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160 horas de sueldo para retirar 10.000 chicles

El ayuntamiento ordena una nueva campaña para limpiar calles con baldosas claras marcadas por cientos de «medallones»

Dos operarios provistos de espátulas retiran los chicles de la calle Major en una imagen del lunes. | LEVANTE-EMV

Como en aquella canción popular valenciana de la gallina blanca y la negra, en la vida real también existen las personas que se dedican a ensuciar, aparentemente solo porque sí, y otras que se tienen que encargar de limpiar, en este caso a costa de percibir el merecido sueldo a cuenta del erario público.

El ejemplo se está viendo estos días en algunas calles peatonales de Gandia. La empresa FCC, concesionaria del ayuntamiento para la limpieza viaria, ha puesto a trabajar a un grupo de personas para retirar los feos e insalubres chicles que los ciudadanos tiran al suelo en vez de acercarse a una papelera y depositarlo en su interior.

Esa fea actitud es similar a la de muchos fumadores que tampoco pierden ni un segundo en cumplir con las normas básicas y optan por lanzar al suelo las colillas, elementos que después se tienen que barrer o que van a parar a los colectores de aguas pluviales, complicando el proceso de depuración o contaminando el río y el mar cuando se producen fuertes lluvias.

Sin entrar en consideraciones sobre la mala educación de esas actitudes incívicas, el Ayuntamiento de Gandia informó ayer que FCC ha dispuesto un operativo para llevar a cabo «una intensa limpieza de los chicles pegados en las vías públicas» y que ese proceso durará dos semanas.

Durante ese tiempo se calcula que se tendrán que invertir 160 horas de trabajo de los operarios que ya están metidos de lleno en la labor, y la previsión es que se puedan desenganchar alrededor de diez mil «medallas» dibujadas por la pasta de los chicles que se tiran al suelo.

El trabajo en absoluto es sencillo. Los operarios, provistos de unas lanzas con espátula, tienen que rascar, uno a uno, los chicles pegados. Detrás otros trabajadores concluyen la limpieza con agua a presión. Además de la cuestión estética, con lo feo que quedan esas calles de baldosas claras salpicadas por cientos de chicles, el ayuntamiento destaca que en algunos casos causan problemas a quien los pueda pisar.

«Estos trabajos de mantenimiento de la ciudad, que implican un refuerzo de las brigadas de limpieza, están entre los objetivos marcados por el Gobierno local de calidad y confortabilidad urbana», indica el consistorio.

Operación que se repite

No es la primera vez que esta «operación chicle» se lleva a cabo. Periódicamente los servicios municipales de limpieza proceden a la retirada de esos medallones del suelo, dado que, como ocurre con otros muchos preceptos de las normas de convivencia y civismo, hay personas que no se acostumbran a utilizar las papeleras o guardar la goma de mascar en el bolsillo hasta que encuentre una.

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