La mayor comunidad agrícola de la Safor clama contra los jabalíes

La asamblea del Riu d’Alcoi exige a la Administración medidas que lleven a reducir su población. «La huerta se está convirtiendo en un paisaje enjaulado para evitar que entren en las parcelas»

Un agricultor de Oliva muestra daños de los jabalíes en una imagen de archivo.

Un agricultor de Oliva muestra daños de los jabalíes en una imagen de archivo. / Ximo Ferri

Sergi Sapena

«La agricultura de la Safor no puede continuar con la superpoblación de los jabalíes». Esa es la dramática llamada que acaba de realizar la Comunidad de Regantes del Riu d’Alcoi, la más importante de la comarca de la Safor, tras la última asamblea general, celebrada este mismo martes en la localidad de Rafelcofer.

La entidad que preside Fernando Rocher gestiona el agua para 25.300 hanegadas repartidas en 18 términos municipales, y pese a las promesas de muchas administraciones para habilitar medidas, lo cierto es que cada año que pasa la acción de estos cerdos salvajes va a más y ya genera pérdidas que los agricultores consideran inaceptables.

 Los consabidos daños que los animales generan en los sistemas de riego y el movimiento de tierras que realizan con tanta frecuencia para comerse las raíces de algunos árboles ya ha obligado a miles de propietarios a invertir para vallar sus parcelas, de manera que no se pueda acceder a las mismas. Es una inversión, un gasto más que sufren los agricultores en una actividad donde ya de por sí resulta complicado sacar beneficios.

Según señala el presidente Rocher, las manadas de jabalíes ni siquiera se refugian en las montañas, sino que han conseguido habitar en lugares muy cercanos a los ríos y barrancos, de manera que están a un paso de acceder a los campos durante la noche, o de día si es un lugar poco frecuentado por personas, para buscar comida. En esa acción causan daños importantes.

Aunque se ha intentado con controles, con batidas de cazadores en los montes o con jaulas automáticas para capturarlos y después sacrificarlos, lo cierto es que ningún ayuntamiento, ni ninguna otra administración, ha llevado a cabo acciones que permitan hablar de una reducción del número de estos animales, considerados ya como una plaga. Más bien al contrario, pese a esos intentos cada día se ven más jabalíes, algo que se constata también con el incremento de accidentes de tráfico en los que se ve involucrados estos animales.

«La huerta se está convirtiendo en un paisaje enjaulado por rejas para evitar que los jabalíes entren en las parcelas», señala esta comunidad de regantes en un mensaje que podría extenderse al resto de colectivos relacionados con la actividad agrícola, lamentando no solo la inversión para llevar a cabo los cerramientos, sino también los costes de su posterior mantenimiento.

«Somos conscientes de que ha habido intentos para aportar soluciones, pero en general el problema va a más y no se aprecia preocupación por parte de administraciones superiores», señala la entidad, que concluye con una llamada para encontrar una salida a un problema «que pone en riesgo la propia subsistencia de nuestra agricultura tradicional».

«A un metro del suelo ya no quedan naranjas»

Los primeros jabalíes que entraron en los campos buscaban la comida del suelo, generalmente hortalizas en la superficie. Después se acostumbraron a escarbar bajo tierra, cada vez a más profundidad, para comerse tubérculos y raíces, incrementando el daño, especialmente en los sistemas de riego a goteo. Ahora, como señala el presidente de la Comunidad de Regantes del Riu d’Alcoi, ya han aprendido a comerse las naranjas que cuelgan de los árboles. «A un metro del suelo ya no quedan», señala Rocher que resume así la progresiva adaptación de los cerdos salvajes para encontrar alimento, a costa, eso sí, de los intereses de los agricultores, que son los más perjudicados de una superpoblación que sigue al alza.