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Diez años del 15M: los días en que la indignación tomó Gandia

Levante-EMV reúne en la misma «Plaça de la Indignació» a un grupo de personas que participó activamente del movimiento en 2011: «Sin la acampada hoy el mundo sería un poco peor»

Un momento de la asamblea conmemorativa de los 10 años del movimiento en Gandia, esta semana. | DANI MONLLOR

18 de mayo del 2011. En los medios de comunicación hace tres días que hablan de un movimiento histórico. Ha surgido en Madrid, de forma casi espontánea, y ha tomado la Puerta del Sol como símbolo. Las tiendas de campaña, las pancartas y las asambleas conquistan aquel espacio, que acoge un movimiento que ya ha llegado a otras ciudades españolas, como Barcelona o València. En Gandia, ese día, empieza a cocerse algo. Un grupo de Facebook, mucha gente indignada y con ganas de hacer activismo, de que la calle se convierta en altavoz de sus luchas, y un SMS con un mensaje animando a acudir a la primera asamblea y el típico «pásalo». No existía aun el WhatsApp.

Diez años del 15M: los días en que la indignación tomó Gandia | DANI MONLLOR

La cita era al día siguiente en la plaza de l’Escola Pia. 19 horas. Hay quien, como Cecilia López, no confiaba en que el movimiento tuviera éxito en Gandia, como ahora reconoce. A ese primer encuentro acudieron unas 50 personas, a quienes les dio la bienvenida una fina lluvia, que no hizo más que incrementar la sensación de bochorno. La mayoría de los presentes no se conocían entre sí pero en ese momento les unía la indignación, las ganas de poner patas arriba el sistema político y económico del país, de que las instituciones comprendieran que el poder residía en el pueblo y que la calle era su parlamento, de hacer que la ola de indignación que llegaba desde otras partes del país se convirtiera en un tsunami. La calle ardía en plena campaña electoral del 2011 para renovar los ayuntamientos y las autonomías.

Diez años del 15M: los días en que la indignación tomó Gandia |

Había que romper el hielo, alguien debía tomar la iniciativa. Un joven Nahuel González, hoy concejal del Ayuntamiento de Gandia y que había acudido acompañado de un grupo de amigos, tomó la palabra. Imprimió y leyó el decálogo que se había consensuado en Madrid para dar paso a las intervenciones libres de quien quisiera expresarse y presentar propuestas. Por ir al grano: todos estuvieron de acuerdo en acampar, como se había hecho en Sol.

Diez años del 15M: los días en que la indignación tomó Gandia | XIMO FERRI

Pero nadie iba preparado para pasar la noche. Así que la primera decisión que se tomó fue trasladar la asamblea a la plaza Major. Hasta allí se desplazaron algunos de los presentes en una especie de reconocimiento del terreno y para preparar el desarrollo de la acampada. Se acababan de conocer. Había mucho que hablar y muchas vivencias que compartir, así que la tarde se acabó alargando hasta entrada la madrugada, aunque aún no se durmió en la plaza.

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Al día siguiente, por la mañana, empezaron a aparecer las tiendas de campaña. Para ese 20 de mayo se había convocado la segunda asamblea, la que daría impulso al movimiento. Acudieron más de 300 personas en una movilización histórica. Así empezaba oficialmente el 15M de Gandia.

Joan, Debora, Miquel, Jose, Silvia, Cecilia, Begoña, Pere, Poma. Son nombres y caras que a partir de ese día y durante las siguientes semanas se hicieron familiares. El 15M, como movimiento asambleario, no tenía líderes ni portavoces.

Esta misma semana se han cumplido diez años desde que en la capital de la Safor estallara el movimiento 15M.

En la misma plaza, rebautizada entonces como «Plaça de la Indignació», que fue escenario de aquellos días históricos, Levante-EMV reunía el pasado martes a algunas de las personas que participaron activamente de las acciones que se sucedieron durante algo más de un mes.

Begoña Martí recuerda aquellos días. «Estábamos todos a la puerta de casa esperando a que algo nos hiciera salir a la calle y aquel movimiento lo consiguió». Cree que fue algo «muy esperado» porque «nos encontrábamos en una situación de malestar a nivel general, no funcionaban bien las cosas», indicaba.

De Bélgica a la plaza

El caso de Margalida Muñoz es muy curioso. Recuerda que por entonces ella se encontraba en Bélgica. «En cuanto me enteré de que se estaba cociendo el 15M en Gandia hice la maleta, cogí el primer avión y me vine direcamente a la plaza con la maleta para acampar», explica. «Aquí, aunque no conocías a nadie, sentías que no estabas sola, que había más gente indignada».

Debora Puertas, por su parte, recalca que «había un caldo de cultivo, era algo que estábamos esperando».

