Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

«Crear esta empresa fue como hacer un máster acelerado»

Álvaro y Javier fundaron en plena pandemia una destilería en Beniflà para elaborar ginebra artesanal

Álvaro y Javier muestran la ginebra que han elaborado. | J.C.

Álvaro Pérez, ingeniero industrial, y Javier Hernández, químico, pusieron en marcha a pesar de la pandemia La Clandestilería, una empresa para elaborar ginebra de manera artesanal. El nombre evoca, con ironía, la manera en que empezaron a hacer pruebas con la bebida, en un garaje, aunque en la actualidad, y desde hace un par de años, están ubicados en una amplia nave en el polígono industrial de Beniflà.

No son originarios de la Safor. Javier, de València, vive desde hace diez años en Gandia y Álvaro, de Santa Pola, se ha establecido recientemente en Bellreguard. Pero ambos consideraron que en la Safor podían llevar a cabo un proyecto de estas características, por su situación geográfica estratégica y las buenas comunicaciones con el litoral mediterráneo, entre Castelló y Murcia, la zona donde en un principio tienen pensado centrar sus esfuerzos.

La licencia de actividad la solicitaron en 2019, y la resolución se demoró bastante, por la pandemia, que ha demorado todos los trámites, y también por tratarse de una bebida alcohólica, un sector sujeto a unos controles muy escrupulosos, sobre todo por parte de la Agencia Tributaria. Además, no es este un negocio frecuente en la Comunitat Valenciana. «En las diferentes ventanillas a las que hemos ido ni siquiera sabían el código de la actividad», explican. Por parte del Ayuntamiento de Beniflà, al que informaron de sus intenciones, no tienen queja.

No vienen de familia de empresarios, y todo lo han tenido que hacer y aprender sobre la marcha. Compaginan esta faceta con sus trabajos principales, Javier en una gestoría, y Álvaro para una constructora de Madrid, en teletrabajo. La financiación, recursos propios y alguna subvención.

Los dos se encargan de todo el proceso, incluso de pegar las etiquetas, embotellar y repartir las cajas en tiendas gourmet, si bien están en negociaciones con distribuidoras, una de ellas, del Reino Unido, que ya se han interesado por el producto. Tampoco descuidan el comercio electrónico.

Por eso han empezado a destilar hace apenas un mes. Tras muchos intentos han conseguido una ginebra de 43 grados que se diferencia por sus toques mediterráneos. Al enebro le añaden botánicos autóctonos como naranja, limón, cantueso y almendra amarga. La comercializan con la marca Roders, en referencia a los bandoleros que había en las comarcas centrales en el siglo XIX.

Su objetivo es llegar a las 10.000 botellas anuales, unos 30.000 litros, a un ritmo tranquilo de 500 botellas al mes. El proyecto les ocupa incluso su tiempo libre, pero confían en él. «Pensamos que hay mercado, como se ha visto con el auge de las cervezas artesanales», aseguran.

Compartir el artículo

stats