Color local

Partidos a escena

Prieto, Alandete, Izquierdo y Moragues,  en un dibujo de ordenador realizado por Toni Durà.

Prieto, Alandete, Izquierdo y Moragues, en un dibujo de ordenador realizado por Toni Durà. / Toni Durà

OPINIÓN / J. Monrabal

A50 días del 28-M se entiende que los partidos echen el resto, se entreguen descaradamente a la propaganda electoral y a sus presentaciones oficiales, de las cuales, hasta ahora, solo hemos visto dos. La primera fue la de Més Gandia, que hace dos semanas puso en pie en la Placeta un espectáculo que abrieron dos estruendosas drag, «Les Germanes Pintoresque», en la mejor tradición del nunca suficientemente ponderado Teatro Argentino y un cruce del nuevo teatro no binario y Bernat i Baldoví, sobre todo Baldoví, que fue la estrella política de la cosa y demostró una vez más por qué es un fijo de Al Rojo Vivo y el sucesor ideal de Mónica Oltra como candidato a la Generalitat. Al fin y al cabo –seamos serios- vivimos en la sociedad del espectáculo. Las cuatrocientas personas reunidas para ver a Izquierdo, Baldoví y las Pintoresque se lo pasaron de miedo.

La segunda presentación de partido fue la del PSOE en el Serrano, que volvía a sustituir el decadente mitin tradicional por una representación mitad drama burgués mitad cinefórum ante un auditorio exuberante, transversal, moderado y muy mayor rendido a Prieto y obviamente opuesto a las sorpresas y subidas de tensión. Rodeado de exalcaldes y alcaldesas (Frau, Orengo, y Morant) Prieto se vio obligado a soportar algunos elogios imprevistos, como el que le dedicó Frau, que en un arrebato de entusiasmo llegó a decir que el alcalde había conseguido «que la política fuese poesía», momento que el público aprovechó para aplaudir entre algún «¡bravo!» que ardió en el aire y casi provocó la llegada de los bomberos. Conviene, sin embargo, no dar precipitadamente por buenos y benéficos los efectos de la lírica política. Torró escribe poesía, Peris escribe poesía, con el agravante de que la recita, y Alandete es un verso suelto, con el agravante de que va con Peris.

Orengo volvió a incorporar en el escenario el papel intemporal de Orengo, que viene a ser en clave local como el de Pepe Isbert, que siempre hacía de Pepe Isbert, mientras Diana Morant, que siempre acaba haciendo de Diana Morant, la emprendía una vez más contra Torró sin caer en la más leve autocrítica a su propio partido, fuera en prosa o en verso. Aquello era casi peor que el Teatro Argentino de Més Gandia y «Les Germanes Pintoresque», y Prieto sobrevivió al empalagoso trato de sus padrinos políticos como pudo, reconduciendo la situación a cuestiones reales de ciudad y demostrando que si es el mejor candidato a la alcaldía de la oferta electoral que se votará en mayo, también era el más inteligente y sobrio entre los suyos.

Tras los montajes de nacionalistas y socialistas todo lo que venga después sabrá a poco, porque PSOE y Més Gandia ya han cubierto las modestas expectativas de la actual campaña por arriba y por abajo, a no ser que Moragues o Alandete anuncien que aparecerán próximamente en escena en una jaula rodeados de tigres de bengala o de compañeros o excompañeros de partido. Como solución intermedia podrían rescatar a «Les Germanes Pintoresque» para un segundo y tercer pase, aunque tras el éxito cosechado en la Placeta seguramente su caché se habrá puesto por las nubes.

Quedan pendientes, desde luego, los debates entre candidatos, pero no parece que puedan recuperar el gancho popular de los combates de lucha libre americana entre Orengo y Torró, en los que las patadas en la boca y la sangre sobre la lona se celebraban por el público con aplausos y gritos de «¡más, queremos más!», antes de que se supiera lo que aquello había costado hasta entonces y costaría después.

Sin duda, los finales de campaña son hoy mucho más civilizados, y aunque también sean más aburridos y añoremos los dorados tiempos del cuerpo a cuerpo, las dentelladas salvajes, los golpes bajos y los huesos rotos, también hemos aprendido a fuerza de desengaños que no se puede tener todo en la vida.