Leo con detenimiento, per damunt, damunt, que la primera cámara fotográfica la inventaron unos franceses y además hermanos, Charles y Vicent Chevalier. La fabricaron de madera en 1826. Hasta el día de hoy, se ha demostrado que fue un gran invento. Este periódico sin fotos, seguiría leyéndose porque es muy bueno pero con ellas, le da «otro toque» más cordial. Ya lo dijo el poeta noruego Henrik Ibsen: «Una imagen vale más que mil palabras».

Tal importancia ha tenido la fotografía en la historia de la humanidad que entre otras cosas, ha estado presente en las dos guerras mundiales. Se retrataron muchas celebridades, algunas de ellas míticas como Albert Einstein, Charlie Chaplin, Che Guevara y al icono sexual por antonomasia, Marilyn Monroe. Para la ciencia y el cine fue clave.

En Gandia, como fotógrafos sobresalían a un gran nivel Pedro Laporta y V. Ibáñez, los dos en la calle Major. En la Gran Vía de Madrid tenía su estudio otro Ibáñez conocido como el fotógrafo de los artistas. Su firma era idéntica al de Gandia. Siempre he creído que eran familia pero nunca lo pude aclarar. Mi primera foto con corbata, la de gomita, me la hice en uno de la calle Major, encima de la pastelería Montaner. Mi amigo Alfredo Díaz, un erudito sobre Gandia, me cuenta que ese también se llamaba Laporta, era tío del famoso Pedro. De los nuevos, lamento no conocerlos a todos pero seguro que son muy buenos. Yo tengo debilidad por Víctor Cucart y Natxo Francés, hijos de mis amigos Dimas, ya fallecido, y Vicente, dos excelentes personas. No me olvido de los grandes fotorreporteros: el grauero Àlex Oltra y el cariñoso Ximo Ferri. Ahora, para apasionado de la fotografía en aquellos tiempos y en los actuales, el escritor José Miguel Borja.

Con las fotos de los smartphones nos hemos olvidado, y mucho, de las cámaras de toda la vida. Aún existen, y muy caras por cierto. La sueca Hasselblad y la alemana Leica son las mejores. A la zaga, las japonesas Canon, Sony, Fuji, Nikon... No me quiero olvidar de la instantánea Polaroid y de las desechables Kodak y Agfa, estas dos cada vez más en desuso.

El Máster de fotografía que acabo de exponer me viene como anillo al dedo para seguir escribiendo sobre el amor desmesurado a las fotos de todos nuestros políticos. Se vuelven loc@s posando. Les encantan los flashes.

En Gandia no pierden ocasión para posar al más puro estilo photocall y para dar sensación de buen balance, lo hacen con sus mejores galas. Viene Ana Barceló, consellera de Sanidad, y todos escaleras abajo con la alcaldesa a la cabeza a decir ¡pa...ta...ta!. Ahora con la pandemia también «ojitos». Llega el Sr. Colomer, responsable de Turtismo para la entrega de banderas azules y todos para abajo, coches en marcha y a la playa con la pa...ta...ta a cuestas. Si las banderas son españolas, no acuden, todos tienen gripe o virus.

Si llega el presidente de la Generalitat, el Señor Ximo Puig, ya no bajan todos, hablamos del presidente y para eso hay clases. Ahí ya es fácil ver a genuflexos a sabiendas que no saldrán en la foto. Quedan un poco bajitos.

Ceden dos coches para las falleras y de nuevo todos para abajo, y si hay que vestirse de torrentí, lo hacen. Presentan los trajes nuevos de los municipales, y escaleras abajo. Arriban los del barco, coche oficial y al puerto a ver si, de paso, cae alguna cigalita o un pasaje para ir a Ibiza. Viene Javier Fesser, el de Mortadelo y Filemón, a rodar unas escenitas y se arma la marimorena, quieren la foto y además salir de extras.

Unos «amiguetes» hacen una costosa efigie de arena en la playa. ¡Eso sí que es una «patata»! Parece más la entrada de Terra Mítica que el Palau Ducal de Gandia, y la comitiva política allí como estacas draculinas, solo faltaban las cintas para guardar la distancia. Un aprendiz de artista fallero lo hubiera hecho muchísimo mejor y, como diría el exalcalde Torró, a coste cero.

Al virtuoso arenero habitual, el del templo de los cagarritones y del cocodrilo Dundee de diez metros, por ser bohemio y desaliñado, nadie le tuvo en cuenta. Le robaron hasta la sombrilla. A día de hoy aún está esperando a los de la pa…ta...ta. Aunque esta sea para comer.

Si faltaba algún sitio por acudir, este verano mascarilla, inauguran un cartel en la arena con el logotipo de la ciudad. Lo pintan de blanco y azul como al gato de Roberto Carlos. Dicen que es para promocionar la ciudad y se quedan tan panchos.

Es una barbaridad la de veces que los políticos pasan por el photocall. Ahora la mejor pa…ta...ta con muchísima diferencia fue la visita del «icono cultural» español José Luis Moreno. Nada más, ni nada menos que el inventor de personajes como Jaimito Borromeo, Monchito, Macario y Rockefeller el de ¡Toma Moreno...! Se lo comían a besos perdón, a codazos, que el bicho no estaba para bromas. Estos peliculeros, con el cuento de la publicidad para Gandia, aparte de los agasajos y alguna que otra mesa y mantel, nos dejan sin calles y aparcamientos.

Con salir en los títulos de crédito del final de la película ya me conformaría yo. No sé cómo les sentaría a las dos mitades de culturetas del ayuntamiento la presencia de Don José Luis. Muy bien seguro que no. Ellos son más de sardanas y sucedáneos.

Como me gusta estar rogando pero con el mazo dando, les diría a nuestros políticos que no acudan a tanto photocall. Eso es cosa de Banderas, Bardem, Penélope y compañía. Que se pongan a trabajar que ya va siendo hora y a estar más en el Ayuntamiento donde les corresponde. Hay demasiados despachos llenos de patatas calientes y también alguna que otra telaraña.