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Un pasado de matrimonios «vecinos» y autobuses a Gandia

Hace cincuenta años

los pueblos del Vernissa tenían más tiendas y mejor transporte público

Uno de los objetivos de estas charlas es recordar junto a los asistentes cómo era la vida en el pueblo hace 50 o cien años. En Almiserà, por ejemplo, recordaron que antes había una almazara para obtener aceite, también pastores, y prosperaba el negocio de la pasa, incluso con un almacén. La economía estaba totalmente ligada a la producción y transformación agrícola. Además había carnicería, horno de pan, estanco y farmacia. También un carretero («el Ray») que traía cosas al pueblo desde Gandia con una burrita.

En Llocnou de Sant Jeroni comentaron que gran parte de la población eran temporeros, que se iban a Francia durante la época de la vendimia, o a la Ribera para la cosecha del arroz. En muchas casas había animales para el sustento de la familia, como gallinas, conejos o cerdos. Antes de la reconversión citrícola predominaba la agricultura del secano, como el olivo o el algarrobo. «En casa se remendaba mucho, no se tiraba nada», apuntaron. Entre los establecimientos de servicio, había barbero y central telefónica.

Algo que se repite en todos los pueblos es que la hora de la siesta era sagrada, para respetar el descanso del agricultor. Las mujeres se ponían al día en el lavadero municipal. La carretera pasaba por Llocnou y Ròtova.

En Ròtova señalaron que había un par de vaquerías, y se vendía la leche casa por casa. Además, había personas que subían a la montaña para recoger leña. Muchas hortalizas se intercambian por trueque, sin transacción monetaria. «Había mucha relación con todos los pueblos de la Vall, teníamos amistades o familiares en Alfauir, Benicolet, Almiserà.… Vecinos de Ròtova y de Llocnou se casaban mucho entre ellos».

«En los años 60 y 70 pasaban autobuses a Gandia y a Castelló de Rugat había siete u ocho servicios al día», aseguraron. En Castellonet la mecanización de la agricultura hizo que se perdiera mucha mano de obra, pero la gran mayoría siguió trabajando el campo. El edificio del ayuntamiento era la escuela.

Algunos libros para evocar ese pasado que ya no volverá son «Comarques en Blanc i Negre», de Edicions Tívoli, «Josep Camarena i l’ocàs del món rural» (CEIC), de Ignasi Mora, o apartados de muchos libros de fiestas patronales. En la «web» está el Museu de la Paraula, que promovió la Diputación, con muchas historias de la Safor.

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