Si la pasada Fira de Gandia contó, dentro de la situación sanitaria, con una enorme participación ciudadana en la mayoría de los actos, aún lo fue más la presencia de personas en las atracciones montadas en el recinto ferial. Y no menos positivo es que, con el cierre de las instalaciones, la noche del pasado martes, el balance de personas atendidas por el personal sanitario pueda incluirse perfectamente en el capítulo de anécdotas.

Según datos recogidos ayer por este periódico, unas pocas decenas de personas han requerido la atención de la Cruz Roja, fundamentalmente por lesiones leves sin la mínima trascendencia. Lo más serio, el traslado al hospital de un hombre de unos 45 años que, justamente la tarde del 12 de octubre, sufrió una indisposición y quedó tendido en medio del recinto ferial.

De las otras intervenciones del personal sanitario y de emergencia, siempre remarcando que ninguna fue de gravedad, destacan las generadas por lo que bien podría considerarse como «excesos» de confianza de los usuarios en las atracciones. Así, llama la atención el caso de dos personas que participaron en la atracción de darle con fuerza a la pera del boxeo para sumar cuantos más puntos mejor. Porque, a la vista del resultados, ambos se pasaron de la ralla en el ímpetu. A uno de los chicos atendidos se le diagnosticó una lesión en un dedo y tuvo que acudir al hospital, donde, a la vista de las pruebas realizadas, se le tuvo que poner una escayola en la mano. El otro también sufrió heridas de consideración en los huesos por la dureza de los golpes que propinó a la pera.

De la misma manera, también llama la atención la falta de cálculo sobre la resistencia a las emociones fuertes por parte de algunos que no quisieron perderse las atracciones más espectaculares, como esas que te elevan a muchos metros del suelo y prácticamente te llevan volando a gran velocidad. Varias personas pagaron el atrevimiento con ataques de ansiedad que les sobrevinieron cuando ya estaban sometidos a los movimientos de las enormes máquinas, pero, pese a los gritos, no fue hasta el final del «viaje» que pudieron recibir la atención del personal sanitario. En todos los casos se trataba de calmarles, actuar contra el mareo y, obviamente, sugerirles que otra vez elijan atracciones más acorde con sus resistencia.

La Cruz Roja mantuvo, durante todas las horas en que estaban funcionando las atracciones, un dispositivo de atención para actuar ante cualquier emergencia, y según los datos recogidos cuando todo ya ha cerrado, esta ha sido una de las ediciones más tranquilas de la Fira.

Llenazo en varias jornadas

Como se ha podido observar en muchas ocasiones, casi todas las jornadas festivas que han transcurrido desde finales de septiembre hasta el martes pasado se ha registrado llenazo en el parque de atracciones, y los feriantes han quedado satisfechos, más aún cuando esta era la primera gran feria en la que participaban.

Las autoridades han tenido que controlar, y a veces limitar, el acceso al recinto ferial para evitar que se produjeran masificaciones, si bien dentro de ese espacio también se han vivido momentos en que la separación interpersonal ni siquiera se podía mantener.