El otro día me encontré con una amiga y estuvimos comentando cómo había ido la vuelta al cole, una conversación normal durante estos días, ya que esto supone volver a las rutinas habituales, establecer nuevos horarios y, de alguna forma, una vuelta a la normalidad, después del periodo vacacional. A priori una conversación superficial como cuando hablamos del tiempo. 

También comentamos que los pronósticos hablaban de un invierno frío y gris, esta vez no nos referíamos a fenómenos meteorológicos, sino a la economía de las familias, y no me considero una persona negativa, pero hasta los más benevolentes alertan de la situación. Lo que más preocupa son los gastos, ya que los sueldos siguen igual y la escalada de precios es imparable. La inflación, que ha aumentado la cesta de la compra a números prohibitivos para muchas familias; la luz; la vuelta al cole y con ella las extraescolares; y como guinda al pastel la subida de tipos de interés que afectará a la mayoría de hipotecas, que habían gozado durante unos años de una tregua y que ahora como medida para controlar la inflación vuelven a subir. No sé yo hasta qué punto esto es positivo para la economía o hundirá a aquellos que habían conseguido salir a flote, aunque fuera en una tabla de madera, y que ahora temen naufragar de nuevo.

Si bien es cierto que medidas como el Cheque Escolar en Gandia, o algunas tomadas por el Gobierno, como el Abono Gratuito en los trenes de Cercanías y media distancia, entre otras, que, en el tema educativo, alivian un poco la situación. Pero está claro que se necesita más protección para los más vulnerables. No voy a entrar en política porque no es mi cometido, pero sí reflexionar sobre la situación de muchos hogares, que se va complicando día a día y mes a mes y van a necesitar más protección social.

Siguiendo con la conversación que me inspiró para escribir este artículo comentamos el tema de las extraescolares, en algunos casos un complemento a la educación que reciben en los centros, en otros una ayuda a la conciliación, y en muchos ambas cosas. Las dos comentamos qué iban hacer nuestros hijos este año y el coste que eso suponía.

Si cogemos la calculadora esto supone un gasto medio al mes de entre 100 y 200 euros de media.No está basado en ningún estudio sino en la realidad más cercana, depende del número de hijos y del número de actividades que se realicen.

Unas actividades que en algunos casos se van a reducir o incluso dejar de realizar porque será imposible soportar todo el gasto mensual. Y con esto quiero decir el perjuicio que supone para los niños y niñas el no poder realizar un deporte, o aprender mejor un idioma, o tal vez realizar aquella actividad creativa que tanto les gusta como la música, la pintura, o la danza, ya que todos sabemos que tanto su bienestar físico como psicológico se verá afectado y, por supuesto, su formación en otras competencias y habilidades. A su vez esto genera también más desigualdad entre unos y otros. Y por supuesto vulnera la Convención de Naciones Unidas de los Derechos del Niño y de la Niña de 1989.

 Así que hablando de derechos y de desigualdades, que siempre pagan los mismos, cuidado con los vientos que soplan del este no vaya a ser que nos traigan más inviernos secos y fríos, y no, no me refiero a los fenómenos meteorológicos.