Problemas más graves que la inflación y la falta de alquiler

La oenegé gandiense Viviendas para los Sin Techo canaliza desde hace 23 años la ayuda hacia zonas pobres de África y Suramérica. En 2022 ampliaron una cooperativa hortícola de mujeres

El misionero olivense Pepe Girau en la apertura de un pozo en Benín, en África.

El misionero olivense Pepe Girau en la apertura de un pozo en Benín, en África. / Levante-EMV

Josep Camacho

La oenegé Viviendas para los Sin Techo, fundada en Gandia hace 23 años, continúa dedicada a la cooperación internacional especialmente en países de África y América del Sur. Recientemente presentó su memoria de 2022, un año también difícil por la caída de donaciones para este tipo de causas. 

El año pasado el principal proyecto que realizaron fue en el Congo, en colaboración con otra oenegé, Project Ditunga, dirigida por un sacerdote congoleño. El objetivo era la construcción de dos naves para una cooperativa hortícola gestionada por mujeres en el área de Ngandanjika, con el fin de fortalecer los derechos de este colectivo muy desfavorecido. La Diputación de València lo subvencionó al 54%, con 47.600 euros, y el resto, hasta 87.514 euros, lo costearon las demás organizaciones implicadas. 

Junto a la misma oenegé se han ofrecido nueve becas escolares infantiles para un orfanato de niñas huérfanas en el Congo que también gestiona Ditunga. «Hay personas en Gandia que han donado 350 euros cada una y ello sirve para el desayuno, la comida, el uniforme, los zapatos, los útiles escolares y tratamientos sanitarios», explica la técnica Patricia Peñaloza, y añade que los niños de ese país «están viviendo una de las peores crisis humanitarias del mundo, donde los conflictos armados son una realidad diaria, y se enfrentan además a situaciones de pobreza, violencia sexual y enfermedades». 

Colegio en el Congo para niños huérfanos.

Colegio en el Congo para niños huérfanos. / Levante-EMV

La oenegé gandiense también está en contacto directo con el misionero olivense José Antonio Girau, que lleva casi toda la vida en Benín, en el golfo de Guinea. Girau recaba la ayuda de sus paisanos y de otras organizaciones para las comunidades rurales. En 2015 se cumplió el sueño de abrir un hospital materno-infantil en Manigri y se continúan perforando pozos para agricultores locales. Otra acción ha sido el envío de mil mosquiteras a un barrio de Dakar (Senegal), como método para prevenir la malaria. 

De vuelta en España, y concretamente en la Safor, un aspecto en el que se están volcando mucho es el de concienciar a los niños y adolescentes de estas situaciones de pobreza en el mundo, a través de charlas y actividades en los colegios. Es el noveno año del programa Educa-Sòlid y la cuarta edición del proyecto Norte y Sur, también subvencionados por la Diputación de València. «Pueden conocer la pobreza en el mundo por internet, pero cuando vamos nosotros con fotos y les explicamos lo que hacemos realmente se emocionan mucho», señala el presidente de la oenegé, Plácido Orosa. Para estas campañas también colaboran con Globalmón, que actúa sobre todo en Camerún. Y han seguido recaudando dinero con rifas solidarias o apadrinamientos.

Viviendas para los Sin Techo colaboró hace unos años con otra oenegé gandiense, Hogar de Cristo, cuando la presidía el jesuita Roberto Costa, amigo de Orosa. Esta última entidad se dedicaba a hacer casitas de madera para familias pobres y conceder microcréditos en Guayaquil (Ecuador), pero después, y sobre todo gracias a que la situación económica mejoró allí, la entidad puso su foco en otros lugares del mundo, como África. 

Plácido Orosa, a la derecha, muestra un marcapasos. A la derecha prótesis de pierna que se financió.

Plácido Orosa, a la derecha, muestra un marcapasos. A la derecha prótesis de pierna que se financió. / Levante-EMV

«Necesitamos más socios y más apoyo de las autoridades locales»

Plácido Orosa, cardiólogo jubilado, es el presidente de la oenegé Viviendas para los Sin Techo. Aunque esta pequeña entidad resiste gracias a la financiación de proyectos por parte de las instituciones públicas, en especial la Diputación de València y la Generalitat, se queja de que hace unos cinco años que no reciben ayudas del Ayuntamiento de Gandia. «Entiendo que hay muchas necesidades locales, pero no podemos olvidarnos de destinar una parte a la cooperación internacional», apunta.

Estas subvenciones son ahora más necesarias que nunca, sobre todo porque, con la actual crisis económica, ha caído el interés por el voluntariado, por entregar donativos o por hacerse socio. A excepción de la técnica, que trabaja a media jornada, todos los miembros son voluntarios. La cuota que se paga es de 36 euros al trimestre.

Una de las acciones que promueve Orosa, casi como una iniciativa personal, es atender a personas con graves problemas de salud, y que conoce en los viajes que realiza a estos destinos cada verano durante un mes.

Así, en 2022 destacaron tres casos; un hombre en Cuzco (Perú) al que se le financió una prótesis de pierna, otro hombre de 64 años Ghana (África) al que se le envió un marcapasos de última generación, y una mujer de Ecuador a la que se le ayudó con su terapia de cáncer de tiroides y está pendiente de operación allí.

En España Orosa realiza un seguimiento de estos y otros casos. Además, cardiólogos de zonas desfavorecidas que ha visitado, como Ecuador, Bolivia, Perú o Senegal, le envían electrocardiogramas de pacientes sobre los que tienen dudas, y así habrá revisado a decenas de enfermos. «Lo más importante es instruir a los sanitarios o cuidadores que se quedan allí», dice.