No tener casa mata. Así lo reza el lema que Cáritas Interparroquial Gandia ha elegido para la Semana de las Personas sin Hogar de este año y lo atestiguan las tres personas que vivían en la calle en la capital de la comarca de la Safor y han fallecido durante los meses de la pandemia. Uno de ellos tenía apenas 30 años. Pero hay más datos que son como para despertar conciencias: desde que en el año 2011 se inauguró el Centre d’Atenció Integral (CAI) Sant Francesc de Borja que gestiona la propia entidad en Gandia han perdido la vida un total de 11 personas sin hogar en la ciudad.

Estas cifras son el retrato de la realidad que viven en su día a día aquellos que, por uno u otro motivo, lo han perdido todo. Porque, como señala el director de Cáritas, Francisco Carrió, enfermedades que pueden tener un diagnóstico menos grave o se pueden tratar o controlar fácilmente, en la calle se vuelven graves. «Las personas que han fallecido tenían enfermedades, pero la enfermedad que tenían no eran motivo para morirse, el motivo está en la calle», señala de forma tajante el máximo representante de Cáritas.

Vivir en la calle

Las personas sin techo están expuestas a elementos que pueden agravar su situación. Carrió, destaca, entre otros aspectos que «sufren mucho de los pulmones», lo que se debe a que soportan diariamente el paso de miles de coches cerca de ellos. Por otra parte, padecen los propios peligros de estar en la calle, solos, de noche y expuestos a los intolerantes. «Una persona que está en la calle sabe que puede sufrir algún susto de alguien en cualquier momento. Cuando duermes al raso, sin nada que te proteja, no sabes lo que te va a pasar dentro de dos minutos y, por muy acostumbrado que estés, no se descansa igual y eso no hay organismo que lo soporte», explicaba Carrió. Luego están las cuestiones climáticas como el frío, que, por ejemplo, provocó la muerte de una mujer el invierno pasado, o el calor. Cáritas ha organizado para hoy un acto de homenaje a las personas sin hogar fallecidos con la plantación de un árbol en el CAI. «De ese modo nos acordaremos todos los días de ellos, que estuvieron aquí», indicaba el director.

Se triplican las atenciones

La pandemia del coronavirus aún ha empeorado más la situación del sinhogarismo en la ciudad de Gandia. Según los datos de Cáritas, entre enero y septiembre se ha duplicado el número de personas que viven en la calle al pasar de 20 a 40. La mayoría son perfiles que han perdido su trabajo por culpa del coronavirus, que viven con escasos recursos o trabajos temporales. Se trata de empleos, por ejemplo, del campo o en hostelería, que este año se han visto gravemente afectados. «Mientras conseguían el trabajo podían pagar una habitación en una vivienda compartida con otras personas en situación similar, ahora no han podido hacerlo y se han visto obligados a vivir en la calle», señalaba Carrió.

Otro ejemplo del tremendo golpe que ha supuesto para las personas más vulnerables la crisis del coronavirus es que el reparto de lotes de comida a los usuarios de Cáritas se ha triplicado durante la pandemia. Desde enero a septiembre se ha pasado de 300 a 934, lo que suponen más de 6.000 comidas en nueve meses, como informaba la coordinadora de Cáritas, Maite Boscà.