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Oliva quiere engrandecer la fiesta de las Calderes de Sant Antoni

La actividad se recuperó en 1999 por parte del consistorio tras unos años sin celebrarse porque se consideraba que ya no había tanta necesidad entre las familias de la localidad

El párroco bendice las calderas, ante la mirada de decenas de vecinos y vecinas de Oliva. | MIQUEL FONT

Oliva quiere engrandecer su popular fiesta de las Calderes de Sant Vicent. Para ello, el ayuntamiento se ha fijado como objetivo que sean declaradas como de Festa d’Interés Turístic. Así lo anunció el concejal de Turismo y Playas, Quino Calafat, durante el showcooking virtual que tuvo lugar el pasado viernes en la Feria Internacional del Turismo (Fitur), que tuvo lugar en Madrid durante la pasada semana, donde los festeros de Sant Vicent, guardianes de la esencia de este espectáculo gastronómico único, cocinaron el plato para todo el mundo. El edil Calafat anunciaba la apertura del expediente administrativo para lograr el reconocimiento.

Las Calderes de Sant Antoni se celebran todos los años durante el mes de enero, alrededor de la celebración de Sant Antoni Abad, que se celebra el 17 de enero.

Se trata de un acto que cuenta con una gran aceptación en la ciudad y otros municipios próximos de la comarca por su singularidad. Resulta espectacular ver cómo se cocinan más de una decena de calderas al mismo tiempo. Más allá de ser un gusto para el paladar, la fiesta también supone toda una experiencia visual.

Además, otro de los aspectos importantes es su origen, hace 74 años, ya que su idea original era paliar el hambre de aquellas familias de la localidad más necesitadas. Fue, en concreto, Antonio Montagud Garrido, párroco entonces de la iglesia de Sant Roc, quien inició una tradición que acabó convirtiéndose en fiesta.

En aquella época, al religioso se le ocurrió, como paliativo, llevar a cabo las que denominó «Calderes de Sant Antoni del Porquet». Corría el año 1947. Esta actividad incrementó la popularidad de la fiesta en el barrio.

Cada año, como cuenta la historia, se nombraba una comisión de festeros que arrancaban sus actividades pidiendo modestas cantidades de los ingredientes entre los domicilios del municipio para la elaboración de las Calderes. Además, se sacrificaba a un cerdo. Y con todos los productos recibidos se guisaban las patatas, la carne y el arroz. Hubo años en los que se llegaron a elaborar hasta un total de doce calderas, dando para comer a unas doscientas personas, con la reserva siempre de de ellas para la residencia de ancianos y otra para el Convento de las Monjas Clarisas de la localidad.

Los animadores de la fiesta fueron Antonio Riera Mena y Bautista Orquín. Las «Calderes de Sant Antoni» siguieron durante unos años, guisándose en el domicilio de Isabel Morera, hasta que se consideró que había un mejor nivel de vida general y dejaron de hacerse en el año 1968.

En 1999 se recuperó la fiesta gracias a la iniciativa del entonces concejal de Fiestas, Juan Escrivà, conjuntamente con el técnico cultural Josep Antoni Santacreu y el representante de la Comissió de Festes de Sant Vicent, Joan Orquín, que se mostró muy interesado por llevar adelante esta propuesta. Se ha podido realizar ininterrumpidamente desde entonces excepto este año 2021 por la pandemia de la Covid-19.

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