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Brines renace en su atmósfera

El Ayuntamiento de Oliva y la fundación que lleva el nombre del poeta inauguran la ruta turística centrada en l’Elca Los tres primeros meses la inscripción está completa, y en poco tiempo también se podrá entrar en el edificio-santuario

Los primeros visitantes de la Ruta Brines, con concejales del ayuntamiento, el viernes por la tarde en l’Elca.

Recién llegados en un autobús que les ha traído desde Oliva, Juan de Mairena, un personaje inventado por el poeta Antonio Machado, inspirador de algunos de los versos del olivense Francisco Brines, recibe a los visitantes en la casa de l’Elca, la atmósfera y el paraíso del Premio Cervantes, donde explica quién era aquel personaje y lee algunos de sus versos. Unas veces sombríos, emulando una vida pasajera que se consume, y otras veces más alegre, como cuando aquel escritor llevó al arte literario su tristeza tras presenciar, en Mestalla, una derrota del Valencia CF, del que era un fiel aficionado.

Santiago Marfull, representando a Juan de Mairena, lee durante el recorrido turístico y cultural. A la derecha, una imagen de la casa de l’Elca.

Así transcurre una parte de la Ruta Brines, inaugurada la tarde del pasado viernes por el departamento de Turismo del Ayuntamiento de Oliva y la Fundación Brines con el objetivo de introducir otro elemento que perpetúe su memoria, anime a visitar la ciudad y l’Elca y, también, dé a conocer la extensa y sensible obra que le valió el Cervantes, que está considerado como el premio literario más importante de la lengua castellana.

Brines renace en su atmósfera

El personaje literario Juan de Mairena se reencarna en la figura de Santiago Marfull, un hombre carne y hueso experto en rutas teatralizadas, quien pone énfasis y pasión en sus palabras y sus gestos para que Brines renazca en sus espacios y seduzca a los visitantes. La Ruta Brines habla de Oliva, obviamente, porque el ayuntamiento quiere trasladar al visitante las excelencias de la ciudad y sus extensos atractivos dignos de ser conocidos. Y se centra, como también resulta lógico, en esa casa de l’Elca que fue construida por los Trénor, que llegó a ser usada como hospital durante la guerra civil española y que, para siempre, será, después de sus versos, el enlace más directo entre Brines, quienes le conocieron y quienes, dentro de unos años, solo sepan de su existencia por su inmenso legado literario y su ejemplo vital, irradiador de humanismo.

La Ruta Brines de Oliva es lo más parecido a poner la cultura en el centro de la industria turística. Un ejemplo de cómo los intangibles sentimientos y el elogio de la creación pueden ser, también, «objetos» vendibles a los visitantes que llenan playas, marjales, calles, plazas o edificios más o menos memorables.

El concejal de Turismo de Oliva, Joaquín Calafat, explicó poco después de inaugurar esta ruta que, de momento, los asistentes podrán visitar los espacios exteriores de l’Elca porque en su interior en estos momentos se están desarrollando acciones para declarar el edificio Bien de Interés Cultural (BIC). Pero en poco tiempo se podrán sumergir en el refugio que inspiró a Brines y donde se guarda gran parte de su valiosísima biblioteca personal y los objetos que sostuvo y admiró.

La Ruta Brines también se llama «Viu Brines», porque el objetivo es que el visitante resucite al poeta que Oliva nombró en vida Hijo Predilecto y que suscita unanimidad en el universo de los elogios.

El concejal Calafat señala que, en este inicio, todo empieza bien. Las tres primeras rutas, una al mes, ya tienen el aforo completo, unas treinta personas por expedición, y añade que Oliva responderá con una mayor frecuencia si la demanda lo requiere. En la del viernes estuvieron buena parte de los miembros de la Corporación Municipal, los primeros en saborear este nuevo homenaje a Brines y a su obra, que como añade el concejal, «ya es patrimonio universal».

La Ruta Brines, que requiere inscripción en visitoliva.com al precio de 12 euros, dura aproximadamente una hora y se puede seguir tanto en castellano como en valenciano. Es muy posible que, en poco tiempo, concluya con una degustación de licores tradicionales, como la mistela, acompañada de dulces olivenses, unos sabores que seguro que Brines también experimentó en este espacio real y literario, elevado ahora a pequeño santuario, que fue testigo e inspirador de casi toda la obra brinesiana, desde aquel primer y sorprendente Las brasas, nacido en su adolescencia, hasta Donde muere la muerte, publicado después de su fallecimiento, en mayo de 2021, solo unos días después de haber recibido, de manos del rey Felipe VI, en l’Elca, el Premio Cervantes.

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