Acabamos de dejar el verano, tiempo de fiesta y ocio para muchos, y damos entrada al impredecible otoño mediterráneo. Pero como queriendo alargar las buenas sensaciones llega la Fira i Festes de Gandia. Este año comprenderá un período de gracia que va del 22 de septiembre al 8 de octubre. Hay algo que se repite ciclo tras ciclo. Llegado el año preelectoral todos los gobiernos han repetido un esquema: quemar las naves y tratar de dejar a la gente henchida de orgullo y satisfacción por la gran y variada oferta de la fiesta local más multitudinaria que, de normal abarca cuatro días alrededor del 3 de octubre.

El exconcejal de Cultura, Toni Durà, me dijo hace años que la Fira seguía unos cánones inamovibles. «Si en la fira fa bon oratge èxit assegurat, si en la fira plou fracàs, ja pots oferir de tot que no servirà per a res». Sabia reflexión de quien transformó, junto a Lluís Romero, un evento en espectáculo popular convirtiendo a los ciudadanos de invitados a protagonistas para solaz de la gente. Así que los responsables técnicos de Cultura i Festes ya viven pegados a la app de la Agencia Estatal de Meteorología comprobando la previsión hora a hora para encomendarse al Beatet si los mapas apuntan lluvia. 

Entre finales de septiembre y finales de noviembre nuestra comarca suele sufrir las embestidas de las danas, ciclogénesis explosivas y gotas frías que echan por tierra un período lúdico y festivo. Crucemos los dedos y que cada cual invoque a su deidad protectora para alejar los malos augurios, si los hubiere.

En la Fira i Festes se produce un fenómeno sociológico destacable. La mayoría de las 73.000 personas de la ciudad viven, disfrutan, se reencuentran y comparten la calle, al margen de los venidos de otras zonas. Ninguna otra fiesta alcanza esa concentración y participación. Se estima que esas fechas reúnen a 100.000 personas. El antiguo, manido y viejo debate sobre la dispersión de actividades a otras zonas ha quedado obsoleto ante la concentración que facilita la movilidad y acceso a cuanta oferta se presenta. El centro histórico concentra los lugares más singulares de cualquier ciudad. Piensen en una y comprueben esta afirmación. Busque, compare y si encuentra algo mejor propóngase.

El empuje económico para la ciudad es muy considerable. Gandia es una ciudad turística, comercial, hostelera y de ocio, por ello una inyección económica a las puertas del invierno tiene una excepcional repercusión, incluido el gobierno municipal.

Al margen de las cuantiosas y variadas ofertas que propone el período festivo nos vamos a encontrar con otra, obviada en el programa oficial, pero que estará presente en las calles del centro: los políticos municipales practicarán el buenrollismo generalizado con sus mejores sonrisas,besos y abrazos, incluso entre ellos y para los ciudadanos. El 2023 es año electoral. Se multiplicarán por cien para ser visibles las 24 horas del día, inundarán las redes sociales con imágenes abrazando hasta las farolas, centrando su gratitud hacia niños y mayores. Puede que sean los que no votan y votan menos, pero enorgullecen y empatizan con los que sí lo hacen, factor sociológico indispensable para cualquier candidato. Harán un paréntesis en la avinagrada relación diaria que les preside, las críticas (oposición) y éxitos (gobierno) llegarán a partir del 8 de octubre, vuelta a la normalidad. Las treguas son efímeras y las guerras continúan. 

Reconocimiento y gratitud a quienes se ocupan de la seguridad, servicios básicos, sanitarios, limpieza, feriantes, actores, montadores y hosteleros por su esfuerzo. ¡Salut i a gaudir!

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El presidente Pedro Sánchez experimenta ahora aquel adagio que dice: cuerpo a tierra que vienen los míos. García-Page, presidente de Castilla La Mancha, defiende la tesis anti-autonomista de Núñez Feijóo y critica a su ¿compañero? Sánchez. Le recomiendo a este presunto ¿socialista? que lea el artículo 2 de la Constitución española que reza: la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.