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Un vandalismo que nadie se explica

Un día después de Almoines, Potries denuncia destrozos en la Ruta de l’Aigua

Un banco de la Ruta de l’Aigua de Potries, arrancado casi de cuajo en una acción vandálica. | LEVANTE-EMV

Como ayer publicaba este periódico, el alcalde de Almoines, Joan Cardona, ha iniciado trámites para instalar una veintena de cámaras de seguridad en esta localidad con el fin de acabar con un intolerable e insoportable vandalismo que, una semana sí y otra también, acaba causando daños en los bienes públicos. El último capítulo han sido los destrozos causados en una zona recreativa que acababa de ser acondicionada, con una ayuda de la diputación, donde se construyeron aseos públicos.

Casi en paralelo, la alcaldesa de Potries, Assumpta Domínguez, se preparaba para anunciar que habían concluido las actuaciones en la llamada «Ruta de l’Aigua», un bello recorrido por elementos tradicionales e históricos que durante siglos han permitido aprovechar el caudal del río Serpis para destinarlo a usos agrícolas. En eso que comprobaron otra acción inexplicable. Alguien, seguramente en grupo, se había dedicado a destrozar, por motivos que escapan a cualquier razonamiento lógico, los bancos y otros elementos instalados. El ayuntamiento, como tantos otros, expresaba su lamento. «Hoy nos hemos despertado de mal humor. El mobiliario urbano de la zona recreativa de la Casa Fosca, que se acaba de reparar, ha sufrido actos vandálicos. Los bancos han aparecido arrancados, destrozados y lanzados a los huertos y a los ríos. Una lástima echar por tierra el esfuerzo de un pueblo, con 14.000 euros, por cuidar sus espacios y su patrimonio».

Tanto en Almoines como en Potries coincide el hecho de que esas actuaciones se llevan a cabo en espacios apartados del núcleo urbano. Y tiene su «lógica» porque, de lo contrario, resultaría más fácil que alguien observara a los autores, les recriminara los hechos o llamase a la policía.

El factor se repite. En Simat de la Valldigna desde finales del verano se ha producido un número tan elevado de actos vandálicos en lugares apartados, como la ermita de la Xara, la Font del Cirer o el Calvari, que el Gobierno local incluso llega a plantearse si restituye los elementos dañados. Y no es solo aquí. Alcaldes y concejales reconocen abiertamente que temen que algunas inversiones en mejoras previstas en espacios naturales o circundantes al municipio se pierdan por culpa de estas actitudes.

La relación de municipios donde se han denunciado actos de este tipo sería larguísima, y en todos los casos, el planteamiento es el mismo. ¿A qué responde que una persona o un grupo se dedique emplear su tiempo causando daños en infraestructuras que son de todos?

Pocas sanciones

En Gandia, que no se libra de esta ola vandálica pese a disponer de servicio permanente de Policía Local y Nacional, se ha empezado a recobrar una cierta normalidad en el servicio de Saforbici después de que las autoridades locales, y también la empresa que gestiona ese servicio público de alquiler de bicicletas, expresaran su absoluta incredulidad por el ensañamiento hacia los vehículos y la infraestructura de este servicio. Hasta tal punto llegó que no solo impidió a los usuarios seguir disfrutando de las bicicletas durante meses, sino que se sospechó, y se sigue investigando, si ha habido una acción coordinada por parte de varias personas para inutilizar Saforbici, algo que, dicho sea de paso, tampoco se entiende. También en ese momento el departamento de Movilidad se planteó la instalación de cámaras de seguridad como única alternativa para intentar identificar y sancionar a los autores, pero hasta el momento no se han colocado.

En muy pocos casos estas acciones de vandalismo y de destrozar por destrozar acaban con la identificación de sus autores. De hecho, algunas ni siquiera se denuncian, y esa impunidad contribuye a que una y otra vez sigan siendo noticia.

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