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"Mi padre siempre ayudó a todos y si con sus órganos salvábamos tres vidas, debíamos hacerlo"

La familia de Juan Bautista Miñana, un hombre fallecido que donó sus órganos, cuenta a Levante-EMV cómo fue la decisión

Un momento de la operación para la extracción de los órganos a Juan Bautista Miñana. | LEVANTE-EMV

Juan Bautista Miñana Pastor era amante de la música tecno de los años 90 e incluso ejercía como DJ en un grupo de Facebook de personas que compartían esta pasión. Tenía 56 años recién cumplidos, trabajaba en turno de noche y cuando acababa su horario y llegaba a casa, su pasión era ponerse en el ordenador a escuchar y buscar canciones que le encantaban. La otra de sus pasiones era la bicicleta, por eso salía cada sábado y llevaba muchos kilómetros en sus piernas. Era una persona que, según cuenta su hija, Tamara Miñana Resa, de 32 años, «siempre ha ayudado a todo el mundo» y, por ello, la familia ha querido que fuera así hasta el último suspiro de su vida.

Los profesionales del hospital Francesc de Borja de Gandia extrajeron los órganos de Juan Bautista la pasada semana para donarlos a otras personas que los necesitaban. «Teníamos claro que si con sus órganos salvábamos tres vidas, debíamos hacerlo», explicaba ayer la joven en conversación con Levante-EMV. Si generoso fue en vida, sus dos hijos y su mujer desearon que así fuera también en su muerte.

Todo es muy reciente. Por eso, al otro lado del teléfono, Tamara necesita parar. El recuerdo de su padre la embarga pero la familia tiene claro que hacerlo público es el mejor homenaje a su padre. Viven sentimientos encontrados: por una parte está el dolor por la muerte tan repentina e inesperada de Juan Bautista pero, por otra, sienten la satisfacción de haber ayudado a otras personas enfermas.

La joven explica que fueron los doctores Manuel Solera, jefe de la UCI, y Julia Moreno quienes, una vez les informaron de que Juan Bautista no sobreviviría, cabía la posibilidad de que donaran sus órganos. «Allí sentados, en el despacho, sin mirarnos a la cara y sin hablarlo previamente, tanto mi madre y mi hermano como yo respondimos rápidamente que sí. Ni siquiera tuvimos que hablarlo entre nosotros», explica Tamara.

Solo al llegar a casa, su madre, Encarna Resa, se preguntaba: «¿Hemos hecho bien?», «y yo le dije que claro que sí, que si podíamos salvar vidas, debíamos hacerlo», señala la hija. «En casa no habíamos hablado nunca de donar los órganos pero no dudamos en dar luz verde porque no tiene precio poder darle vida a otra persona».

La familia agradece el trato que se le dispensó tanto a su padre como a ellos por parte de los y las profesionales del hospital de Gandia en todo momento. «Tuvimos ocasión de despedirnos de él en dos ocasiones antes de su fallecimiento», indica.

Todo ocurrió el pasado 3 de noviembre. La hija de Juan Bautista explica que «llevaba varios que no se encontraba bien pero era muy cabezota y, a pesar de que mi madre le pedía que fuera al médico él no quería. Iba a trabajar y todo».

La joven señala que su padre solía bromear diciendo habitualmente que «me voy a morir». Ese miércoles por la mañana se encontraba mal y pidió a su hijo, Joel, que se quedara en casa con él. «Se acostaron los dos en la cama de mis padres y al rato mi padre le dijo a mi hermano que ya se encontraba bien, que se fuera a trabajar».

Al poco, Encarna, su mujer, llegó a casa después del trabajo. «Él ya se había arreglado y todo porque decía que se iba a morir». Ese día aceptó ir al médico. «Pero empezó a notarse muy mal, se agarró la cabeza y empezó a decir ‘me muero, me muero’, con mi madre en casa». Llegó el Samu y le atendió en la vivienda para después trasladarlo al hospital «pero cuando llegó al centro sanitario ya no había nada que hacer, estaba en muerte cerebral», cuenta Tamara. Juan Bautista sufrió un aneurisma cerebral.

Desde el centro hospitalario destacan la «generosidad» de familias como las de este gandiense, ya que permiten que, con sus donaciones, se puedan salvar otras vidas mediante los trasplantes. Precisamente la misma semana que realizaron el explante a Juan Bautista, el centro fue escenario de un hito médico al practicar una extracción mediante la técnica de asistolia controlada, conectando al paciente a una máquina que mantiene oxigenados los órganos.

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