D esde hace poco tiempo se ha extendido por todo el mundo el deseo de muchas personas, en su mayoría jóvenes, por cambiar de sexo, e incluso en algunos el extraño deseo de no tener ningún sexo, despreciando así el mandato divino de «Creced y multiplicaros».

Dicen los eruditos a la violeta y otras cotorras parlanchinas que proliferan por televisiones y redes sociales, que el sexo no es una cuestión genética y que el cambio de sexo es fundamental para afianzar la propia personalidad. Y es que, como advertía José Cadalso bajo el seudónimo de Joseph Vázquez: «En todos los siglos y países del mundo han pretendido introducirse en la república literaria unos hombres ineptos, que fundan su pretensión en cierto aparato artificioso de literatura. Este exterior de sabios puede alucinar a los que no saben lo arduo que es poseer una ciencia, lo difícil que es entender varias a un tiempo, lo imposible que es abrazarlas todas, y lo ridículo que es tratarlas con magisterio, satisfacción propia, y deseo de ser tenido por sabio universal».

A la vista del fabuloso negocio que el cambio de sexo puede suponer, varias multinacionales han desarrollado diversos sistemas entre los que destaca, sin ninguna duda, el de la empresa germano-sueca Durrex & Blandex, GbmH. Según el protocolo presentado por la compañía a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para su aprobación, el sistema se divide en dos partes, la quirúrgica y la protésica.

La quirúrgica se inicia con la ablación del pene o la vulva y la aplicación en el orificio resultante de una arandela de plástico denominada «tuerca madre», en la que se enrosca un pequeño grifo para evacuar las necesidades fisiológicas.

Una vez implantado este dispositivo comienza la parte protésica, donde el sujeto ya tendrá la posibilidad de elegir el sexo deseado, simplemente desenroscando el pequeño grifo y enroscando en su lugar el pene o la vulva.

Ambos atributos se presentan al público en un lujoso estuche con 11 variantes que incluyen los tres colores de las razas humanas, blanco, negro y amarillo. Tres tamaños diferentes el L, XL y XXL. Tres sabores deliciosos como fresa, chocolate y vainilla. Todos ellos con y sin vello púbico, para complacer el gusto de todos los usuarios de este revolucionario sistema que a partir de muy pronto podremos adquirir en todos los centros de El Corte Inglés.