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¿Norte o sur?

¿Norte o sur?

D e 1890 a 1966, primero con el carbón y después con los cítricos, el pequeño puerto de Gandia fue una máquina de dar trabajo y de hacer divisas. En exportación de naranjas, muy en boga hasta finales de los sesenta, llegó a superar con creces al puerto de Valencia.

Llegaron los trenes y los camiones y Gandia desapareció casi del mapa portuario, pero gracias al tesón de la empresa Navarro y Boronad, con Don Miguel al frente, volvió a sacar la cabeza en importación y exportación de otro tipo de productos. Hoy, aun con la crisis, el puerto se mantiene con unos buenos resultados. Y si les dieran «herramientas», seguro que estarían dispuestos a afrontar nuevos retos. El aeropuerto de Barajas acaba con un Suárez y el de Barcelona con un Tarradellas. ¿Por qué el puerto de Gandia no acaba con un Navarro y Boronad? Méritos tienen de sobra. Banús en Marbella, ¡seguro que no!

Con la puesta en marcha de la tan necesaria carretera de circunvalación y del flamante puente de acceso directo al puerto, parecía ir, por aquello de los barcos, viento en popa y a toda vela. ¡No!, y mira que lo tengo dicho. Donde hay políticos, y además incompetentes, el conflicto está servido.

¿Quién no recuerda el follón que se montó con el puerto deportivo para la clase baja en lo que es hoy Varadero? ¿Y la zona para atracar megayates a lo Abramovich, Nadal y compañía? ¿O esa costosa broma del palacio de congresos del «Pianista» Renzo? Y no digamos de ese largo timo llamado Copa América y de mi querido ferry a las pitiusas, que nos tenía que salvar de pobres.

Pues ahora salta a la palestra el caso norte-sur y ya están de nuevo a la greña los ayuntamientos costeros del sur de la Safor, o mejor dicho, los cuatro de siempre, disfrazados de ecologistas en acción, con ganas de marear la perdiz. Y si la perdiz no es de su «coto», mejor que mejor.

Hace ya algunos años, Gandia tuvo un macro proyecto de infraestructuras en la zona del extinto Club Náutico. La concha de San Sebastián sería una broma comparado con lo que allí iban a hacer. La crisis y la burocracia, ¡siempre la burocracia!, hicieron que aquello quedara en agua de borrajas, pero con las documentaciones aún vigentes.

Los Ayuntamientos del sur se oponían a tal obra por la posible regresión dunar de sus playas y de su efecto devastador. Tienen fijación con las escolleras. La playa de les Marines está hecha unos zorros sin tener a su alrededor ninguna. ¿El efecto del puerto de Gandia Gandia llega tan lejos? Yo creo que no. El aumento mundial del mar del manido cambio climático y las construcciones ilegales, creo que sí. Cañas de los ríos incluidas.

Según leo en este mismo periódico, Gandia solicita a la Autoridad Portuaria de Valencia que anule ese proyecto de la zona norte. Quiere que se realice otro en la franja sur que no supone ganancia de superficie al mar, al quedar abrigada por las actuales infraestructuras de protección del complejo portuario. Los técnicos aseguran que no tendrá afección sobre el proceso de recesión de las playas del sur de la comarca. Blanco y en botella. La intención de la Autoridad Portuaria de Valencia es ampliar la zona sur (incluido ya en los presupuestos). Buena noticia… ¡sí señor!

Si la alcaldesa de Gandia solicita anular el proyecto de la zona norte pero está de acuerdo con el de la zona sur, donde se ubica el muelle comercial, sin que afecte a ninguna corriente marina y al flujo de sedimentos ¿Dónde está el problema?

La diputada de Compromís, Papi Robles, dice que estos problemas tienen que dar respuesta social y ambiental más allá de la económica. Si en la social son los cuatro de siempre y en la ambiental, las «Glorias» y «Filomenas» de turno, quizá tenga razón. Lo de los cuatro lo puede solucionar ella y sus amigos de partido. Los efectos climáticos, ni ella ni nadie, eso es cosa de Kioto y nos pilla un poco lejos.

El impacto ambiental del puerto de Gandia es inexistente. El único impacto que hay allí es el laboral y económico. Y de que tienen el apoyo de todos los pueblos de la Safor, como dice Dña. Papi, es jugar a pitonisa Lola.

El vicealcalde y regidor de Urbanisme señor Alandete, en rueda de prensa a tres y nombrando al teatral Gobierno del Serpis, se puso de lo más exquisito en su mitin particular con esta larguísima y estudiada frase: «Defendemos el posicionamiento común y coherente basado en la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático como puntos fundamentales». Añadiendo que el proyecto norte no responde a las necesidades ni a la sensibilidad actual y que con la vuelta de Gandia a la Mancomunidad, tiene que ejercer su capitalidad para defender la comarca como un todo. Cuando lo que allí se planteó como importante fueron los nuevos muelles y mayor calado para la zona sur. ¡No del norte, señor Alandete! El tema está en el sur. Si estuviéramos en Italia, hablaríamos de Nápoles. No de Milán. Quiera o no el señor vicealcalde, en los países bananeros son nombrados así.

El puerto de Gandia y su gente también pertenecen a ese chiringuito llamado Mancomunidad y con su esfuerzo y sufrimiento desde el año 1890, cuando todas las playas eran aún melonares salvajes. Los portuarios, y no todos del Grau, han estado aportando mucha riqueza a la Safor. Y estos indocumentados cuestionando si los barcos tiran humo por sus chimeneas. Tanto profesor y aún no se han enterado que lo hacen por la popa.

Menos demagogia ambiental y más trabajar. En estos tiempos tan jodidos no estamos para aguantar ni una broma más de políticos como el señor Alandete, que lo único que aportan son obviedades y enfrentamientos.

La alcaldesa Morant y el concejal Picornell, en este caso, han estado a la altura de las circunstancias defendiendo lo defendible y además con sentido común. De Miguel Ángel, por grauero, no esperaba menos. Eso sí, he echado en falta el golpe sobre la mesa para el vicealcalde, pero eso ya son palabras mayores y no depende de ellos. Valencia aún queda lejos…

Soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino. Tengo alma de marinero y también de portuario… Qué le voy a hacer, si yo nací en el Mediterráneo.-Joan Manuel Serrat

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