Tanto docentes como niños y niñas están viviendo un curso escolar de lo más atípico este año. Desde el primer día, tanto unos han asumido que deben mantener la distancia de seguridad y la mascarilla puesta, así como la desinfección de las manos. Los pequeños son conscientes de que no pueden compartir material ni comida ni hacer muchas otras cosas que antes sí que les estaba permitido. El cumplimiento es estricto.

Los docentes se preocupan durante todo el día de que nadie incumple las normas y los pequeños y pequeñas ya han asumido que deben hacerlo, lo que se traduce en una actitud ejemplar.

Esta situación contrasta con las imágenes que, especialmente estos días de fiesta, se está viendo en algunos espacios de ocio. No es raro ver mesas de terrazas llenas de gente sin mascarilla, aglomerada y, en muchos casos, sin mantener la distancia de seguridad.

Los propios directores de los centros educativos consultados por Levante-EMV se muestran molestos y «decepcionados» por esta situación, ya que son muy conscientes del esfuerzo que les supone a sus equipos que en los centros educativos sí se cumplan todas las medidas previstas por las autoridades sanitarias.

De hecho, casi todos atendieron a este periódico desde los propios colegios pese a estar de vacaciones de navidad.

Y es que a los problemas del día a día se suma la situación generada por la pandemia y otra cuestión de la que también se quejan, la abultada burocracia a la que, según denuncian, les obliga la Conselleria de Educación. Los equipos directivos hace ya años que se quejan de esta cuestión y, de hecho, reclaman refuerzos para realizar las tareas administrativas y poder dedicarse más a la cuestión docente. «Nos estamos dejando la piel en vacaciones, puentes, fines de semana y la administración nos carga de burocracia», señala Esther García, directora del colegio de Bellreguard. Empar Sastre, del Santa Anna de Oliva, habla de «una carga burocrática muy fuerte para los equipos directivos».