El comedor social de Gandia aumenta su demanda un 15% con la epidemia
La asociación Bunyols Sense Fronteres alerta que escasean parte de sus ingresos desde que las voluntarias han dejado de vender en la calle los buñuelos, una de sus fuentes de financiación

Una cocinera de la asociación prepara platos que luego se distribuirán en raciones. | LEVANTE-EMV / josep camacho. gandia
josep camacho. gandia
La crisis económica y social que deja la epidemia de coronavirus ya está teniendo su reflejo en las entidades benéficas, y en concreto el comedor social de Gandia, que gestiona la asociación Bunyols Sense Fronteres. Los despachos de comida han aumentado desde la desescalada un 15%, superando las 200 raciones diarias que por término medio que suele ofrecer esta entidad, por lo que han saltado todas las alarmas.
La trabajadora social, que se encarga de determinar los requisitos para ser beneficiario del comedor, en función de la renta y las circunstancias personales, no da a basto, y cada día tiene nuevas peticiones para entrar en este circuito benéfico, que a su vez es un ejemplo de eficacia, gracias a la coordinación del voluntariado y la generosidad de los diferentes proveedores y donantes.
La situación empieza a recordar a la crisis económica de hace una década, cuando el comedor social también estaba activo. Desde la asociación calculan que se agravará en los próximos meses, conforme se vayan extinguiendo o reduciendo para muchos las prestaciones sociales.
Con la epidemia están detectando ese nuevo perfil de usuario; el de personas jóvenes que se han endeudado al perder su puesto de trabajo o cerrar su pequeño negocio. También hay quienes no están cobrando ni el ERTE ni el ingreso mínimo vital. «Saben que en Gandia existe este servicio y recurren a él para seguir pagando la hipoteca o los gastos de luz y agua de su casa», comenta Rafael Ripoll, vocal de la asociación.
Cada mañana, de lunes a viernes, por el número 75 de la calle Algepseria pasan decenas de usuarios para recoger su ración diaria, cargados de un «tuper» y bolsas. El viernes hay una entrega doble, para el fin de semana.
La ración se compone del plato de caliente que elabora la cocinera, además de piezas de fruta y verdura. Para los niños se ofrece algún producto lácteo. La epidemia también ha obligado a adoptar medidas de protección frente al virus como refuerzo de la limpieza y desinfección, toma de la temperatura y control de aforo, y asegurar la distancia social.
El comedor social lo creó en el año 2009 el padre jesuita José Puig Miret, que falleció en 2016 a los 92 años. Puig contó desde el primer momento con un equipo de «buñoleras», con Reme Lloret al frente, encargadas no sólo de recaudar fondos con la venta del producto sino de ayudar en la cocina.
Con el tiempo se ha ido ampliando el número de voluntarios. La asociación tiene en nómina a una cocinera y a una trabajadora social. El ayuntamiento aporta unos 40.000 euros al año a través un convenio de colaboración.
De vender buñuelos solidarios a recaudar con Bizum
Una de las fuentes de ingresos del comedor social ha sido la venta en la calle de buñuelos, que cocinaban las mujeres voluntarias de la asociación cada fin de semana, habitualmente desde locales parroquiales de la Colegiata o de la iglesia de Sant Josep. Sin embargo, desde el estallido de la epidemia no salen a vender como medida de prevención, ya que además son población de riesgo.
Por eso, aunque no renuncian a retomar la tradicional venta de buñuelos cuando la situación mejore, la estrategia de visibilidad y modernización del comedor social también pasa por adoptar un método más tecnológico para hacer donativos, y es a través del pago con teléfono móvil. La asociación incorporará en breve la plataforma Bizum, que permite hacer una transferencia de dinero a su cuenta bancaria.
Esto permitirá que se puedan realizar donativos incluso de pequeñas cantidades, y de manera rápida en aquellos momentos en los que el comedor tenga alguna emergencia. Desde la asociación reconocen que disponer de dinero líquido es muy operativo, porque en un momento dado si necesitan algún ingrediente lo compran sin esperar a que los proveedores les hagan llegar la comida.
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