El pasado sábado se produjo uno de esos hechos que pasan desapercibidos pero que, en este caso, supone una prueba más, de las muchas, que avalan el peligro que están generando los orines que depositan los perros en la ciudad de Gandia. El ácido que contiene corroe rápidamente el metal del que están hechos los postes que sostienen señales de tráfico, farolas y otros muchos elementos del mobiliario urbano. Así que, cuando ya no resisten, una ráfaga de viento de fuerte intensidad, como las que se produjeron el sábado, acaba en derribo. La fotografía está tomada a primera hora de la mañana del domingo en el tramo de la calle Ferrocarril d’Alcoi comprendido entre Benicanena y el paseo de les Germanies, y algunos viandantes se felicitaban de que en el desplome no pillara a ninguna persona, ni siquiera al coche estacionado a pocos centímetros, que se libró de sufrir desperfectos. Como se aprecia perfectamente, la caída de la señal de tráfico se debe a que la base clavada en el asfalto de la acera está complementamente corroída. Como ya ha informado este periódico en las últimas semanas, el Ayuntamiento de Gandia ha iniciado la revisión de nueve mil postes de farolas, señales, bancos, papeleras y otros elementos para reparar, o sustituir si ese fuera el caso, los soportes. Además, el alcalde de la ciudad, José Manuel Prieto, anunció la semana pasada una partida económica de tres millones de euros en el presupuesto de 2022 y la contratación de un centenar de personas para dedicarse mayoritariamente a este importante menester.
