Durante el novenario en su honor, la imagen de la Mare de Déu del Rebollet presenta este año, como novedad, el manto tradicional de rogativas, el más antiguo de los que se conservan desde el comienzo de su devoción, que se ha colocado a sus pies para que los fieles que lo deseen puedan pedir que cese cuanto antes la pandemia de la covid-19.

«La parroquia y la comisión de fiestas decidimos colocar este manto debajo de la imagen de la Virgen para que nos proteja y cese cuanto antes la actual pandemia del Coronavirus», señaló a este periódico el sacerdote Fernando Cremades, titular de la parroquia de Santa Maria la Major, donde la talla de la patrona de Oliva se encuentra estos días.

El manto morado es la pieza más antigua que se conserva de vestir esta imagen. Es el manto penitencial fechado, según el historiador Francisco Cots Morató, en el año 1769. Fue regalado, junto con su túnica, por mossén José Vicente Vives, como aparece en la inscripción grabada en la misma tela.

Según se estima, ese manto se hizo para vestir a la imagen de la Virgen en las rogativas que solían realizarse durante las plagas, como la de la cucaracha, las epidemias, pero también durante las épocas de sequía. De ahí se deduce que se utilizara el color morado, que tradicionalmente simboliza el sufrimiento y penitencia, como el de la imagen del Nazareno durante el Calvario.

Los mantos de la Mare de Déu del Rebollet tradicionalmente se encuentran expuestos en el Museu Parroquial de Santa Maria la Major y adoptan la forma triangular, tan frecuente en las imágenes marianas españolas, por lo que a las tallas que han sido vestidas de esta manera se les ha llamado imágenes de «alcuza».

No hay que olvidar que Nuestra Señora del Rebollet era venerada en una de las capillas del Convento de los Franciscanos de Oliva, orden que fue siempre defensora celosa del dogma de la Purísima. Ello hace pensar que probablemente fueran los franciscanos los que eligieron los símbolos bordados de este manto.

En la parte central se encuentra el templo del Espíritu Santo, tomado de una de las cartas de San Pablo, con el que se ha identificado a María por concebir sin perder la virginidad. La fuente y la escalera están a los lados. Esta última se aplica a la Virgen por ser intermediaria entre el cielo y la tierra. En el centro de la túnica aparece la estrella de ocho puntas, bordada en hilo de plata.