El pasado jueves celebramos uno de los debates más importantes para la ciudad como es Pleno de Presupuestos, ya que este documento configura las verdaderas prioridades de cada gobierno para el resto del año.

Desde la aparición de la Covid-19 todos hemos cambiado nuestras prioridades y la política no ha sido menos. Los vecinos nos piden altura de miras, acuerdos y pactos que permitan que nadie quede atrás.

Esa ha sido mi obsesión durante el último año. Los 9 concejales del Partido Popular hemos trabajado para ayudar al Gobierno en todo aquellos que nos han solicitado y, cada día, cada semana, hemos propuesto iniciativas para mejorar la vida de los gandienses.

En ese esfuerzo colectivo, el 3 de noviembre comparecí en rueda de prensa junto a mi compañero Daniel Martí, y en un hecho sin precedentes en la historia reciente de Gandia, propusimos conformar un grupo de trabajo donde todos los partidos pudieran realizar sus aportaciones para aprobar los presupuestos por unanimidad. A los 5 minutos, y en un habitual alarde de prepotencia, el socialista Salvador Gregori vino a decir que ni querían nuestras propuestas ni nos iban a escuchar.

Ese era el primer indicio de que el Ejecutivo local no estaba por labor de llegar a acuerdos, pero aun así hemos analizado las cuentas municipales siendo conscientes de que los gandienses nos necesitaban más que nunca.

En nuestra opinión los presupuestos debían asentar las bases de la recuperación económica y social de Gandia, pero las prioridades del Gobierno no han sido las mismas. Han pensado más en ellos que en los vecinos.

La ciudad vive una emergencia social con personas que han perdido su trabajo, trabajadores en ERTE, dificultades para llegar a fin de mes. Ante esta situación Gandia merece una inversión en Servicios Sociales a la altura de las circunstancias y no «pobre» tal y como ha afirmado la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales de España en su prestigioso informe anual.

En tal situación, la partida de Servicios Sociales se ha reducido en 150.000 euros respecto al año 2019. Únicamente esta partida ya merecía nuestro voto en contra. Pretenden con un presupuesto ordinario hacer frente a un tiempo extraordinario.

Son unos malos presupuestos porque, tal y como afirmó el Concejal de Hacienda, se van a crear nuevas tasas que tendrán que pagar las familias de Gandia. Vuelven a incrementar un 12,4% la recaudación en multas, suponemos que para justificar la puesta en marcha de «La Morada» y la avalancha de multas y sanciones que está comportando.

Son unos malos presupuestos porque el Departamento de Políticas Económicas, la concejalía encargada de reactivar la economía gandiense, aumenta su presupuesto únicamente en 30.000 euros. Así es imposible reactivar una ciudad de más de 75.000 personas.

Son unos malos presupuestos porque reducen la inversión en nuevas infraestructuras en un 27% y vuelven a prometer las mismas obras que hace un año. Además vuelven a errar en su escala de prioridades al anunciar obras que puede que sean necesarias, pero desde luego no son urgentes. El dinero público es finito y apremia finalizar lo que sigue en barbecho desde hace años.

Son unos malos presupuestos porque en el año que se han incrementado los parados en 1.270 personas, solo aumentan el presupuesto 1.000 euros para mejorar las oportunidades laborales de los 7.728 vecinos que ahora mismo no tienen trabajo.

En este punto quiero detenerme en una rueda de prensa, que en mi opinión, ha sido la mayor fake new municipal de los últimos tiempos. La Alcaldesa y el Vice-alcalde, Josep Alandete, prometieron que si el presupuesto se aprobaba crearían 146 nuevos puestos de trabajo. La promesa es rotundamente falsa, esos empleos ya existen en la actualidad y no por fruto de su gestión. Mentir en política está mal, jugar con el pan de las personas ya es simplemente despreciable.

Nuestras enmiendas han ido encaminadas a aumentar las políticas sociales de Gandia. Menos presupuesto destinado para la comunicación y las fotos de la Alcaldesa y sí a 150.000 euros para invertir en purificadores de aire para las aulas de nuestros hijos; menos externalizaciones a empresas amigas del Gobierno para enchufar a sus amiguetes y sí a aumentar la partida de Bienestar Social en 145.000 euros; menos dinero destinado a actividades para regodeo del propio Gobierno, que además este año no se podrán celebrar, y más dinero para un nuevo paquete de ayudas directas a autónomos y empresas. La respuesta del Gobierno siempre ha sido no, no y no. Basta que lo proponga el PP para que se rechace con la soberbia propia del que piensa que la ciudad es suya.

En definitiva, la única alternativa que nos han propuesto Diana Morant y sus concejales es: o este presupuesto o nada. Elegir entre lo malo o lo peor. Para nosotros el debate nunca estuvo ahí, nuestra alternativa era o un mal presupuesto de PSOE y Compromís o Gandia. Y ahí nosotros lo tenemos clarísimo: Gandia siempre por encima de todo.

Y es precisamente en el debate de presupuestos donde los grupos municipales escogen el lugar en que quieren estar. PSOE, Compromís y Ciudadanos sin oponerse a estas cuentas, de un lado, y el PP como única oposición y alternativa al actual Gobierno. No oponerse a estos presupuestos significa estar del lado del Gobierno y de todos los problemas que por acción u omisión están causando. No queremos ser cómplices de unas cuentas que van a suponer más un problema que la solución.

En la actual situación pandémica, con la profundidad de la crisis económica y social, no caben medias tintas, ni discursos vacíos ni lugares comunes. La sumisión nunca fue nuestra opción, por eso desde el centrismo integrador que quiere sumar a todos los vecinos de Gandia seguiremos trabajando para mejorar la ciudad y la calidad de vida de nuestros vecinos, pero sobre todo seguiremos construyendo la Gandia de mañana. Este es mi inquebrantable compromiso con los gandienses, ni renunciaremos ni claudicaremos por muchas que sean las dificultades. Seguimos.