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Adiós al curso más atípico

Directores y jefes de estudio de colegios de la comarca remarcan el golpe emocional de la pandemia entre el alumnado y destacan la positiva adaptación de los niños y las niñas a las normas anticovid

Niñas y niños con mascarilla y separados en el aula de un colegio de Gandia. | ÀLEX OLTRA

Ha llegado el día. Hoy se cierran, hasta el próximo mes de septiembre, libros y cuadernos, se guardan los lápices de colores y se cierran las mochilas. Hoy, los colegios e institutos de la comarca de la Safor se llenan de un silencio que solo romperán aquellos docentes que durante las próximas semanas seguirán trabajando. Hoy acaba el curso escolar más atípico, el de la pandemia, el de la toma de temperatura y mascarilla en el aula, el de los grupos burbuja y los itinerarios de entrada y salida, el de los turnos para entrar y salir y, sobre todo, el de la tristeza. Porque sí, aunque, al final, parecía normal, no lo era. Ni lo fue en septiembre, cuando arrancaba un curso de lo más incierto, ni lo es ahora, que acaba con la auténtica lección que han dado las comunidades educativas, empezando por el alumnado, pasando por el profesorado y acabando por la mayoría de familias.

Porque si en algo coincide la mayoría de directivos de los colegios de la Safor es en el impacto emocional que la pandemia y la nueva forma de vivir la etapa escolar ha tenido en unos niños y niñas que a partir de los 6 años se han visto obligados a no quitarse la mascarilla en todo el día o a tener que untarse gel hidroalcohólico varias veces al día.

«Ha sido un curso durísimo». Así de tajante se mostraba ayer Ana Hijarro, directora del CEIP Les Foies, del Grau, en conversación con Levante-EMV. «Lo ha sido a nivel de coordinación del funcionamiento del centro, porque han desaparecido las reuniones de pasillo o los encuentros en la sala de maestros, donde se intercambiaban muchas impresiones y lo ha sido a nivel directivo, porque todo el equipo ha estado pendiente constantemente de que todo funcionara», explica.

Hijarro agradece que «el profesorado ha trabajado al 200 por cien» en un curso en el que no solo se han tenido que preocupar de las materias educativas, sino también de estar pendientes de que se cumplieran las normas anticovid por parte de los niños y las niñas. «Me quito el sombrero por cómo ha trabajado el claustro».

Pero, sobre todo, destaca la actitud del alumnado: «ha sido ejemplar», indicaba. «Se ha adaptado a la perfección a todas las normas que teníamos. Dos patios, tres salidas diferentes, mascarillas, etc. y lo han cumplido a la perfección».

En algo en lo que coinciden todos los docentes consultados es, además de en el impacto emocional de la pandemia, el que han tenido los seis meses de inactividad del curso anterior. «Los niños que emocionalmente son más débiles necesitaban ese afecto del contacto con el resto de compañeros y compañeras, la relación de las diferentes clases y han notado mucho esa falta de contacto». Por otra parte, aseguraba que «esos tres meses que nos faltaron de curso provocaron que no se adquirieran las competencias necesarias para cambiar de nivel».

A lo largo del curso ha habido dos momentos clave, como destacan directores y directoras. El primero fue el inicio de curso por la incertidumbre y porque, tras el verano, hubo muchos contagios y aulas confinadas. El segundo, tras la Navidad, durante la durísima tercera ola, donde aumentó el número de alumnos y alumnas confinados.

Pese a ello, todas y todos destacan el bajísimo porcentaje de contagios que se han producido en las aulas, ya que la gran mayoría se registraron fuera.

Tatiana Bohigues, jefa de estudios del colegio Joanot Martorell de Xeraco, señala noviembre como el mes mas duro. Pero, tras este bache «a partir del segundo trimestre ha sido un curso más normal de lo que pensábamos».

Explicaba que para el alumnado «ha sido muy fácil entender las normas de distancia en el patio y uso de la mascarilla», algo en lo que coincide la mayoría de directivos consultados. «Se han adaptado muy bien», indicaba.

A nivel docente, reconoce que «trabajar todo el día con mascarilla ha sido pesado y nos ha afectado a todos. Especialmente en los niveles de infantil, donde se trabaja el vocabulario y aprenden a vocalizar se hacía complicado», indicaba.

Àngel Ferrairó, del colegio concertado Gregori Maians i Ciscar, de Gandia, realizaba, por su parte, un balance «positivo» , siempre «teniendo en cuenta que apostamos por la presencialidad en todas las etapas y no sabíamos si iban a cerrar los centros». Ferrairó reconoce que «hemos notado el impacto psicológico de la pandemia y hemos visto síntomas de tristeza». Algo que achacaba a la «falta de contacto, de poder jugar con sus compañeros y compañeras, de poder compartir y ni siquiera cuando salían del centro podían ir al cine». A nivel docente, asegura que «es como si hubiéramos vuelto tiempo atrás a nivel de métodos pedagógicos, porque nos hemos visto obligados a desarrollar un trabajo más individualista por encima de proyectos colectivos y colaborativos que veníamos desarrollando».

Laura Cremades, directora del CEIP Sant Pere de l’Alqueria de la Comtessa, explicaba que ha sido un curso «complicado», en el cual «tanto familias como alumnado han respondido muy bien». En su centro, explica, «hemos trabajado a nivel emocional, tanto con el alumnado como con las familias, con talleres donde se ha dado peso a las emociones».

En ese sentido, Isabel·la Soler, directora del Verge dels Desemparats, de Oliva, afirmaba que «nuestro objetivo, la prioridad era que ningún niño ni niña enfermera. La educación cognitiva se puede recuperar. Otra cosa es la emocional, que esa sí que la hemos trabajado muchísimo». La directora del Desemparats remarcaba que «la suerte es que los niños y las niñas se adaptan pronto y las familias siempre han seguido el Plan de Contingencia».

Josep Vallés, director del CEIP Divina Aurora de Tavernes, por su parte, aseguraba que «todas las normas del covid el alumnado las asumió enseguida». Y destacaba «el gran esfuerzo del profesorado que tuvo que adaptar todo el contenido que no se pudo impartir durante el curso pasado por el confinamiento».

El presidente de la coordinadora de Ampa de Gandia, Federico Sanmateu, considera que la adaptación de toda la comunidad educativa a las normas anticovid en los centros educativos merece un «excelente». En esa línea, el representante de las familias recordaba que los niños y las niñas «han sido los únicos que han tenido que estar con la mascarilla puesta a todas horas y lo han cumplido a rajatabla».

Sanmateu lamentaba que este curso que ahora termina se ha vivido una situación que «ha afectado mucho al alumnado que más lo necesita, al más vulnerable. En cuanto al tema tecnológico, ha supuesto una barrera más aguda para el alumnado más vulnerable».

Por otra parte, Federico Sanmateu destacaba el trabajo del profesorado que, a su entender, «merece la misma valoración que el alumnado, el de aprobado excelente».

El presidente de la coordinadora de las Ampa de Gandia recordaba que el personal docente de la comarca de la Safor, como el del resto de la Comunitat Valenciana, «no solo ha tenido que hacer su trabajo habitual, como todos los años, sino que, además, ha tenido que hacerse cargo de unos grupos con una normativa cambiante, protocolos muy rigurosos y seguimiento continuo del alumnado para hacer cumplir la normativa».

«Tanto los docentes como el alumnado merecen un excelente»

El presidente de las Ampa de Gandia hace hincapié en la actitud de la comunidad educativa

T. á. C. Gandia

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