"La Guardia Civil nos dijo que podríamos haber muerto los cuatro en el incendio"

La familia de Bellreguard que sufrió el incendio de su vivienda la madrugada de Año Nuevo ya ha empezado la limpieza y reparación de los daños con sus propias manos.

Miguel explica cómo trató de luchar contra el fuego en su vivienda

Miguel explica cómo trató de luchar contra el fuego en su vivienda / T. Á. Casanova

Eugenia, Miguel y sus dos hijos, de 12 y 9 años, no olvidarán nunca el Año Nuevo del 2023. Y no precisamente por algo bueno. En primer lugar porque se puede decir que ese día volvieron a nacer y, en segundo, porque se prometieron que renacerían, nunca mejor dicho, de sus cenizas. En su vivienda, situada en la esquina de la calle Pau Casals con la plaza Bazzano ahora mismo reina el negro por todas partes. El hollín gobierna absolutamente todas las estancias, no hay ni una sola que se haya salvado del efecto de las llamas, el intenso y negro humo que la inundó en el incendio que sufrió la casa la madrugada del 1 de enero pasado y del altísimo calor que se soportó en su interior.

Desde que recibió el alta del hospital, donde ingresó, como su mujer y sus hijos, por inhalar gran cantidad de humo, acude cada día a limpiar y preparar la vivienda para "volver a dejarla como estaba o incluso mejor de antes", como él mismo narra a Levante-EMV.

En el comedor de la casa, ahora con los ladrillos de las paredes al aire y donde se inició el fuego (aún no han recibido el informe sobre qué lo pudo causar), Eugenia y Miguel narran lo que vivieron aquella noche. Fue sobre las 3 de la madrugada y cada uno ofrece la versión desde su punto de vista. La mujer y los niños estaban en la segunda planta, en las habitaciones, y el hombre en el comedor, donde se inició el fuego.

El estado en que quedó la escalera de la vivienda por el incendio

El estado en que quedó la escalera de la vivienda por el incendio / T. Á. Casanova

La familia acababa de regresar de casa de unos amigos, próxima a la suya, donde celebraron la Nochevieja. Pasada la 1, Miguel y el niño pequeño se marcharon a casa, mientras que la mujer y el otro menor se quedaron recogiendo los restos de la cena, que llegaron poco después. La mujer y los dos niños subieron a la segunda planta y se acostaron: el pequeño en su habitación y el mayor junto a ella en la cama. El hombre, por su parte, encendió el ordenador, ubicado en el comedor, "donde estuve trasteando un rato en Facebook para ver lo la gente cuelga en Nochevieja". Posteriormente se puso una serie y se sentó en el sofá cama a verla. "Al rato me desperté porque sentí un fuerte calor delante de mí". Entonces vio que el respaldo de la silla del ordenador, que había apartado para poder ver la pantalla, "estaba en llamas" y "algo que estaba quemando el respaldo de la silla", explicaba.

Su reacción fue apartar la silla de la zona donde estaba el ordenador, unos altavoces y otros enseres pero en ese punto se quedó el otro foco, lo que provocó un gran ruido que fue lo que despertó, y alertó, a su mujer, que estaba en la planta superior. "Yo pensaba que podía apagar el fuego, porque era una llamita y no le dije nada a ellos para no asustarles". Pero, poco a poco, la estancia se fue llenando de un humo muy denso y negro "que incluso me impedía ya ver la luz que entraba de la calle, yo me guiaba por el fuego de la silla y del otro punto" y con el objetivo de tomar aire abrió una ventana del baño, lo que hizo que se extendiera aún más por toda la casa".

Entonces se dio cuenta de que tenía que escapar para tratar de salvarse y se dirigió a la cocina, donde la vivienda cuenta con un pequeño patio de luces que da a la casa colindante y que pensó en saltar. Por un momento se vio atrapado y temió por s uvida: "Yo pensé que me iba a asar aquí", mientras explica cómo hizo finalmente para poder escapar del fuego. "Si no saltaba me iba a quedar aquí, que moriría en este pedazo de terraza".

Miguel, en el patio de luces desde el que escapó

Miguel, en el patio de luces desde el que escapó / T. Á. Casanova

Finalmente y gracias a algo en lo que pudo apoyarse, logró saltar el muro y acceder a la vivienda de su vecino, desde donde salió a la calle. La anécdota que cuentan Eugenia y Miguel es que "perdió los pantalones" y "al entrar a casa del vecino encontré una manta encima del sofá y me envolví con ella para salir a la calle".

En la segunda planta, Eugenia cuenta que se despertó al escuchar el ruido que hacía su marido intentando apagar el fuego. "Yo pensé que eran los gatos (que fallecieron en el incendio), que, como eran pequeños, estaban jugando y molestando a Miguel", cuenta. Pero "cuando me asomé a la escalera, descalza, vi subir todo el humo negro y empecé a llamar a mi marido pero no me oía", cuenta la mujer. Rápidamente se fue a avisar a su hijo mayor, que estaba en la cama con ella y, "mientras yo llamaba a emergencias le pedí que despertara al pequeño pero no pudo". Así que "primero saqué al mayor al balcón, lo dejé allí y fui a la habitación del pequeño". "Yo ya no veía nada porque estaba todo lleno de humo así que no sé cómo cogí al niño, si del pelo, de un brazo o de la pierna, el caso es que lo saqué a la otra terraza" y se quedaron ellos en un balcón y el otro pequeño en el otro, de donde fue rescatado por los bomberos. La mujer reconoce que se quedó con la pena de no regresar a por su hijo mayor porque "le dije que volvería y no pude hacerlo" pero sabe que "eso nos salvó la vida" porque "no sabía lo que había dentro de la casa". De un balcón a otro hablaba con el pequeño para tranquilizarle.

Pasado el tiempo y aún con el miedo en el cuerpo, Miguel trabaja ahora para, con sus propias manos, recuperar su casa. Pese a que lo han perdido todo, deja claro que "son cosas materiales y lo importante es que mi mujer y mis hijos están vivos y me da igual si tardo seis o siete meses en arreglarla". A renglón seguido señala que "voy a dejar esta casa como estaba aunque sea lo último que haga".

Por su parte, Eugenia se emociona al recordar la solidaridad de sus amigas y vecinos de Bellreguard. "Cuando volví del hospital, me enteré que una vecina se había movilizado y tenía montones y montones de ropa para los niños. Estoy muy emocionada por el apoyo que hemos tenido, ha sido increíble".