La prolongación de la carretera Natzaret-Oliva desde la rotonda de la Universitat Politècnica de Gandia hasta la que conecta con el puente de Daimús ha dejado de ser una quimera para convertirse en un proyecto de futuro con muchos visos de que finalmente se lleve a cabo.

Si hace solo unos años nadie habría apostado por la continuidad de esa carretera, que en su trazado por la playa de Gandia ha sido convertida en una especie de bulevar, ahora el proyecto sale de los cajones tras muchos estudios técnicos realizados y, sobre todo, después de que el Gobierno local haya llegado a la conclusión de que necesita ese vial para poder reducir el tráfico en la zona urbana del Grau de Gandia.

El alcalde de la ciudad, José Manuel Prieto, acompañado por el concejal de Turismo y responsable de Hacienda en la Diputació de València, Vicent Mascarell, anunciaron hace apenas unos días, junto a la vicealcaldesa Alícia Izquierdo, que el primer tramo de ese proyecto ya está en marcha.

Tres millones de euros van a permitir ejecutar, seguramente a partir del segundo semestre del año que viene, el trazado comprendido entre la calle dels Degans, junto al campus universitario, y las inmediaciones del Molí de Santa María, donde se encuentra la factoría de Cartonajes Unión. El vial, entre muchos otros beneficios, permitirá el acceso fácil al futuro ecocámping diseñado en el entorno de l’Alqueria del Duc, y previsiblemente las obras durarían diez meses.

Pero en esa rueda de prensa Prieto, Mascarell e Izquierdo dieron otro paso y se refirieron a la continuidad de la Natzaret-Oliva, desde el Molí de Santa María hasta la rotonda de la carretera del Grau que conecta con el puente sobre el Serpis hacia Daimús.

Ahí son muchos más los condicionantes técnicos que dificultan la obra, pero el alcalde de la ciudad no dudó en señalar va a pedir la obra a la diputación, e incluso la valoró en unos ocho millones de euros. Sumados a los tres que ahora se invertirán en el primer tramo, la actuación completa alcanzaría los once millones.

Además del económico, porque el ayuntamiento difícilmente podría costear la obra, dos son los problemas que debe afrontar esta segunda parte del proyecto. En primer lugar, el cauce del barranco de Sant Nicolau, que tendría que cruzarse mediante un puente, y, poco después, la vía férrea que discurre entre la antigua estación de mercancías de Gandia y el apeadero del Grau, que se podría salvar bien mediante un túnel bien con un puente.

«Se trata de proyectos pensados para ser ejecutados a largo plazo», indicó la vicealcaldesa Izquierdo, evidenciando que no se puede pronosticar cuándo podría estar ejecutada la integridad de la prolongación.

El alcalde, por su parte, señaló que esta obra, que durante décadas se había dado por descartada, es ahora fundamental porque permitiría cumplir con un objetivo del Gobierno local, que no es otro que derivar el flujo de vehículos por este nuevo vial para seguir ampliando los espacios libres de coches en el casco urbano del Grau.