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El CEIP Sant Miquel de Tavernes se convierte en altavoz del barrio

El alumnado de cuarto de primaria, de 9 y 10 años, hace llegar al Gobierno local una serie de propuestas para mejorar su entorno tras detectar suciedad, falta de accesibilidad o carencia de servicios, entre otras

El CEIP Sant Miquel de Tavernes se convierte en altavoz del barrio

Juegan en los parques y las calles, disfrutan de las instalaciones deportivas y participan en las actividades lúdicas que organizan las administraciones y las entidades especialmente para ellos. La sociedad se vuelca en que la infancia crezca feliz, que se forme y adquiera competencias sin interferencias. Todo ello, en ocasiones, con exceso de paternalismo y obviando que por el mero hecho de ser niños y niñas no tienen conciencia de la sociedad en la que viven.

Nada más lejos de la realidad. Cuando se les estimula y motiva son muy capaces de reconocer aquello que les rodea e identificar qué está bien y qué está mal. Ellos y ellas, tan pequeños y pequeñas, se crecen y son capaces de cambiar su entorno o, al menos, intentar que gracias a su visión, mejore la sociedad.

Eso es lo que han hecho en el colegio Sant Miquel de Tavernes de la Valldigna. Alumnado de cuarto de primaria, de entre 9 y 10 años, coordinado por el maestro Enric Borràs, ha llevado a cabo un proyecto que pretende ser algo más que un trabajo académico y busca que se plasme en la mejora del barrio que rodea el centro. No en vano, lo han hecho llegar a los responsables públicos del municipio, que incluso acudieron al centro a escuchar sus reivindicaciones.

La actividad arrancó con una visita por las calles de la zona del Cambro, ubicada al oeste de la localidad. Fue un ejercicio para observar y evaluar qué carencias detectan para proponer mejoras reales.

El entorno del colegio Sant Miquel no ha estado históricamente todo lo bien tratado que debería por parte de la administración local. Y eso, los niños y las niñas, lo tienen muy claro, como ayer mismo pudo comprobar este periódico en una pequeña charla.

«El barrio está muy abandonado», dice, muy segura de si misma, Nicoletta, de 10 años. «Las aceras son inaccesibles y por el suelo vemos muchas colillas de cigarros y excrementos de mascotas». La pequeña explica que «hicimos una excursión por el barrio para ver cómo estaba». Y no cabe duda de que su impresión fue del todo menos buena.

Rania, de la misma edad, insistía en que «el pueblo está abandonado» y apuntaba que «queremos mejorarlo para que sea más habitable». El niño A no quiere que aparezca su nombre pero sí realizar su aportación: «Alguien que va con silla de ruedas no puede transitar bien por esta zona. Además, hacen falta más comercios de barrio, de proximidad» y luego apunta que «hay muchas naves industriales cerradas». Denuncian que no hay ni un horno de pan en las proximidades ni tampoco una tienda en la que adquirir productos de alimentación después de que cerraran las últimas que quedaban por jubilación de los dueños, lo que obliga a ir hasta el supermercado ubicado a más de 15 minutos de camino para comprar pan.

A sus 9 años, Alessandro tiene claro que otra de las carencias del barrio está en los servicios. «Hace falta una zona deportiva y zonas verdes», indica.

En sus conclusiones generales, las clases de 4º A y 4º B consideran que la coyuntura que ha provocado esta situación en el barrio tiene varios factores. En primer lugar que la planificación del crecimiento urbanístico de Tavernes se ha hecho hacia el este, «donde se han destinado más recursos». Después la existencia de un gran número de viviendas sociales, «a lo que no se le da la importancia que tiene cuando son las que más atenciones necesitan» y por último creen que se debe al envejecimiento de la población en la zona.

Pero el trabajo no se queda en la crítica, sino que profundiza más y propone una serie de mejoras que los propios niños y niñas detallan. Agustí, de 9 años, por ejemplo, propone que se plasme arte urbano en las paredes de las naves abandonadas «para hacer más atractivo el barrio y darle más colorido», señala. Rayan, por su parte, propone un mercadillo «para dinamizar el barrio y atraer más comercios». Maruan añade que se podrían «demoler las naves que no están en uso para hacer más zona verdes.

El alumnado, además, ha presentado un decálogo con una serie de propuestas que han presentado por registro de entrada en el ayuntamiento y que entregaron también en mano a un representante de cada partido para hacerle llegar las necesidades del barrio. «Nos dijeron que todo lo que pedíamos era realizable y asumible» y también «nos dijeron que teníamos razón», señalan los escolares, orgullosos del trabajo que han realizado por el bien de su pueblo.

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