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"Cuando me dijeron que mi marido podía estar durante la cesárea fue una gran alegría"

La mujer, de Tavernes, asegura que le dio «un bajón» cuando le dijeron que la niña nacería mediante esta técnica

Bea Solanes, con la pequeña Pau en brazos, e Ivan Canet, padre de la pequeña, con los otros dos hijos de este, en su casa de Tavernes. | LEVANTE-EMV

Faltan dos minutos para las 21 horas del miércoles 20 de julio y en un quirófano del hospital Francesc de Borja de Gandia viene al mundo Pau Canet Solanes. La niña nace con 3,330 kilos de peso, sana y, sobre todo, muy bien acompañada. Porque, además de su madre, Bea Solanes, y las profesionales que la asistieron, en la sala también se encontraba Iván Canet, que pudo acompañar a su pareja en un momento tan especial y, además, se convertía en el primer padre en estar presente en un parto por cesárea, estrenando el protocolo aprobado por el centro sanitario de referencia de la Safor.

La niña no lo puso nada fácil para nacer. Tras dos días ingresada la madre en el hospital sin avances, ese mismo miércoles, a las 9 de la mañana, la ginecóloga optó por inducir el parto. A las seis de la tarde, nueve horas después, Bea apenas había dilatado dos centímetros, insuficientes para abordar el parto natural. Ya se encontraba muy cansada. «Sin epidural, yo ya no podía ni hablar», señalaba ayer a Levante-EMV.

Ante esta situación «la ginecóloga me dijo que pintaba que sería una cesárea». En aquel momento, a la joven se le desmontaron todos los esquemas. «Fue desmoralizante, porque lo llevas todo planificado y estudiado y, de repente, te dicen que te tienen que hacer cesárea. Me dio un bajón impresionante», relata. «Había tenido que soportar todo el dolor durante horas y ahora tenía que entrar yo sola al quirófano», añadía.

Pasadas dos horas más, sobre las 8 de la tarde, «mi marido salió a informar de la situación a la familia». Lo que no sabía la pareja es que, mientras ellos esperaban, el equipo que debía realizar la intervención, junto a la dirección del hospital, estaban reunidos estudiando la posibilidad de que Iván pudiera estar presente en el parto, teniendo en cuenta que no se trataba de una intervención urgente que presentaba complicaciones.

«Cuando el anestesista y la ginecóloga vinieron a informarme me cayeron las lágrimas», cuenta la madre, feliz por lo que pudo vivir. «Me daba pena que él no pudiera contemplar el nacimiento de la pequeña y, además, estaba sufriendo de verme a mi sufrir», indicaba Solanes. «Me dio mucha alegría saber que estaría conmigo», indicaba.

Ella se reencontró con su marido cuando ya estaba en el quirófano, preparada para ser intervenida. «Cuando le vi vestido de verde (color de la bata quirúrgica que utilizan los acompañantes) me dio una llorera impresionante», confiesa, porque «es triste verte sola allí» y asegura que «a él también le entraron ganas de llorar».

Ya con su pequeña a punto de cumplir un mes de vida, la madre reconocía que «compartir ese momento con tu pareja es algo único, me dio mucha tranquilidad saber que estaba ahí».

Bea también quiere destacar la magnífica atención que recibió en todo momento por parte de las prefesionales sanitarias.

«Fue maravilloso»

Quien tampoco olvidará ese momento, como es lógico, es el padre. Iván Canet narraba que «cuando me lo dijeron me dio una alegría como si me hubiera tocado la lotería. Fue maravilloso». Asegura que fue informado ampliamente de las condiciones que debía cumplir para poder esta presente. «Para mí era muy importante estar con ella porque sufrió mucho, fueron muchas horas de espera», señalaba.

Además, estar presente en el parto le permitió practicar el piel con piel, una técnica que se considera muy beneficiosa para los recién nacidos. Normalmente el bebé se pone sobre el torso desnudo de la madre pero en los partos con cesárea no es posible hacerlo durante los primeros minutos, ya que ese tiempo se dedica a cerrar la herida de la operación. «A Bea se la pusieron encima un minuto y luego ya salí yo fuera y me la pusieron a mí encima una media hora hasta que ella estuvo lista», concluía el padre.

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