Las complicadas relaciones botánicas

En varios municipios PSPV y Compromís no se entienden o están totalmente enfrentados

t.á.c. Gandia

Desde que, en 2015, el primer Botànic logró desbancar al PP de la Generalitat, tras 20 años, PSPV y Compromís se han visto literalmente obligados a entenderse. Las dos formaciones reeditaron el pacto, junto a Podemos, en 2019. Ese acuerdo se trasladó también a los ayuntamientos, donde el pacto era, si no se podía gobernar juntos, al menos que no se impidiera una alcaldía del grupo más votado.

Pero hay municipios en la Safor donde mantener ese espíritu resulta muy complicado, cuando no imposible. En Oliva, aunque finalmente hubo un acuerdo de gobierno, la relación entre los dos partidos no es, ni mucho menos, buena y es habitual que surjan roces que los grupos de la oposición elevan a crisis internas. Los dos, sin embargo, señalan que la idea es mantener ese acuerdo hasta el final de la legislatura.

En Benifairó de la Valldigna tampoco acaban de entenderse. En este municipio gobierna Compromís en minoría porque un pacto con el PSPV no cuaja. Con el paso de los meses la relación ha ido a peor, hasta el punto de que los socialistas fueron el único partido que no apoyó los últimos presupuestos municipales.

Ni que decir del caso de Villalonga. Allí dos partidos del Botànic son poco menos que irreconciliables. Tanto es así que los nacionalistas pactaron con el PP para evitar que gobernaran los socialistas. El enfrentamiento viene de hace años, cuando empezaron a gobernar unidos pero rompieron el pacto por diferencias.

Lo mismo ocurre en Palma de Gandia, donde las dos formaciones gobernaron juntas en la pasada legislatura pero acabaron fatal. Compromís empezó esta gobernando en minoría, pero con el fallecimiento de la alcaldesa un nuevo pleno de investidura situó a la candidata socialista al frente de la corporación gracias a sus votos y a los del PP. En Palma el culmen ha sido el intento de Compromís de comprar a un concejal socialista para firmar una moción de censura.

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