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palmas y ramos

palmas y ramos | FOTOGRAFÍA DE RAFA ANDRÉS

palmas y ramos

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Aquel 14 de abril de 1984 entró por vez primera en el pueblo de Beniopa la talla que realizó el escultor Efraín Gómez Montón. En un primer momento solo Jesús sentado sobre la pollina. Un año después, un 30 de marzo concretamente, el grupo escultórico se pudo presenciar en todo su conjunto. A la antes mencionada talla se le añadieron los discípulos Pedro y Juan más un niño que simbolizaran las tres edades del hombre. Viendo los rostros, muy probable es que Gómez Montón se inspirara en la obra plástica que hizo el veneciano Giorgione a la hora de tallar las facciones. Este tópico, muy recurrente en la historiografía del arte, viene a representar la pleitesía del Hombre hacia Dios en los tres momentos culminantes de su vida: la infancia, la madurez y la vejez.

Efraín Gómez Montón se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de València, licenciándose en la modalidad de escultura entre los años 1943 y 1948. Posteriormente continuó su formación en el Instituto de Ciencias de la Educación de València y en la Universidad de Gijón. Fue discípulo de José Pérez Gregori, quien causaría gran influencia en el hacer de su obra, y sobre todo de Enrique Galarza Moreno, para cuyo taller trabajaría y quien le adentraría en el mundo de la imaginería semanasantera. En el año 1970, consumada ya su carrera, ingresó como profesor en la Universidad Laboral de Cheste. Sería durante esta etapa cuando conseguiría ser reconocido por la VII Exposición de Arte Universitario a través de las exposiciones realizadas por la Caja de Ahorros de València.

Nacido en Benaguasil, sobradamente se puede ver en toda su obra el influjo causado por la Semana Santa Marinera, donde los grupos escultóricos pierden altura para meridionarse más con el espectador. En la Entrada de Jesús de Beniopa se percibe ampliamente este elemento a través de un trono-anda de plata corlada que sitúa su cima a la misma altura de la visión humana. En este grupo, el tallista rediseñó el esbozo que, en su momento, año 1970, utilizó para la Entrada de Jesús de Sigüenza, siendo ambos de características muy similares pero de colorimetrías diferenciadas.

El pasaje evangélico que representan es el del momento en el que Jesús entra triunfal en Jerusalén y es recibido por ramos de olivo y palmas. Estas, muy probablemente, no estarían en la escena y su presencia sea fruto de una confusión que la misma iconografía del arte todavía ha acrecentado más. En las festividades judías, las palmas se utilizaban para realizar los tabernáculos que representaban el cautiverio en Egipto durante la llamada fiesta de Sukkot. Si hubiese sido ese el momento del calendario hebreo en el cual se cita que Jesús entró en Sión tendría pleno sentido, pero tratándose concretamente de la Peshaj (de ahí Pascua) el elemento de vitoreo serían los ramos de olivo, signo de victoria en muchas confesiones religiosas. De todas maneras, el uso de la palma se encuentra totalmente expandido en la actualidad. Según la leyenda, que poco de certero tiene, dice que la primera palma fue traída a estas tierras por el hijo de Abderramán en el año 756 d.C y que esta fue madre de todas las posteriores que proliferaron por la península. Les escribo que tiene poco de certero porque tenemos constancia de su presencia con anterioridad. De todas maneras, interesante el sincretismo que a través de las palmas nos une a los tres grandes monoteísmos.

Las palmas son blanquecinas por su falta de oxígeno, ya que el corazón de la hoja está protegido por las palmas de la superficie durante todo el año. Ciudades como Elx, por ejemplo, utilizarían su destreza en el trenzado del mimbre para empezar a trabajar también este tipo de palmas devocionales. La primera palma trenzada de la que tenemos constancia en Gandia la confeccionó Baptiste Alcover para los XII duques de Gandia: Maria Anna de Borja i Fernàndez de Còrdova y para su marido el duque de Béjar, ya que la festividad del Domingo de Ramos tiene profundas raíces en nuestra ciudad. En el año 1783, por ejemplo, había una talla de autoría desconocida llamada Christ de la Palma, siendo esta una de las pocas procesiones que se realizaba en la vía pública junto con la del Viernes Santo y la dramatización litúrgica de la Visitatio Sepulchri: atribuida supuestamente a Francisco de Borja.

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