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«El buen periodismo se nos va por la cloaca con las fake news»

Dos veteranos reporteros, Jon Sistiaga y Rosa María Calaf, advierten en Gandia que las redes sociales amplifican las campañas de intoxicación y dificultan el análisis sosegado de los hechos

«El buen periodismo se nos va por la cloaca con las fake news»

Caixa Popular dio la voz el jueves pasado en Gandia a Jon Sistiaga y a Rosa María Calaf. Los veteranos periodistas hablaron durante casi dos horas sobre su oficio en una charla, conducida por la también comunicadora Mariola Cubells, en el Teatre del Raval. Con este acto se estrenaba el ciclo «Dona la veu», organizado por la cooperativa de crédito valenciana. Estas conversaciones tratarán distintas temáticas como la música, el periodismo o la televisión y contarán, ya fuera de Gandia, con otros protagonistas como Rozalén, Leonor Watling o Ariel Roth.

El evento, concebido como un formato de charla distendida, intercalada por las intervenciones de Cubells y la proyección de algunos vídeos cortos, fue entretenido. Los gestores del Teatre del Raval, en calidad de anfitriones, cuidaron todos los detalles y observaron las medidas de seguridad frente al coronavirus, como la toma de la temperatura, registro de asistentes y lavado de manos a la entrada, o la distancia social.

Sistiaga (53 años) y Calaf (75) coincidieron en que el buen periodismo, el que todavía obedece a las reglas clásicas y canónicas, está, desgraciadamente, en peligro, eclipsado por el alud de noticias falsas (fake news) y bulos difundidos a través de las redes sociales. «Las campañas de desinformación siempre han existido, y mucho más en los conflictos bélicos, donde el control de la información es fundamental», matizó Calaf. «La diferencia ahora es que las redes y Whats App permiten propagar a una audiencia masiva esas mentiras o medias verdades». Sistiaga fue más explícito: «El buen periodismo se nos puede ir por la cloaca con las fake news». Ambos, no obstante, añadieron que «no todo está perdido», al menos mientras existan jóvenes e inquietos periodistas con buenos referentes, que puedan hacer las cosas de otra manera.

Apelaron también a la responsabilidad de cada uno, para no compartir impulsivamente con nuestros familiares o amigos noticias sobre las que no se puede contrastar su veracidad, o que proceden de fuentes no confiables. «Yo cuando recibo un mensaje de estos siempre me pregunto por qué me lo mandan y sobre todo a quién beneficia», comentó Calaf. Y también sugirieron la necesidad de instruir a niños y adolescentes en el lenguaje de los nuevos medios y advertirles de los peligros de las fake news «desde los 13 o los 14 años, en cuanto tengan un teléfono móvil».

Durante la charla hubo otras referencias a la deontología profesional. Cubells le reprochó a Sistiaga que diera voz a un hombre que se declaraba abiertamente machista en un documental para la serie «Tabú», que hizo este. El reportero dijo que sí es partidario, «para que el espectador saque sus propias conclusiones y porque es una manera de desarbolar a cierta gente». La serie recibió un premio Ondas.

Pero también hubo momentos para la autocrítica. Sistiaga, que antes de realizar documentales para plataformas digitales trabajó en Telecinco donde cubrió informaciones relacionadas con el terrorismo o la Guerra de Irak, lamentó que la prensa española de aquellos años ochenta y noventa «asumiera el lenguaje de ETA al adoptar términos como comando en vez de grupo de terrorista, o impuesto revolucionario en lugar de extorsión». Algo parecido sucedió con los daños colaterales o las inevitables víctimas civiles a las que se refería el Ejército norteamericano en Irak, o la estética cinematográfica que daba ISIS a su propaganda amenazante.

Por otra parte, Calaf elogió la incorporación de reporteras a los conflictos, porque eso, a su juicio, permitió «contar los hechos completos, fijándose en aspectos menos bélicos como los niños huérfanos o las violaciones».

Jon Sistiaga, que se ha movido sobre todo en la comunicación audiovisual, confesó que uno de sus documentales más duros fue el que realizó hace seis años en India, en el que retrató el «machismo sistematizado» que existe en ese país, a pesar de ser una de las principales potencias económicas del mundo. De hecho lo tituló «No es país para mujeres», tras un periplo en el que recogió testimonios de mujeres violadas, asesinadas, maltratadas, sometidas. «Por desgracia, no creo que las cosas hayan evolucionado», dijo.

Por el contrario, y para compensar la balanza, el reportero se refirió a la actual situación política y social en Bielorrusia, donde a su juicio se está produciendo una «revolución silenciosa de las mujeres» con las protestas semanales en Minsk para denunciar el exilio de tres candidatas que se presentaron a las elecciones presidenciales del pasado 9 de agosto desafiando al autoritario Alexander Lukashenko, que lleva en el poder 26 años. Estas mujeres decidieron dar el paso después de que Lukashenko depurara a sus respectivos maridos, quienes inicialmente se habían postulado. El movimiento democrático liderado por Svetlana Tijanóvskaya recibió recientemente el Premio Sájarov 2020 que concede el Parlamento Europeo.

«Las mujeres han hecho un gran activismo a lo largo de la historia», aseguró Sistiaga, y puso también como ejemplo el movimiento de las Madres de Mayo, en Argentina, o el papel de las mujeres campesinas en el conflicto colombiano.

Calaf: «Me siguen faltando 13 países del mundo por visitar»

Rosa María Calaf, que ha trabajado toda su vida en TVE como corresponsal en varios destinos y conflictos, se confesó una viajera empedernida, no sólo por trabajo, también por placer, de tal manera que «sólo» le quedan 13 países del mundo por visitar, la mayoría del Cuerno de África y algunos recónditos del Pacífico. Reconoció que no hubiera llegado hasta aquí sin sus padres «que también fueron muy viajeros y me educaron en igualdad y apertura de miras». Con la pandemia ha hecho un paréntesis en sus viajes: «Hacía años que no dormía tantos meses seguidos en mi cama».

«No es país para mujeres», el duro documental de Sistiaga en India

La pieza retrata el machismo en el país y fue uno de sus trabajos más comprometidos

j.c. gandia

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