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Vida y trágico final de un magistrado ejemplar de Gandia

El magistrado, considerado un hombre conservador durante los años previos a la guerra, acabó siendo fusilado tras un proceso injusto

Vida y trágico final de un magistrado ejemplar de Gandia

En la partida de la Paloma, lindante con un antiguo rahal musulmán, Francisco Aragonés construyó su alquería en 1721, en unos terrenos que alcanzaban una extensión de cien hanegadas.

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En un protocolo notarial del Archivo de Gandia consta que en el año 1770 el doctor Cayetano Aragonés, presbítero de la Catedral de Valencia, arrendó a Joseph Hernández, vecino de Benipeixcar una casa y 100 hanegadas de huerta y secano en la partida de la Paloma en término de Bellreguard por un periodo de 6 años al precio de 200 libras anuales siendo testigos Francisco Ramón, cirujano sangrador y Joseph Cremades. Otra alquería cercana, la denominada de Culot, también fue propiedad en su momento de la Familia Aragonés.

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Con el tiempo la propiedad fue pasando a manos de distintos titulares y, tras la nevada de 1958, se produjo una emigración en la localidad de Bellreguard tras la cual las alquerías quedaron abandonadas y el paso de inclemencias y temporales acabaron desmoronándolas. En la actualidad tan solo quedan los muros de la Alquería de Aragonés.

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En este municipio la familia Andrade era titular de la denominada Casa de la Señoría que, recayente a la carretera nacional Valencia-Alicante, por su parte trasera anexionó una casa con el fin de dar salida a la plaza de la Iglesia, en la que, en tiempos pasados, estuvo instalado el Trapig o ingenio para extraer el azúcar de la caña, actividad que tanta importancia y riqueza le dio a los duques de Gandia.

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Felipe Aragonés Sorolla, nacido en 1875 en Peñíscola y abogado de profesión, se casó con Enriqueta Andrade Villalobos en Bellreguard, que era hija de Saturio Andrade Gutiérrez, Coronel de Caballería natural de Burgos destinado en Barcelona. La Revista de Gandia en un comunicado le dedicaba una pequeña crónica. «Después de una brillante historia militar, tomando parte en importantes acciones de guerra y arrastrando las fatigas propias de la milicia con sereno valor, conquistando por ello con otras la Cruz de San Fernando de primera clase y la placa de la Real y Militar Orden de san Hermenegildo, obtuvo el retiro tan ilustre varón».

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En 1915 Felipe Aragonés figuraba como director general del Sindicato de Riegos del Río de Alcoy y sus afluentes en la huerta de Gandia. El 5 de febrero de 1920 se celebró en Gandia el centenario natalicio de la escritora Concepción Arenal del cual se hacía eco Revista de Gandia. «El Sr. Aragonés leyó unas cuartillas, presentando con galanura de estilo, a la genial escritora y filántropa como una de las celebridades femeninas de nuestra España y reseñando su fecundo apostolado en favor del pobre y desvalido». Felipe falleció el 4 de febrero de 1924, alejado de la política. Nunca ambicionó cargo alguno, ni siquiera el de Juez Municipal, a sabiendas de que tenía derecho preferente.

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En cambio, su hijo, Felipe Aragonés Andrade, fue quien obtuvo, en marzo de 1923, la plaza de Juez de Instrucción de Cazorla (Jaén). El 23 de febrero de 1924 el alcalde de Gandia D. Rafael Ripoll, nombró secretario particular al a su hermano, aventajado discípulo de derecho, José Ignacio Aragonés Andrade. Ese mismo mes fue elegido presidente del Sindicato de Policía Rural de la ciudad Ignacio Gómez Trevijano, tras la vacante dejada por defunción de su padre.

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En mayo de 1924 Felipe Aragonés se traslada desde Cazorla a Sueca tras su ascenso a Juez de Primera Instancia. En junio de 1925 la Revista de los Tribunales publicaba un artículo firmado por Manuel de León el cual hace un cumplido elogio de Felipe Aragonés, artículo que la Revista de Gandia reprodujo: «Uno de los jóvenes que por su extensa e intensa cultura jurídica y sociológica enaltece la administración de justicia sirviéndola con sabiduría, rectitud, altura de miras y adhesión fervorosa, es el honorabilísimo juez de Sueca, quien ingresó tras una brillantísima exposición en la carrera judicial con el número dos, después de haber culminado en las aulas de la Universidad central siendo la admiración del ilustre catedrático Sr. Posada que bien percatado de las altas dotes de inteligencia y vocación científica del Sr. Aragonés, trata de abrir a este horizontes intelectuales de la enseñanza universitaria».

