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Europa asume el corredor verde y contra inundaciones en el barranco de Beniopa

La actuación, incluida en los fondos Next Generation, estará acabada en 2025

Uno de los tramos del barranco de Beniopa, entre la ciudad de Gandia y el Grau, donde se actuará para crear el corredor verde. levante-emv

Daniel Muñoz conoce bien el barranco que discurre por Beniopa, este antiguo municipio y hoy distrito de Gandia. Por eso, al referirse al riesgo que representa cuando se producen fuertes y prolongadas lluvias, lo definió como «un monstruo adormecido».

Muñoz, Izquierdo, Prieto y Mascarell, al anunciar el proyecto. àlex oltra

Efectivamente, así lo señalan también los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Júcar. El barranco recoge las escorrentías pluviales en una cuenca de 52 kilómetros cuadrados cuya configuración orográfica permite que, en determinadas condiciones meteorológicas, se produzcan lluvias de una intensidad torrencial durante horas. Sirva de ejemplo el pasado mes de marzo, cuando en este territorio se registraron más de mil litros por metro cuadrado.

Más que el Serpis, cuya amplísima rambla podría asumir caudales cercanos a los mil metros cúbicos por segundo, en Beniopa el cauce se estrecha cuando llega a la antigua carretera nacional, a la altura del Pont de Serralta, incrementando el riesgo de inundaciones aguas arriba, es decir, en la zona urbana.

Hace muchos años que la Confederación del Júcar estableció medidas para nunca se actúe limitando el caudal que el barranco puede evacuar. Ya no hay pilares en los puentes del tramo urbano, y la canalización del cauce, aunque no sea estética, eleva la velocidad del agua, algo fundamental ante sus cíclicas crecidas.

Gandia, además, dispone de herramientas para prevenir posibles desastres y activar sistemas de protección civil. Varios pluviómetros envían datos en tiempo real de la cantidad de lluvia que cae, lo que, unido al caudal que se registra en ese momento, permite adelantar decisiones antes de que sea tarde. El último desastre de grandes dimensiones, como ocurrió en buena parte del centro y sur de la Safor, fue aquella trágica gota fría de noviembre de 1987 que nadie puede olvidar.

Dos parques inundables en el barranco de Beniopa, que combinan el disfrute ciudadano y la función de absorber parte del caudal cuando se producen crecidas peligrosas, y un itinerario verde que llegará hasta el Grau recorriendo, en paralelo, todo el cauce.

Así se puede resumir el singular proyecto presentado por el Ayuntamiento de Gandia que ha conseguido la máxima puntuación, a criterio de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica, entre los presentados por municipios valencianos. Y eso tiene una sabrosa recompensa, porque supone la financiación, con los fondos Next Generation de la Unión Europea, para ejecutar la obra, valorada en casi tres millones de euros.

Sin esconder su satisfacción, el plan fue presentado por el alcalde de la ciudad, José Manuel Prieto, los concejales de Medio Ambiente y Fondos Europeos, Alícia Izquierdo y Vicent Mascarell, y el director de Medio Natural, Daniel Muñoz.

La obra no es inminente, pero tampoco va a ser de aquellas que se eterniza en el tiempo. Con el dinero recibido de Europa los técnicos municipales se ponen inmediatamente manos a la obra para redactar una actuación que deberá estar acabada en 2025.

Daniel Muñoz resumió este proyecto indicando que, en la zona del depósito de aguas de Beniopa, de propiedad municipal, se ha diseñado un parque inundable que laminará las crecidas del barranco. Un segundo sistema como este se situará justo aguas abajo del puente de Serralta, al lado del polígono Alcodar, donde el cauce deja de estar hormigonado y sufre un peligroso estrechamiento que eleva el riesgo de inundaciones porque causa un «efecto regolfado» que ahora, en parte, se eliminará.

El tramo urbano, completamente hormigonado, no se toca para garantizar que el agua corra con fluidez, pero desde el puente de Serralta hasta el Grau se ha diseñado un «corredor verde» peatonal a lo largo de los 2 kilómetros en los que se crearán espacios públicos donde ahora hay zonas degradadas e intransitables, mayoritariamente llenas de cañar y maleza. Siempre garantizando el concepto de que nada debe impedir el discurrir el agua en caso de fuertes lluvias.

«Estábamos convencidos del trabajo hecho y de que el proyecto que habíamos presentado era muy bueno técnicamente», indicaron los responsables municipales, quienes explicaron que, en algunos casos, será necesario ocupar parcelas agrícolas que han invadido el cauce.

«Es la mayor inversión en materia de restauración ambiental que ha hecho la ciudad en los últimos 15 años, después de la dels Ullals del marjal», explicó Daniel Muñoz, quien agradeció «la confianza del Gobierno local en el proyecto» y el trabajo de los técnicos municipales coordinados por Javier Pitarch.

El cauce más peligroso de Gandia, un «monstruo adormecido»

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