Silvia Pérez, uno de los rostros más visibiles del movimiento, recuerda cómo se enfrentaron a aquella realidad. «Partíamos de cero. Nos íbamos organizando tal y como surgían las necesidades». Se formaron decenas de comisiones que debatían sobre problemáticas de todo tipo: vivienda, economía, educación, feminismo, otras capacidades, etc. Se trataba de concretar propuestas. «Las primeras asambleas se hacían con megáfono y la gente decía lo que quería», recordaba.

Las tiendas fueron tomando la plaza y hubo mucha solidaridad. Llegaba comida, ropa de abrigo, altavoces para las asambleas, folios, materiales para elaborar pancartas. Mucha gente que no participaba activamente en las asambleas acudía con carros llenos.

Pere Garcia aún recuerda la sensación que tuvo hace diez años. «Yo tenía el deseo de que aquello ocurriera. Había mucha creatividad en la gente y mucho sentido de la colectividad. Recuerdo que la asamblea era como una terapia», explicaba.

La acampada se desarrolló, además, durante una campaña electoral, la que aupó al PP al gobierno de Gandia. Era habitual ver a candidatos o miembros de listas en alguna asamblea, incluso al propio Arturo Torró, que después sería alcalde, o al actual portavoz de esa formación, Víctor Soler.

Uno de los momentos más tensos fue cuando, ya con los comicios celebrados y tras la victoria de Torró, este acudió a una asamblea y se atrevió a proponer que se dejara una fila vacía en el pleno para representantes del movimiento. La asamblea lo rechazó, ya que no querían que nadie les instrumentalizara, no entendían la política de ese modo y, además, consideraban que la entrada a la Casa Consistorial era libre y nadie debía tener ese privilegio.

La acampada se levantó a medidados de julio. «Se decidió en una asamblea muy larga en la que no hubo consenso, pero la mayoría ya decidió no acampar más», recuerda Debora Puertas. Además, la Policía Nacional desalojó a las pocas personas que se quedaron.

¿Pero qué queda del 15M en Gandia después de 10 años? Silvia Pérez está convencida de que «el mundo sería mucho peor sin ese movimiento». La activista asegura que «la PAH es el orgullo del 15M de Gandia», puesto que el organismo que surgió de la comisión de vivienda sigue activo a día de hoy ayudando a mucha gente a no perder sus casas.

Joan Cogollos, figura más visible del movimiento contra desahucios, sin embargo, es más pesimista. «Yo me he ilusionado con dos o tres revoluciones como la del 15M y siempre pasa lo mismo. Acaba diluida y absorbida por el sistema», aseguraba. Cree que existe «poco sentido colectivo», lo que lleva a fracasar a este tipo de revoluciones.

Pere García, en cambio, cree que «nos queda la plaza» como símbolo del poder del pueblo y como espacio que «podría ser de nuevo la solución». Cristina Ortega cree que «es posible otro 15M porque tenemos que estar desencatados». A coro, todos aseguran que hoy, pasados 10 años, «las reivindicaciones serían las mismas que entonces. Se podría leer el mismo decálogo».

Pero no puede quedar la sensación de que no se logró nada. Del 15M salieron a la luz muchos temas que hasta entonces pasaban desapercibidos: los desahucios, la participación ciudadana, el feminismo, la conciencia medioambiental o las desigualdades sociales.

Del 15M al gobierno de Gandia

Aunque la base del 15M fue el activismo de calle también hubo quien venía de la política y luego siguió en ella. El caso más claro es el de Nahuel González. El actual concejal de Cultura lleva dos legislaturas como miembro del Gobierno de Gandia. Tanto él mismo como el resto de compañeros dejan claro que no es un representante del movimiento en las instituciones, sino «alguien que de la calle dio el salto a la institución». De hecho, González recuerda que «me nombraron secretario local de EUPV cuando la acampada ya estaba disuelta y me alejé del movimiento».

El edil cree que la acampada fue «un movimiento útil» sin el que, asegura, «las fuerzas progresistas no hubieran trabajado ciertos aspectos o hubieran adoptado ciertos discursos». Para González, fue «un movimiento revolucionario».

Sobre el inicio del movimiento lo recuerda como «un momento muy bonito» y asegura que «en la plaza Escola Pia, aquel primer dia, había gente que tenía diferentes formas de pensar pero algo en común, todos eran buenas personas». Y concluye que en estos años «he intentado ser consecuente con aquellos valores».

Diez años después. 1 Un grupo de personas que participó en el 15M en 2011, reunidas en la plaza Major el pasado martes para conmemorar los 10 años, con una de las pancartas más recordadas. F

2 La segunda asamblea, el 20 de mayo del 2011, llenó la plaza Major de Gandia, en una jornada histórica. F

3 Primera asamblea en la plaza Escola Pia, donde se decidió acampar al día siguiente. F

4 Otra imagen de la segunda asamblea, en mayo del 2011. F

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