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Así se vive en pueblos sin coronavirus

Benifairó de la Valldigna y Beniflà son, junto a Guardamar de la Safor, los municipios que no presentan ningún contagio desde que se inició la pandemia Sus vecinos y vecinas se muestran cautos y lo achacan a la suerte y al cumplimiento de las medidas

Así se vive en pueblos sin coronavirus

Benifairó de la Valldigna y Beniflà, además de que contener las cinco primeras letras de su nombre idénticas, comparten algo más en estos momentos. Ninguno de los dos ha registrado casos positivos de coronavirus desde que estalló la pandemia, allá por el mes de marzo. Al menos hasta ayer y a la espera de que hoy se conozca la actualización de datos. Sus vecinos y vecinas se muestran satisfechos y extrañados a partes iguales pero, al mismo tiempo, hacen un ejercicio de realismo. Son conscientes de que el «bicho» puede entrar en algún momento, es más, algunos están seguros que es cuestión de tiempo. Hay quien piensa incluso que el virus ya corre por la localidad, aunque no se ha detectado porque no se han hecho pruebas. Son conversaciones de barra de bar, conjeturas, porque los datos oficiales hablan de cero casos. Levante-EMV comprobó ayer cómo se vive en dos pueblos donde parece que, a la entrada, se haya instalado una barrera mantiene a raya al coronavirus. Son, por el momento, la resistencia. Es media mañana y en las calles se respira de Benifairó se respira lo más parecido a la paz. Por el casco viejo manda el silencio y hasta se oye el canto de los pájaros. ¿Será tal vez por vez por eso que los vecinos y vecinas no se contagian? Los pocos que transitan comparten dos características: van equipados con sus mascarillas y han superado la barrera de acceso a la tercera edad. Por fin se escucha algo de bullicio. Es un horno. Allí, María Ferrandis, de 76 años, es muy clara al asegurar que «si no hay coronavirus en Benifairó es porque no nos ha tocado», una afirmción que tiene que ver con lo divino. La mujer señala que en su caso y el de muchos otros vecinos y vecinas «hemos seguido haciendo vida normal porque no tenemos otro remedio» y asegura que «aquí somos muy cumplidores y cumplimos todas las medidas de seguridad». Crisanta, la dependienta, coincide en todo y reconoce que, aunque en el municipio está libre de virus «no se vive tranquilo como antes, hay miedo a contagiarse».

Mientras María recibe los enseres que ha adquirido, fuera esperan varias mujeres. El cumplimiento del aforo en el horno es estricto y nadie entra si otro cliente o clienta no sale. No hay que hacer concesiones al virus. Luego, una pequeña charla con mascarillas y distancia y cada una a su casa. Porque, como dice Encarna Gil, otra vecina, «ahora ya no nos juntamos mucho con nuestros amigos y amigas y por eso no se contagia nadie». La mujer, que también supera los 65, va con una amiga a, como ella lo llama, «fer una furtà», es decir tomar un café. Lo dice como si fuera un pequeño pecado en un momento en el que no mantener el contacto social es lo más recomendable. Porque «la gente mayor no salimos nada de casa desde que está el coronavirus», algo que reafirma su acompañante, quien además añade, a modo de reflexión que «la gente joven es la que no entra». José Vicente Blasco apunta otro motivo por el que en Benifairó no se han registrado contagios: «Nos cuidamos muy bien» porque «todas las medidas que nos dice el ayuntamiento las cumplimos a rajatabla». Callejeando por el municipio es fácil escuchar el murmullo. Viene de la plaza Pintor Sorolla, donde hay un bar. Allí, una quincena de personas llena dos mesas. Curioso, a diferencia de lo que ocurre habitualmente, todas ellas llevan la mascarilla puesta pese a estar almorzando. Paquita Palomares hace de portavoz de su grupo de amigas, todas de la tercera edad, y dice que el motivo de que en Benifairó no haya coronavirus es que «vamos a la ley», es decir, que cumplen de manera estricta con las normas de seguridad. «Tenemos miedo porque podemos coger el coronavirus, lo puede coger cualquiera». Y resalta un detalle a tener en cuenta: Benifairó se salva a pesar de que en sus municipios vecinos, tanto Simat como Tavernes, sí que hay casos. Pero aún hay más. En temporada alta de la campaña citrícola al municipio llegan decenas de trabajadores y trabajadoras cada día a los almacenes, además, hay empresas con varios centenares de operarios. Pese a ello, mantienen el virus a ralla, una señal de que también en las mercantiles se están cumpliendo los protocolos contra el covid-19. El alcalde, Josep Antoni Alberola habla de varias claves. Una, «probablemente la que más peso tiene, es la suerte porque en el municipio hay movilidad y pese a ello no ha habido contagios». En segundo lugar remarca que «hay mucha gente mayor y todos tenemos mucho cuidado. Aquí en todas las casas hay personas que tienen familiares mayores y tienen miedo a que se contagien, por eso existe mucha concienciación», explica Alberola. En tercer lugar, prosigue, «desde el ayuntamiento se han seguido escrupulosamente todas las medidas sanitarias que nos han impuesto» y, además, «no se ha organizado ningún acto que supusiera movimiento de gente ni tampoco se ha autorizado». Alberola también señala que en los parques « hay más precaución». Pese a todo, el alcalde lanza un aviso: «en cualquier momento puede entrar el virus en el municipio y afectar a mucha gente». En ese aspecto aseguraba que «el día que llegue puede ser que se quede en unos pocos casos o que acabemos como en Benigànim». La siguiente parada es Beniflà. Por momentos parece un pueblo desierto.

En sus calles parece que no haya habido desescalada, que los vecinos y vecinas sigan confinados, por obligación o por responsabilidad propia. Hace falta pasear varias calles para encontrarse con alguien, a excepción de algunos albañiles que trabajan en una obra. Ante la puerta del ayuntamiento, por casualidad, el alcalde, Borja Gironés, quien, bromeando, niega que el municipio esté autoconfinado y dice que la gente «sí que sale». Habla con una vecina, que dice que «es cierto que es un pueblo con pocos habitantes pero en el que hay mucho espacio. Tenemos plazas grandes, parques grandes, un paseo muy largo. Entonces es fácil no encontrarnos unos con otros». Además, asegura, «la gente está muy concienciada porque durante el tiempo de confinamiento salíamos a los balcones y hablábamos de la peligrosidad de este virus y de la gente que ha fallecido, por eso somos muy conscientes». La mujer explica que «la gente sigue saliendo igual que antes», aunque lo hace «con mucha más cautela, huyendo unos de otros». María Morant dice que hay mucha gente como ella, «que no salimos a la calle. Todos tenemos mucho sentido común, la gente se porta bien y el alcalde también», indica. La mujer alaba el servicio que el ayuntamiento ha dado a todos los vecinos y vecinas con reparto de mascarillas, compra a las personas mayores, etc. César Torres opina que «la gente respeta las medidas impuestas» y coincide con su vecina en que «el ayuntamiento ha puesto muchos medios para evitar los contagios». «Vas al bar y ves que todos respetan la distancia y los propios dueños avisan a los clientes si ven que se pierde la distancia», señala. Guardamar de la Safor es el tercer municipio sin contagios. Al menos así lo dicen los datos de la Conselleria de Sanitat del pasado martes porque en la actualización del viernes anterior sí que aparecía registrado un infectado acumulado, que después desapareció. Se debería, probablemente, a un error.

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