Es suficiente un paseo por las riberas del Serpis, en casi todos los municipios de la Safor, para darse cuenta de los muchos obstáculos que existen para llegar hasta el cauce del río, a pesar de que se trata de un espacio público que, hace años, la Generalitat declaró Paisaje Protegido. Y no es solo en zonas urbanas, donde en algunos casos se ha construido casi sobre el mismo cauce, sino que esa invasión de la zona de servidumbre alcanza las áreas agrícolas, con numerosas parcelas que han sido cerradas por los propietarios y que impiden bajar al río.

De esa cuestión se ha hecho eco la Associació Centre Excursionista la Madrilla de Potries, que hace unos días ha presentado ante la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) un pliego de alegaciones al Plan de Cuenca para el periodo comprendido entre 2021 y 2027.

En ese escrito, la Madrilla, una de las entidades que en los últimos años más se ha destacado por su implicación en la defensa del río Serpis y su ecosistema, reclama que se hagan respetar las zonas de servidumbre «para permitir el libre acceso al río para usos lúdicos, científicos y de emergencia», aspectos que, recuerda, ya vienen recogidos en las leyes.

Para la Madrilla esa reivindicación de hacer más accesible el cauce del Serpis incluye la retirada de la vegetación invasiva y alóctona, especialmente las cañas, porque ahora oculta durante muchos kilómetros ese espacio fluvial. En su lugar, la entidad ecologista propone que se planten especies autóctonas, formando un bosque de ribera accesible, donde, por cierto, ya se ha hecho en varios tramos del río, casi siempre con la colaboración de los ayuntamientos. En esos espacios rehabilitados los ciudadanos han podido recuperar, como ocurría antaño, el placer de disfrutar de cauces que han estado vetados durante décadas.

En ese sentido, el vicepresidente de la Madrilla, Joan Peiró, reivindicó «la importancia de las sendas tradicionales que tiempo atrás conectaban las localidades a lo largo del río y posibilitaban la estima por el ecosistema».

Acabar con la mortandad

En las alegaciones al Plan de Cuenca del Serpis la Madrilla no se olvida de otro aspecto fundamental que ha sido motivo de reivindicaciones en los últimos años. Se trata de la exigencia a la CHJ para que, en la medida que sea posible, mantenga un caudal ecológico que ponga fin a los cíclicos episodios de mortandad de fauna, como el que tuvo lugar a principios del pasado mes de octubre pese a que existían reservas de agua en el embalse de Beniarrés.

Sobre esta cuestión Toni Monzó, presidente de la Madrilla, apunta a una «deficiente gestión del caudal del Serpis» que «sistemáticamente, pone en peligro la biodiversidad en el curso bajo del río» y recuerda que en muchas ocasiones existe agua suficiente para dejarla correr por el cauce sin perjuicio de suministrar a los canales de riego.

La eliminación de los puntos de vertido de aguas residuales o la necesidad de preservar el patrimonio cultural y arquitectónico ligado al antiguo ferrocarril Gandia-Alcoi y al histórico sistema de riego en la comarca de la Safor también figuran en las alegaciones que la Madrilla ha presentado a la CHJ.