comunes.

Pero Clara no oculta su indignación por la «campaña de acoso y derribo» que han tenido que soportar ella, sus hijos, y el único trabajador del local, Mohamed, desde que el pasado lunes, 13 de julio trascendiera, tanto en redes como en algunos medios de comunicación locales, el nombre del restaurante como supuesto foco del contagio.

«Enviaron por Whats App las fotografías de mis hijos, dijeron que el coronavirus estaba en la pizzería, incluso que yo misma estaba ingresada en el hospital», narra. Esa presión pudo con ella y le obligó a difundir un comunicado el jueves, 16, asesorada por un abogado. «Los ataques en redes sociales han sido desproporcionados, gratuitos, excesivos e injustos, y me han ocasionado una situación de ansiedad extrema, no descarto emprender acciones legales», decía la nota, en la que desmentía que sus hijos estuvieran trabajando en el local en los días previos al inicio de síntomas.

La historia se remonta al jueves anterior, el 9 de julio. Su hijo menor pretendía acudir a la pizzería para ayudar, por la tarde, pero le llamó a su madre diciéndole que no iría porque se encontraba mal. A la mañana siguiente el hijo empeoró, y es cuando saltaron todas las alarmas por un posible caso de covid-19.

Todo apunta a que el virus se propagó en un pub de la playa, donde trabaja ese mismo hijo de Clara. Y el hermano, en casa, acabó contagiado. El lunes 13 Clara cerró la pizzería voluntariamente, por precaución. Mientras los rastreadores de Salud Pública hacían sus investigaciones, tanto ella como los chicos informaron de la situación a clientes del restaurante, contactos y amigos. A partir de ahí se extendieron las verdades, las medias verdades, y las mentiras, que tanto daño están haciendo al negocio. Pero no todo han sido comentarios despectivos. «Estoy muy agradecida al ayuntamiento, y en concreto a Liduvina», apunta, en referencia a la concejala de Sanidad, por las gestionadas realizadas para que pudiera reabrir el restaurante con total seguridad tras la cuarentena autoimpuesta.

También Clara encontró un rápido respaldo de la asociación comarcal de hosteleros, DestíSafor, a cuyos protocolos se había acogido La Góndola desde la desescalada. El jueves 16 emitieron un comunicado y algunos miembros le hicieron una visita y se fotografiaron con ella.

El viernes, 17, ante la inquietud que estaba generando el brote de Gandia, comparecían en rueda de prensa la alcaldesa, Diana Morant, el vicealcalde y los concejales de Sanidad y Seguridad Ciudadana. El objetivo era lanzar un mensaje de tranquilidad. Pero en ese mismo acto la alcaldesa pidió no estigmatizar ni a los infectados ni a los negocios donde trabajan: «El virus está en las personas, nos puede pasar a cualquiera. Por eso cuando se produce un positivo las personas del entorno deben guardar cuarentena, pero ni el ayuntamiento ni Salud Pública han cerrado locales».

Por otra parte, son numerosos los comentarios de ánimo en el perfil de Facebook de este negocio familiar. Ahora, lo ideal sería que esos «likes» se transformasen en una comida, en una cena, en definitiva una consumición en el establecimiento. La Góndola es, sobre todo, una pizzería, pero también ofrecen servicio de comida y merienda. Incluso tienen en la carta ceviche, como guiño a la gastronomía ecuatoriana.

Pero desde que ha reabierto apenas hace caja. «Nos miran como si estuviéramos apestados», se lamenta Mohamed. «El sábado, sólo una mesa de seis personas», añade Clara, quien confía en que esto sea transitorio. «He sufrido mucho estos días de manera injusta pero quiero salir de esto, levantarme, por mí y por mis hijos, y por todos los locales de hostelería que cumplimos, creo que juntos lo conseguiremos».

Tras La Góndola hubo más negocios en Gandia que tuvieron que cerrar temporalmente por haberles salpicado, directa o indirectamente, el coronavirus. Y, seguramente, llegarán más en el futuro. Quizá para entonces la sociedad gandiense ya sea más comprensiva con personas como Clara.

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