Xeraco recuerda que el campo también es naturaleza que hay que proteger

Durante años muchos ayuntamientos de la Safor han tratado de vender, como un espacio natural digno de protección y de ser disfrutado, las grandes extensiones de naranjos y de otros árboles frutales que constituyen el origen de un importante sector de la economía de la Safor. Y no es menos cierto que aquellos pocos que se han atrevido a llevar a cabo esas excursiones, sobre todo si es en plena campaña de recogida del fruto, se han encontrado con un paisaje invadido de basura.

Entre esas desagradables estampas figuran las que dejan algunas cuadrillas de «collidors» que siguen sin asumir aquella máxima de recoger los desperdicios que generan en sus «esmorzars» y, en menor medida, en la comida del mediodía.

Pasear entre los árboles que forman un mar de color verde supone, también, soportar las islas con las botellas de bebida, tanto de plástico como de cristal, las latas de conserva, los brics de zumos, el papel de plata o los cubiertos de un solo uso. A veces, en pleno invierto, todo ello queda debidamente aderezado con los restos de una pequeña hoguera en la que se han asado o cocido alimentos crudos.

El problema, obviamente, recuerda la actitud, también muy extendida, de dejar trastos y residuos en cualquier lugar, una situación que lleva de cabeza a todos los ayuntamientos, incluso hasta el punto de tener que reforzar los servicios de recogida y a incrementar el gasto público por ese concepto.

Respecto a los desperdicios en el campo, ha sido el Ayuntamiento de Xeraco uno de los primeros en reaccionar públicamente y el pasado fin de semana publicó algunas de esas imágenes de basura en áreas agrícolas para reforzar un mensaje en el que pedía «a las cuadrillas de collidors y algunos almacenes que sean conscientes y conciencien a sus trabajadores para que no dejen desechos por los huertos» porque esos espacios «también forman parte de la naturaleza».

En espacios rurales, aunque ahora es un problema que tiende a remitir, también era habitual hallar envases de productos fitosanitarios, altamente contaminantes para el suelo y el agua, que muchos tiraban sin siquiera valorar el enorme riesgo para el medio natural.