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La dura vida de ermitaño en el Castell de Bairén

Los restos de dos hombres maduros revela que se dedicaron a la gestión del pequeño templo

Una de las tumbas halladas en el Castell de Bairén. | LEVANTE-EMV

Nunca se sabe cuántas sorpresas puede deparar una campaña de prospecciones arqueológicas cuando se actúa sobre un espacio tan emblemático, y tan importante desde el punto de vista histórico, como el Castell de Bairén de Gandia, esa fortaleza que, hasta el siglo XIX, ha permitido recorrer cuatro mil años de presencia humana.

Los resultados de los últimos trabajos, que se acaban de dar a conocer, suponen la constatación, y la puerta a nuevas investigaciones, sobre uno de esos episodios de Bairén. Concretamente el periodo, comprendido entre los siglos XV y XIX, en que estuvo abierta una ermita, la de Sant Joan, que durante un tiempo también fue punto de observación para detectar la presencia de piratas en el mar y para advertir, mediante el encendido de grandes hogueras, en el caso de que se produjeran esas temidas incursiones.

Según señala el Servei Municipal d’Arqueologia del Ayuntamiento de Gandia, junto a uno de los muros del Castell de Bairén se han encontrado y documentado los cuerpos de dos hombres que, casi con total seguridad, estuvieron entre los últimos ermitaños de Sant Joan.

La antropóloga Sheyla Sancho, que ha realizado el análisis a los dos esqueletos hallados, uno de ellos incompleto, detalla que se trata de dos hombres maduros que no murieron de forma violenta y, por las condiciones patológicas que han quedado grabadas en los huesos, con características propias de haberse dedicado a los duros trabajos físicos que conllevaba el hecho de estar allá arriba, reconstruyendo la ermita cuando sufría daños, recogiendo leña para las hogueras y para calentarse en invierno y dedicándose a tareas agrícolas y la producción de alimentos para subsistir.

«Si atendemos a que los dos individulos no sufrieron muerte traumática, sino que más bien fue natural, a causa de la edad avanzada, unido a que fueron enterrados junto al muro oriental de la ermita dels Sants Joans, todos los indicios apuntan a que se trata de dos de los ermitaños que gestionaron el templo», concluye el estudio realizado.

Respecto al momento en que vivieron allí estos dos personajes, los arqueólogos apuntan a una época anterior a principios del siglo XVII, dado que la tumba de uno de esos cuerpos quedó seccionada por la construcción de un muro que muy probablemente se levantó en esa época, cuando varios terremotos obligaron a una reconstrucción importante del recinto de la ermita. Eso ha impedido recuperar el cuerpo entero.

Los esqueletos se han retirado del lugar y serán guardados en el depósito de restos arqueológicos del Ayuntamiento de Gandia, lo que ha permitido continuar las importantes obras de rehabilitación y acondicionamiento del Castell de Bairén en las que se invierte cerca de un millón de euros y que, en pocos meses, permitirá a los visitantes recorrer la que fue una de las más importantes fortalezas islámicas, y posteriormente cristiana, de las tierras valencianas.

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