Nunca como ahora el tramo final del río Serpis, entre Villalonga y Gandia, había registrado un caudal tan irregular. Con agua en el pantano de Beniarrés, los expertos han verificado, y muchos ciudadanos también, que igual un día lleva un caudal normal como al siguiente se ha cortado el flujo de agua, que recupera al cabo de poco tiempo para perderlo poco después.

Estas últimas semanas se ha podido apreciar ese «fenómeno», atribuido al régimen de desembalse de Beniarrés, dependiente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, y de la cantidad de agua que se tome en el azud d’en Carròs, entre Potries y Villalonga, para derivarlo a los sistemas de riego. Esta situación alcanza niveles de desastre ecológico cuando, como ocurrió el pasado septiembre, se produce una elevada mortandad de peces y otras especies de fauna fluvial. La reacción más contundente llegó de parte de los alcaldes y concejales de Compromís, que denunciaron esta situación atribuida a una «mala gestión» del caudal que se puede mantener aprovechando los recursos almacenados en el pantano de Beniarrés.

Representantes de esta formación política en les Corts Valencianes, en el Congreso de los Diputados y en el Senado estuvieron en Gandia, junto los cargos locales, y anunciaron una serie de medidas para evitar que se vuelvan a producir desastres ecológicos. Entre las actuaciones, la petición de comparecencia de la Ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, y explique qué piensa hacer para mejorar esa gestión hídrica en el Serpis. En las dos imágenes superiores, el cauce, sin caudal y con peces muertos a la altura de Potries, el pasado mes de septiembre y, al lado, a la altura del Pont Vell de Gandia durante la impresionante crecida de enero de 2020 debido a las intensas lluvias causadas por la borrasca Gloria.