La boda entre Felipe y Aragonés y Rosa Pérez Bañó tuvo lugar el jueves 12 de octubre de 1925 en la capilla de la Virgen de los Desamparados de la Insigne Colegiata de Gandia. En enero de 1927 tuvo lugar el traslado desde Sueca hasta su nuevo destino de Nador (Melilla) donde desempeñó el cargo de Presidente del Tribunal de aquella región Africana.

Poco tiempo le duró su estancia en Nador ya que, en febrero de 1929, fue nombrado Juez de Instrucción de Callosa de Ensarriá, donde su esposa dio a luz a una niña. En los años siguientes Felipe protagonizó numerosas conferencias que fueron destacadas por su brillantez. Citamos, a modo de ejemplo, que la revista Bayren el 16 de junio de 1929, comentaba la notabilísima conferencia que pronunció a cerca de «La Administración de la Justicia», destacando que entre los Deberes Nacionales figura uno «de extraordinaria importancia, el de administrar Justicia».

Posteriormente fue nombrado por el Gobierno Juez Especial para resolver en Cataluña, en el plazo de 60 días, más de dos mil pleitos sobre contratos de arrendamiento, haciendo una labor tan intensa y justiciera que rabasaires y propietarios, unidos, acabaron por rendir homenaje «a la rectitud y competencia del juez de todos en un fraternal banquete en su honor que se celebró en la ciudad de Vich».

El mes de junio de 1933 los éxitos alcanzados en sus misiones especiales en Cataluña fueron pruebas evidentes de la confianza de la Judicatura en Felipe Aragonés, por lo que fue nombrado por el Tribunal Supremo Juez Especial con jurisdicción penal para toda España y norte de África. Con tal motivo cesó en los cargos como Juez de Castellón de la Plana y Especial en Valencia en los que últimamente desempeñaba su función. En mayo de 1935 Felipe fue ascendido a Magistrado de Palma de Mallorca siendo el más joven de España.

Gandia le rindió un gran homenaje en el espacioso local del Círculo Liberal, donde no faltó la gran familia de la abogacía local. El semanario El Momento, trasladaba la noticia a sus lectores el 20 de mayo en su portada.

El 29 de noviembre de 1935 la Revista de Gandia daba a conocer a sus lectores la edición de todas las sentencias del Tribunal Supremo de España hasta el 31 de diciembre de 1934 acertadamente catalogadas bajo el título: «La jurisprudencia sobre el divorcio civil».

El 8 de julio de 1938 falleció su hermano Saturio, el benjamín, a la edad de 17 años. Fue enterrado en el panteón familiar del cementerio de Bellreguard, donde se hallaban los restos de su antepasado Francisco Vicente Aragonés Riera, que fue notario durante más de 40 años en Gandia.

El 18 de julio de 1936, Felipe, siendo magistrado de la Audiencia Provincial de Castellón, participó, en calidad de presidente, en tres juicios del Tribunal Popular, constando su participación en dichos procedimientos, que finalizaron con cuatro sentencias de muerte.

Este hecho marcaría el trágico final de su vida, porque, al finalizar la guerra civil, nada mas ser detenido, se inició en Valencia un Consejo de Guerra por el que fue condenado a la pena capital.

Las excarcelaciones y aligeramiento de penas aplicadas a numerosas personas de derechas, por actos cometidos antes del conflicto, así como su ascendencia conservadora y católica de Felipe Aragonés, de nada le sirvieron para exonerarle de la fatal sentencia.

La ejecución tuvo lugar en Paterna el 17 de agosto de 1939 a las 8 de la tarde, junto con quince personas, en un lugar conocido como el «Paredón de España».

De esta manera, dejaba viuda y dos huérfanas, Rosa María y Enriqueta Aragonés Pérez, quienes posteriormente donaron el bastón de magistrado a la imagen de la Virgen de los Desamparados situada en la Colegiata de Gandia.

Del Consejo de Guerra y su condena a muerte José Luis Porcar Orihuela hace un excelente y minucioso seguimiento en su trabajo para el congreso internacional Cultura i Exili (1939-2019) bajo el título de «Felipe Aragonés Andrade. La Justicia condenada».

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