Por aquello de no herir las sensibilidades, no siempre razonables, tengo muy difícil dar mi opinión sobre lo ocurrido en Pego la semana pasada. Cuesta entender que cuatro cantamañas actuaran de manera grosera, incorrecta y rayando el delito de apología al nazismo que, supongo, está investigando la Guardia Civil. Caso de haber infracción, que acarreen con las consecuencias. Para eso existe la Ley. Para la del más fuerte, solo hay uno: Schwarzenegger.

Estas movidas, por mucho que se publiciten con slogans como: ¡que vienen los nazis! , ¡ya están aquí los fascistas! o ¡per Pego no passarán!, no dejan de ser gratuitas. Y todo por las ganas «de fer la mà» de unos descerebrados ignorantes acompañados por algún que otro «angelito» pronazi.

Los incidentes podrían catalogarse como violencia visual y verbal, pero poco más. Ni quemaron contenedores, ni agredieron a nadie, ni arrojaron por los aires mobiliario urbano. De hacerlo, hubieran sido detenidos por la Guardia Civil. Y, que yo sepa, no hubo ningún «neo-nazi» arrestado. Investigado, ya se verá…

Nadie discute, por palmario, que lanzaron expresiones ofensivas y banderas al viento a la población pegolina que transitaba por la calle, así como alguna que otra pegatina. De ahí al akelarre que se montó hay un largo trecho que alguien debería aclarar. Esas cosas nunca pasan porque sí.

El ayuntamiento alicantino informó a la prensa que eran veinte o cuarenta ultras. Casi más que socios tiene el CF Gandia CF. Y que en la puerta del campo de fútbol se identificó con simbología «nazi» a una veintena, impidiéndoles el paso al recinto deportivo. Los otros veinte del «Gandiblues», los considerados solo estúpidos, accedieron sin ningún problema. No me queda claro ni la cantidad de gente que había ni qué pasó minutos después con los «nazis». ¿Se fueron a sus casas?, ¿los escoltaron hasta sus coches?, ¿los detuvieron o esperaron a los antidisturbios para evitar males mayores? Me enteré al día siguiente. Evitaron males mayores.

Por la actitud niñata y cerril de cuatro y el de la guitarra no entiendo por qué se desató tanto coraje entre la población arrocera. En pocos minutos el boca a boca y la vía WhatsApp la puso en pie de lucha. El ¡a por ellos!, de nefasto recuerdo, pudo ser su grito de guerra.

Por cuatro o veinte sinvergüenzas y descerebrados tampoco era para el descontrolado motín que se formó. Si no existieran las redes sociales me atrevo a decir que no hubiera pasado absolutamente nada. La policía y Guardia Civil de la zona lo tenían todo controlado y los «alborotadores» estaban a buen recaudo dentro del campo. Si no estoy mal informado todo salta por los aires cuando los ciudadanos de buena fe, otros de no tanta, ya están en las inmediaciones del recinto deportivo en el mismo centro del pueblo.

Ante el cariz que tomaban los acontecimientos venían de todas partes, se solicitó la intervención de los antidisturbios, los UIP. Ya de noche llegaron las furgonetas, conocidas por los manifestantes de antaño como «las lecheras». El ánimo de los policías era controlar la situación de la mejor manera posible, como debe ser, pero se toparon de lleno con el lío mal llamado antinazi en plena ebullición. Allá a lo lejos los proselitistas empezaban a frotarse las manos. Aquello comenzaba a funcionar a la perfección.

Los aficionados del Gandia, incluidos «los fascistas», estaban dentro del campo de fútbol custodiados por la Guardia Civil en espera de poder sacarlos de allí sin ningún riesgo. Fuera, decenas de personas se agolpaban ante las puertas de acceso intentando derribar una de ellas a golpes, a patadas, con lanzamiento de piedras y con otros objetos contundentes. Trapa de alcantarilla incluida. Los gritos y proclamas antifascistas hacían el resto.

Esa grave algarabía provocó lesiones a seis Guardias Civiles, así consta en la denuncia presentada por ellos en el Juzgado. Hubo también un detenido por alteración del orden público y presunta incitación al odio. No era de los ultras gandienses.

Con la que está cayendo que estos sucesos ocurran por unas banderas, unos chillidos y unas pegatinas, me parece de lo más lamentable. La sensatez en la raza humana siempre brilla por su ausencia, y lo peor en este caso, el aprovechamiento partidista que hacen algunos políticos y sus adláteres. Las opiniones sin contrastar de Errejón y Baldoví, que al son de la Gossa Sorda dejan a las claras por dónde van siempre los tiros. El impacto nacional, e incluso el internacional, se ha conseguido pero, las noticias e imágenes que abrieron algunos telediarios no dejaban nada en claro. Alguna cadena llegó a decir que los policías fueron heridos por los ultras de Gandia, y eso tampoco es serio. Como no lo es presionar a Don Jesús Sendra, presidente del CF Gandia, para emitir un comunicado casi pidiendo perdón. Él solo pasaba por allí. Ni era su campo, ni su problema, ni tampoco son sus hijos. Aun así, fue en busca de los cuatro chiflados para llamarles al orden. Lo consiguió al instante. Tampoco pudo evitar la crítica demoledora de un locutor gandiense hacia su persona por lo ocurrido en Pego, mezclando churras con merinas. El pobre Don Jesús, aunque sea duro como una roca, no gana para disgustos.

Termino ya. Esto va para todos. ¡Por favor, dejen ya de reñir, y menos por los políticos y los antis del color que sean! Lo único que nos traen son disgustos y fragmentar al personal. De ahí la famosa frase: «Divide y vencerás», que tanto les gusta a ellos.

¡Ah!, y no se olviden de las mascarillas.