La reciente aparición del libro del profesor Andreu Casadevall, Las neurosis de Dalí, pone al descubierto varios secretos de la vida del gran pintor hasta ahora desconocido.

Todo comenzó a los trece años cuando Salvador tuvo su primera menstruación, que su padre, notario de Figueras, la calificó de «pa amb tomaca». A partir de entonces, el joven Dalí, influido por la dualidad de género, comenzó a imaginarse que su cara era un enorme queso Gruyere y bajo de sus axilas crecían espárragos trigueros. Esas obsesiones, que Sigmund Freud describe en su Tratado de neuróticos y libidinosos, en contra de las teorías de Schopenhauer, se acentuaron años más tarde cuando Dalí ingresó en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Luis Buñuel y a Federico García Lorca, con los que comenzó el rodaje de la célebre película El perro andaluz. Recuerda Buñuel en Challegiers de cinema que durante las noches, Federico entraba en la habitación de Salvador con un tarro de mayonesa para comerse los espárragos que crecían en las axilas del genial pintor.

Años más tarde del éxito de la película, la llegada a Cadaqués de Gala y Paul Éluard, poeta del Dadaísmo y el Surrealismo, cambió la vida de Salvador al formar con ellos un ménage à trois. Pero su vida en la cama resultó un infierno porque Paul Éluard roncaba como un cerdo, mientras a Gala se le enfriaban los pies y constantemente los colocaba sobre la cara de Dalí para que les diera calor. La situación se hacía insostenible y al final Salvador decidió meter a Paul Éluard en un viejo baúl y mandárselo a Francia a su amigo Jean Paul Sartre, un sujeto taciturno que presumía de usar calzoncillos almidonados y vendía bocadillos de filosofía en la Sorbona.

La primera idea de Gala para explotar la figura del genial pintor de Cadaqués fue crearle un sofisticado bigote con las puntas hacia arriba a modo de antena, asegurando que por ellas entraba la inspiración creadora del pintor. Fue entonces cuando Dalí dio a luz sus más célebres cuadros como El gran masturbador, La Madonna de Port Lligat, Los relojes blandos y El Caganer y El Generalito, que representaba a Franco vestido de militar con pantalón corto y tirando de un caballo de cartón.

La salud de Gala se vio muy afectada por los éxitos del pintor y según cuenta en sus memorias apócrifas el doctor Jordi Pujol, acabó muriendo de una indigestión de euros en el hospital de la Banca Catalana.

La muerte de Gala afectó en gran manera la salud de Salvador Dalí y el 23 de enero de 1989, su amigo y secretario Enric Sabater se lo encontró muerto y levitando sobre su cama.