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35 minutos para una vida

La determinación era tan clara que llegó a despedirse de su familia por facebook

El puente en el que tuvo lugar el suceso. | LEVANTE-EMV

La decisión de una mujer que pasaba por el puente de la avenida de Blasco Ibáñez de Gandia y la posterior y delicada intervención de la Policía Nacional han vuelto a lograr que un intento de suicidio acabe de la mejor manera: evitándolo. Es, además, la segunda ocasión que se produce un hecho de estas características en el intervalo de un mes.

Belén Rueda, una vecina de la playa de Daimús que fue voluntaria de Protección Civil en Canals, pasaba poco antes de las 21 horas del miércoles por el puente de Blasco Ibáñez y se sorprendió de la presencia de un hombre que había superado la barandilla. «Nadie paraba ante esa escena», relató la mujer ayer a este periódico, pese a que daba la impresión de que quería arrojarse al vacío.

Belén, que tiene 26 años, confiesa que le entró miedo y, como hacían el resto de personas, podría haber seguido su camino hacia Daimús, pero el espíritu de ayudar la llevó a parar y a dirigirse a aquel hombre, diez años mayor que ella. «Si te acercas, me tiro», le dijo en varias ocasiones, y fue entonces cuando optó por llamar al 112. No solo eso, sino que, como no conoce bien Gandia, tomó la decisión de acercarse a un centro comercial situado al lado para preguntar cómo indicaba el lugar en el que se encontraba para facilitar la búsqueda a la policía.

Activada la emergencia, hasta allí se presentó una patrulla de la Policía Local y otra de la Nacional. Fueron estos últimos agentes los que, a la vista del evidente riesgo de que el hombre consumara sus intenciones, trataron de persuadirlo, pero tampoco fue fácil. «Una y otra vez recriminó al policía que se acercaba y le pidió que se marcharan todos», según han señalado fuentes de la Policía Nacional a este periódico.

El agente más cercano no cejó en su empeño, pero se alejó para tratar de calmarlo. Es ahí cuando se pudo establecer una larga conversación, de unos 35 minutos según relató a este periódico la Policía, que tenía como objetivo ganarse su confianza y hacerle ver que ningún problema justifica que una persona tome la drástica decisión de acabar con su vida. Mientras insistían en convencerlo de seguir viviendo porque siempre encontraría ayuda para solucionar sus problemas, se supo que el hombre, de 36 años, llevaba tres días desaparecido, e incluso se había despedido de sus dos hijos mediante un mensaje en facebook. Los agentes tuvieron que aprovechar un despiste durante la conversación para abalanzarse sobre él, agarrándolo fuertemente cuando ya había soltado las manos de la barandilla y se asomaba al vacío.

Los servicios sanitarios que acudieron al lugar lo atendieron inmediatamente y a partir de ese momento se activó un protocolo que, como ocurre con el resto de las personas en esta situación, trata de buscar las causas que motivan su drástica decisión y tratar de superarlas.

Otro caso en el Grau

Esta historia recuerda mucho a la que este periódico publicó el 24 de febrero, cuando una chica llevó a la comisaría de la Policía Nacional una carta que le había entregado una amiga en la que anunciaba que iba a quitarse la vida. Los agentes activaron urgentemente un operativo que les llevó hasta las inmediaciones del campus de la Universitat Politècnica, en el Grau, donde, efectivamente, encontraron a esta chica en la azotea de un edificio. Delicadamente se acercaron a ella hasta convencerla para que desistiera de su actitud.

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