Aunque a los jóvenes de hoy les cueste entenderlo, tiempo atrás la expedición del Documento Nacional de Identidad en Gandia (DNI) incluía el trámite de escribir, a mano, el nombre y los datos de los ciudadanos. En esa labor destacó, en la antigua comisaría de la plaza del Beato, un hombre llamado Manolo Martínez Martínez que, desde su Albacete natal, se trasladó a Gandia, donde cumplió su ruta vital y donde fue, sin duda, un personaje popular.
Por eso ayer numerosas personas le despidieron en el funeral celebrado en la iglesia de la Sagrada Familia tras fallecer en su casa del barrio de Corea cuando contaba con la edad de 89 años.
Martínez no era muy conocido por su nombre, sino por ese otro apelativo de «Bonanza» con el que le llamaban la mayoría de los amigos y, sobre todo, los compañeros de trabajo en la Policía Local de Gandia. Aficionado a la natación, un deporte que practicó hasta sus últimos años, él fue, en los años sesenta del siglo pasado, uno de los pioneros de aquel cuerpo de «guardias urbanos» que se dedicaba a dirigir el tráfico en una sociedad donde el coche comenzaba a generar problemas en las calles. Icónica es la imagen de estos agentes, con el singular casco blanco, ante el hotel Avenida, donde hoy está la estatua de Ausiàs March, subidos en la peana para que los conductores les pudiesen ver de lejos.
Después pasaría a esa labor de expedición de los DNI, y no son pocos los que recuerdan el esmero que ponía para que, en una «tarjeta» de tanta importancia, la letra no solo fuese clara e inteligible, sino también «bonita», algo que cientos de personas siempre le agradecieron.
Cuando la Policía Nacional se hizo cargo de expedir el documento, este «padre» de la Policía Local de Gandia pasó a otras funciones hasta su jubilación. Manolo Martínez tenía tres hijos, de los que uno ya ha fallecido.
