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Reparación histórica en Tavernes

Siete represaliados de Tavernes, entre ellos el alcalde Vicente Gómez Marí, reciben un entierro digno 80 años después de ser fusilados. El acto, celebrado bajo la lluvia, contó con numerosos familiares y muchos momentos de intensa emoción

El alcalde de Tavernes se dirige a los presentes en el acto de reparación democrática celebrado el sábado en el cementerio. | TONI ÁLVAREZ CASANOVA

Uno de los asistentes fotografía los pequeños féretros, cubiertos con la bandera de la República Española. | T. Á. C.

Ni siquiera la incesante lluvia logró quitar un ápice de emotividad al acto que tuvo lugar el pasado sábado en el cementerio de Tavernes de la Valldigna en honor a los siete vecinos de este municipio fusilados por el régimen de Franco tras la guerra civil y cuyos cuerpos han logrado ser recuperados e identificados de la fosa 112 del cementerio de Paterna.

Un momento para la historia, el día en el que, como indicaba Carmen Gómez, presidenta de la asociación de familiares que ha luchado para que llegara ese momento, estos hombres regresaban «a casa, su pueblo, de donde nunca tendrían que haber salido». Porque se marcharon, a la fuerza, presos por un régimen que los acusó de no comulgar con sus ideas políticas y ya no volvieron. Fueron asesinados de forma injusta y enterrados en fosas comunes junto a otras 100 personas «dejando en la miseria a sus familias», que nunca volvieron a verles, como recordaba Gómez.

El del sábado fue un acto de reparación y de dignidad hacia las familias y hacia las víctimas. La música de un dúo de violín y piano, que no dejó de sonar en ningún momento, aumentó la emotividad del momento.

Varios de los presentes eran hijos o hermanos de las personas que descansaban en los cofres que fueron entregados a las familias por parte del laboratorio que ha llevado a cabo los análisis de ADN para la identificación, por lo que es fácil saber qué sentían aquellos que durante toda su vida han convivido de forma directa con esa ausencia, que vieron cómo sus seres queridos un día estaban en casa y al poco les llegaba el aviso de que habían sido ejecutados y, con suerte, recibían alguna carta o pertenencia.

Colocados uno al lado de otro, tapados con banderas de la República Española y junto con sus fotografías, los restos de los siete fusilados recibieron el cariño y el calor que no tuvieron el día en que simplemente fueron arrojados a una fosa común por un enterrador.

Entre ellos estaban los de Vicente Gómez Marí, alcalde republicano de Tavernes, cuya familia promovió la apertura de la fosa y que fue asesinado el 9 de diciembre del 1939, aunque su sentencia de muerte estaba firmada para un día antes, el 8, y se aplazó porque era la fiesta de la Concepción. También estaban los restos de Vicente Carbó Torres, José Duato Ferrer, José Peiró Calabuig, Felipe Escrihuela Pérez, Eduardo Sancho Sifres y Juan Bautista Solanes González.

Hasta el municipio vallero se desplazó la consellera de Memoria Histórica de la Generalitat, Rosa Pérez y también el diputado de Memoria Histórica, Ramiro Rivera, que presidieron el acto junto al alcalde, Sergi González, la concejala de Memoria Histórica, Noèlia Alberola, y la propia Carmen Gómez, que es nieta del alcalde republicano fusilado.

Entre los asistentes no solo estaban los familiares de los represaliados cuyos restos han podido ser identificados, sino también los de otros de la misma fosa que no han tenido, por el momento, la misma suerte. Uno de ellos protagonizó el que fue, sin duda, el momento más emotivo. Felipe Escrihuela, nieto de Felipe Agustí Altur, recitó un poema que su abuelo escribió horas antes de ser fusilado para enviar a su familia. Lo hizo de memoria y con un desgarro que provocó que muchos de los presentes derramaran sus primeras lágrimas. Al finalizar arrancó un sonoro aplauso.

Una de las más emocionadas fue Carmen Gómez, que en su discurso no pudo contenerse y, también entre lágrimas, señaló que «al final os reencontraréis con vuestras familias, aunque sea de forma espiritual, con sus esposas, madres y padres, hijas e hijos. Ellos y ellas son quienes realmente deberían estar aquí», indicaba. «A ellos les correspondía, y no a nosotros», añadió Gómez, en clara referencia a los muchísimos años, ochenta, que han tenido que transcurrir para devolver la dignidad a los represaliados del franquismo.

La presidenta de la fosa 112 recordó que allí se habían dado cita «hasta cuatro generaciones» que nunca tuvieron un lugar en el que poder visitar a sus seres queridos fallecidos. «El tiempo no lo cura todo. Todavía hay demasiadas heridas para cerrar, demasiadas fosas comunes y cunetas con miles víctimas», recordó. Pese a ello, quiso lanzar un mensaje conciliador y de unidad: «los valores de la libertad, la igualdad y la fraternidad deben pervivir en sus descendientes. El olvido no entra en nuestras mentes pero somos conscientes de que es necesario que la sociedad progrese y avance a una mejor vida en comunidad, siguiendo el modelo de los valores republicanos». Por último, Gómez quiso dejar claro que «nuestra lucha va de ideologías, ni de derechas ni de izquierdas, se trata de derechos humanos».

La consellera de Memoria Histórica, Rosa Pérez, por su parte, agradeció «la lucha de las familias» y pidió «perdón» en nombre de las administraciones que han demorado demasiado en saldar esta deuda con las víctimas del franquismo.

El alcalde, Sergi González, destacaba que «es un día que nunca olvidaremos por todas las emociones que hemos vivido en este acto necesario de reparación y justicia democrática, el cual permite a las familias mitigar el sufrimiento durante estos años».

La concejala de Memoria Histórica, Noelia Alberola, por su parte, recordaba que «más de tres años de lucha conjunta y un largo proceso, hoy es un día muy importante y emotivo porque las familias han podido dar una sepultura digna a sus seres queridos».

El acto finalizó con un minuto de silencio, tras el cual los presentes escucharon el himno de la República Española. Desde ahora, además, una placa en la entrada del cementerio recuerda a todos los represaliados del franquismo.

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