ars poetica

ars poetica

La poesía surgió en un intento de embellecer el mundo que nos rodea. A pesar de esta máxima, en un principio podría parecer que la poesía no tiene un cometido físico al que suplir o, dicho de otro modo, no cubre una necesidad que engrandezca este sistema capitalista que -para desgracia de muchos- ya ha enraizado hasta tocar prácticamente ambas antípodas. Uno no es poeta de oficio. Abogado sí, por ejemplo. O médico, o bombero o cualquier otro «oficio». Pero poeta no. Y eso que, de poetas, tenemos desde los más primitivos balbuceos de la humanidad. Pero parece ser que el mundo -en principio- no precisa de poetas. Nos educan para necesitar únicamente aquello que nos engrandezca materialmente, pero de lo espiritual, mejor ni hablar. Y cuando digo espiritual no nos vayamos por derroteros místico-religiosos. Hablo de lo que tenemos dentro y nos habla. Unos dicen alma y otros conciencia. Mismo da.

La palabra es aquello único que nos permite poder darle forma a toda esa anarquía que nuestra mente construye y deconstruye continuamente. Si no fuera por ella, todo ese desgobierno interior se vería condenado a una cadena perpetua que transmigraría de lugar dentro de nuestro mismo cuerpo pero que nunca rozaría la auténtica libertad. La palabra, tanto escrita como hablada, es la más elevada genuidad de nuestra especie. Nació para dar liberación a esa alma/conciencia de la que escribía unas líneas más arriba, y desde su misma génesis, sus ejecutores ya buscaron la forma de embellecerla uniéndola a otras palabras y creando lo que conocemos como poesía.

Cuando uno lee un verso, aquello que tiene delante es lo que en un momento determinado de su vida pensó pero que no supo crear – líricamente hablando- para darle la perfecta forma de lo plasmado a través del papel, ya que un poeta es, ante todo, un gran observador de todo aquello que enriquece nuestra vida pero que pasa desapercibido por su aparente cotidianeidad, a pesar de su sublimación.

Y es en un mundo como el que vivimos ahora cuando más necesaria es la poesía. Referirse a ella como muestra de romanticismo desfasado o sentimentalismo edulcorado es un error, ya que sería caer en un topicazo barato. ¿Qué es la poesía de guerra, entonces? La poesía sea, tal vez, de los géneros más universales que existen porque aúna en su creación toda la inquietud que un ser humano puede sentir y que muchas veces es incapaz de expresar. El amor, tan adherido a la poesía, es sólo uno de ellos. Pero la muerte, el erotismo, la maldad… Todos ellos, a través de un verso, liberan a quien lo escribe y guía a quien lo lee.

Es por esto mismo, por lo necesaria que es la poesía en un mundo que obvia los detalles y que continuamente generaliza todo lo que ve, por lo que es tan importante que Francisco Brines haya ganado el Premio Cervantes. No es un reconocimiento exclusivo para él, sino para todos, ya que el sustrato de su obra está conformado por esta tierra que tanto ignoramos nosotros pero que él le dio palabra para expresarse.

Pienso que un poeta debe ser apátrida. Estar por encima de fronteras ya que nace para el mundo. A pesar de ello, siempre hay lugares físicos donde comienza la inspiración, que no es otra cosa que el primer paso para la bella carrera del poeta. Para Juan Goytisolo, quien también ganó el Cervantes, fue Marrakech, como recordará el lector unos Caligramas atrás. Para Brines, es Elca.

Elca es el útero materno. El lugar donde todo nace y que uno evoca continuamente antes de la muerte. Elca es el sueño que cada uno tiene pero que pocos se atreven a alcanzar. Elca es la belleza hecha palabra. El retiro que inspira y la vida pasar. Elca es Francisco Brines y Francisco Brines es Elca. Y ahora, que piense el lector si no tiene una «Elca» en su vida a la que nunca le ha prestado la atención que merece y que, a través de la poesía, es cuando se ha percatado de su importancia.

Todo esto, lo que viene a demostrarnos, en síntesis, es que sí que se necesitan poetas y que sí suplen una necesidad muy carente en la sociedad. Ser poeta de oficio suena vacío, cierto, pero sí que puede ser un ingeniero para el alma. O la conciencia, ya saben. Mismo da.