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Un año del primer contagio en la Safor

El 12 de marzo de 2020 se confirmó el primer caso de covid en la Safor, el de una mujer que había acudido el día 6 al ambulatorio de Beniopa, en Gandia, con síntomas gripales, y que había viajado a Madrid un par de semanas antes

El doctor Martín frente a su consulta, en la primera planta del centro de salud de Beniopa. | JOSEP CAMACHO

Era viernes, 6 de marzo de 2020. Juan Martín, médico de familia, pasaba consulta como un día más en el centro de salud de Beniopa, en Gandia. Desde hacía algunas semanas ya preocupaban las noticias que llegaban del coronavirus, tanto de China como de Lombardia, en Italia. Sobre todo entre los sanitarios, porque, a tenor de la verdad, el resto de los mortales llevaba una vida normal. Incluso en algunos contextos el coronavirus era objeto de chistes.

Pero aquella mañana llegó al centro médico una mujer de unos 50 años, con síntomas parecidos a un cuadro gripal: fiebre, tos, mocos... El doctor Martín la exploró, no apreció neumonía, y tras recetarle unos medicamentos, la envió a casa. La mujer, con marido y una hija, es de origen madrileño, pero ya lleva años asentada en Gandia. Antes de abandonar la consulta, le comentó al doctor que hacía 10 días había ido a un hospital de Madrid, para visitar a una familiar. «Y ahí, después que se marchara, es cuando empecé a sospechar que podría ser covid, porque Madrid era uno de los focos principales de la epidemia», prosigue Martín. Con todo, es probable que la transmisión ya fuera comunitaria, es algo que nunca se sabrá con exactitud.

El doctor Martín confiesa que al principio tampoco era consciente de la gravedad del asunto, si acaso pensaba que la covid sería como una gripe. «Pero me equivoqué, lo reconozco. Abrí los ojos cuando leí que médicos chinos estaban falleciendo», recuerda. Sin que todavía la Conselleria hubiera ordenado ningún tipo de protocolo, en el ambulatorio ya se tomaban ciertas precauciones, al menos una semana antes de la visita de aquella paciente. También él en la consulta, usaba mascarilla (además debían ponérsela aquellos pacientes que acudían por síntomas respiratorios), ventilaba, desinfectaba, acudía de uniforme desde casa... «Creo que fue esa la razón por la que no me contagié», señala.

El lunes 9 la mujer volvió, porque no se sentía del todo bien. Pasó a la consulta acompañada de su marido, que ya presentaba una rinitis mínima. Pero seguía sin haber signos de alarma, y tras una exploración, esta vez con más medidas de seguridad, la mandó a casa otra vez.

El martes 10 la señora regresó a la consulta, no por una cuestión de salud, sino para pedirle un certificado de baja laboral. «Pero le vi mala cara, la derivé a Urgencias del hospital para que le hicieran una placa», relata Martín, quien recuerda que por aquél entonces apenas había test disponibles como ahora. En Urgencias, tras asistirla, la mandaron a casa (no se le hizo un test porque haber viajado a Madrid no se consideraba entonces de riesgo), pero Martín insistió en que le hicieran la PCR porque podría tratarse de un caso de covid. Así que la buscaron otra vez y le hicieron la prueba.

El jueves, 12 de marzo, al doctor le llegó la confirmación por parte del hospital: la mujer había dado positivo en covid, y quedaba ingresada. Posteriormente lo haría también su marido, que también se contagió. A partir del viernes, 13, el médico hizo en su casa, en una habitación separado del resto de su familia (mujer y tres hijos), un aislamiento de varios días que completó, afortunadamente, sin presentar síntomas de contagio. El sábado 14 el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decretaba el estado de alarma en España. Ese fue el primer brote familiar. Cuando el jueves 12 la mujer ingresó en el hospital ya presentaba neumonía. El marido lo pasó peor; estuvo más de un mes en la UCI. Hoy, un año después, ambos se han recuperado, aunque con algunas secuelas.

Así se vivió hace un año el primer caso diagnosticado de covid en la Safor, con el pánico de no saber lo que vendría después, ni las verdaderas vías de transmisión de un virus para el que no había tratamiento ni vacuna conocida.

A pesar del miedo al contagio, la primera ola apenas se notó en la comarca. El Departamento de Salud de Gandia era entonces uno de los que presentaba la menor incidencia de la Comunitat Valenciana. «Aquí el confinamiento llegó en un buen momento», opina el doctor. Pero se produjo el brote del ocio nocturno en Gandia, en julio, y a partir de ahí la tendencia fue progresivamente al alza.

Y se da la circunstancia de que el doctor Martín también trató esos primeros casos, dos hermanos que presentaban infección respiratoria en pleno verano, algo que no era normal. En total el brote, con cerca de 150 personas, obligó a la Conselleria de Sanidad a cerrar pubs y discotecas en Gandia desde el 17 de julio, si bien esta misma medida se adoptaría poco después, en agosto, para toda la Comunitat Valenciana.

Considera que la gente que cumple las normas «es la gran mayoría», y elogia el uso responsable que está haciendo la ciudadanía de la sanidad pública en un momento tan excepcional como este. La esperanza está en la vacuna. Hace unas semanas, cuando Juan Martín ya estaba inmunizado, su mujer y sus tres hijos se contagiaron de covid, por un brote escolar, con síntomas leves, pero él no, algo que atribuye a la eficacia del antídoto.

Un médico ‘influencer’ con más de 14.000 seguidores en Twitter

De origen uruguayo, Juan Martín llegó a Gandia hace más de 20 años. Además de su faceta como médico en el ambulatorio de Beniopa (un centro de salud que cubre a 35.000 habitantes) también destaca por su papel de «influencer», sobre todo a través de su cuenta personal de Twitter (@martinfd78), que se abrió en 2017, y donde tiene más de 14.000 seguidores, la mayoría sanitarios. «La creé sobre todo para poner en valor el papel de la medicina de familia», indica. También expone casos clínicos, manteniendo el anonimato de los pacientes. Utiliza la red social con un fin divulgativo y de concienciación. El 13 de marzo de 2020, nada más saber que la paciente había dado positivo, colgó un vídeo («bit.ly/3bhSJaK») para anunciar que se aislaba. A raíz de este mensaje llegaron numerosas donaciones de particulares y empresas de material de protección al centro, como mamparas, viseras o mascarillas, aunque la Conselleria también garantizó el suministro, con los medios y recursos que se tenía en ese momento. 

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