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La pandemia ordena la playa

El pasillo de 10 metros entre el agua y los primeros bañistas que se deja en la orilla de Gandia como medida frente al virus y la distancia entre sombrillas sirve además para mejorar la vigilancia y reducir lipotimias o casos de niños perdidos

Playa de Gandia parcelada

Las imágenes de la playa de Gandia a rebosar de sombrillas en pleno verano siempre han gustado a los políticos e impactado, en general a todos, por cuanto suponían la evidencia gráfica de que la temporada turística estaba siendo exitosa. Pero atrás han quedado esas fotografías. Tanto el verano pasado como este la estampa es similar, una gran afluencia de gente, pero con otro aspecto, la de una playa ordenada, en la que se respeta la distancia social.

Cuando el año pasado se redactaron los planes de contingencia para unas playas seguras, el Gobierno de Gandia ya anunció que en su principal escaparate turístico, la playa Nord, no habría ningún problema para mantener la distancia social. En el arenal caben perfectamente más de 31.000 personas manteniendo el metro y medio entre sombrillas o toallas. Y así ha sido. Más al norte, en l’Auir, se calculó un aforo de unas 19.000 personas. Y para Venècia y Marenys de Rafalcaïd se determinaron 8.400 personas, ya que son playas a las que acuden sobre todo los propios vecinos que tienen allí una segunda residencia. En ningún caso Gandia tuvo que parcelar sus playas, aunque el ayuntamiento vende un «kit» con cintas y estacas para quien quiera «marcarse» su territorio.

Entre todas las medidas de prevención frente al virus destaca una: el pasillo de 10 metros que se debe dejar libre en la orilla, entre el agua y la primera línea de sombrillas o toallas. Se trata de un espacio en el que está permitido el tránsito, pero no los juegos de playa. Por otra parte, la distancia mínima entre sombrillas de diferentes grupos o personas no convivientes debe ser de 6 metros.

Además, sombrillas, sillas, hamacas u otros complementos no pueden instalarse antes de las 8.30 horas, para facilitar la labor de los servicios de limpieza. La ordenanza municipal de playas prohíbe expresamente la reserva privativa de plaza en la arena con estos elementos. En este último punto hace ya cinco años que la Policía Local se puso seria. Los elementos cargados por una «pick up» cada mañana a primera hora se llevan a un depósito municipal donde los legítimos propietarios los pueden recuperar acreditando su pertenencia.

Así pues, si algo positivo puede sacarse de la pandemia en Gandia es que la playa está más ordenada que nunca. Esto es fruto, sin duda, del civismo de los bañistas, pero también de los esfuerzos que realizan cada día la Policía Local, los responsables de los servicios de arena y la Cruz Roja. Los «informadores covid» son los encargados de poner cada mañana unas banderitas que delimitan el pasillo de la orilla.

Los socorristas están encantados con las nuevas normas de distancia social, especialmente la del pasillo. «Deberían quedarse cuando pase la epidemia», opina el jefe de playas de Cruz Roja, José Vicente Belmonte, que lleva más de 25 años en este trabajo. Se han dado cuenta de que, al margen de reducir el riesgo de contagio, está sirviendo para responder más rápido a una emergencia o reducir las lipotimias, al circular mejor el aire. Incluso han bajado muchísimo los casos de niños perdidos. «Cuando salen del agua pueden identificar mejor la sombrilla de sus familiares, no se abruman tanto», apunta Belmonte.

El Ayuntamiento de Gandia, a través del Departamento de Turismo, ya ha vendido más de 6.000 «kits» de playa segura, entre el año pasado y este. Se trata de cuatro piquetas de madera y cuatro cintas que permiten delimitar en la arena un espacio de 16 metros cuadrados. Se pueden adquirir en las oficinas de Turismo de Gandia y la playa, al precio de tres euros.

El ayuntamiento encarga el ensamblaje y presentación de estos «kits» a la Fundació Espurna, que trabaja por la inserción sociolaboral de personas con discapacidad.

Lo que está triunfando este verano son los pareos, fabricados con unas dimensiones de 2 metros de ancho por 2 de largo, con la marca turística de Gandia. Cuestan 15 euros y ya se han vendido más de 300. Estos elementos se han convertido un «souvenir» más de Gandia en la era covid.

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