Otra legislatura sin red de autobuses en la Safor

Ni el PP durante su larga etapa en el Consell ni los ocho años del Botànic han permitido establecer un sistema de transporte público mínimamente eficaz. Poner en marcha la doble red ideada por los técnicos tiene un déficit de dos millones al año

La estación de autobuses de Gandia, con pocos autobuses, una imagen que es muy frecuente.

La estación de autobuses de Gandia, con pocos autobuses, una imagen que es muy frecuente. / Ximo Ferri

Sergi Sapena

Sirva de ejemplo señalar que, en la pasada campaña electoral, las candidatas de Compromís a las alcaldías de Gandia y Oliva prometieron tomar medidas para poner en marcha un servicio de autobús entre ambas ciudades que cumpliera de forma eficaz las necesidades de los ciudadanos. La propuesta todavía llama más la atención si se recuerda que ambas ciudades superan los cien mil habitantes y están a no más de ocho kilómetros la una de la otra.

Efectivamente el balance de los últimos veinte años en la comarca de la Safor, en lo que se refiere a la red de autobuses, ha ido siempre a peor y dista poco de lo catastrófico. 

Hace ahora ocho años el PP se despedía del Consell de la Generalitat, tras perder las elecciones ante los partidos que formaron la coalición del Botànic, con críticas de numerosos los alcaldes de la Safor y la Vall d’Albaida que habían observado la desaparición del servicio de autobús a Gandia. La entonces consellera responsable de ese servicio, Isabel Bonig, prometía medidas que nunca llegaron.

Dos círculos en un mapa

Unas semanas después, con el relevo político en la primera institución valenciana, que tiene las competencias en materia de transporte público interurbano, comenzaron las promesas, pero, ocho años después y con varios consellers al frente del departamento de Transportes o Movilidad, tampoco ha sido posible poner en marcha la esperada red de autobuses que la Safor viene reclamando no solo de boca de sus alcaldes, sino también de la Mancomunitat de la Safor y, obviamente, por parte de miles de usuarios desencantados.

Hace cuatro años que se presentó el famoso mapa que dibujaba dos redes, en círculo, diseñadas por los técnicos de la Conselleria de Política Territorial, una al norte y otra al sur de la Safor, con confluencia en Gandia, que siguen durmiendo el sueño de los justos.

Activar esos dos sistemas y dar una respuesta mínimamente eficaz a quienes viven en los pueblos y tienen que desplazarse a la ciudad requiere, por una parte, voluntad política, pero, por otra, y sin duda la más importante, mucho dinero, porque el servicio va a ser deficitario.

La incógnita del nuevo Consell

Según datos aportados por la misma Generalitat se estima que la compensación a las empresas que se adjudiquen el funcionamiento de los autobuses alcanza los dos millones de euros cada año, un recurso que, obviamente, tendrá que salir de los presupuestos de la Generalitat.

En varias ocasiones el Consell de la Generalitat ha señalado que la licitación del servicio estaba al caer, pero ahora todo va a depender del más que previsible cambio político que situará al popular Carlos Mazón en la presidencia de la Administración autonómica.

El panorama actual es una reiteración de lo que se viene denunciando desde hace años. Frente al ferrocarril de Cercanías, que pese a los problemas funciona bien, se pueden contar con los dedos de una mano los ciudadanos que pueden confiar en el autobús para desplazarse de uno a otro municipio para trabajar o funciones cotidianas. Ni siquiera para ir a lugares de tan alta demana como el hospital comarcal. Resulta de lo más frecuente que los usuarios del tren que no son de Gandia y que llegan o se van de esta ciudad acudan a la estación con amigos o familiares porque carecen del enlace a sus respectivas localidades.

Ni siquiera la idea del «autobús a demanda» que anunció la Generalitat hace aproximadamente un año, ha tenido efecto en la Safor. Ningún ayuntamiento ha activado ese servicio que, en teoría, habría permitido a los usuarios enviar un mensaje a un dispositivo para comunicar que al día siguiente estaría a tal hora en tal parada para subir al bus y desplazarse al lugar elegido.

La Mancomuntat tiene un plan que nunca le han dejado aplicar

Más de diez años lleva la Mancomunitat de la Safor dándole vueltas al asunto de la pésima red de transporte público en esta comarca. Tantos que incluso se encargó, con ayuda de la propia Generalitat, un estudio que derivó en el diseño de una propuesta para configurar una red de autobuses que, como resulta obvio, tenía su confluencia en puntos neurálgicos, entre los que destaca la estación de ferrocarril, y de autobuses, de Gandia.

Con ese documento en la mano la Mancomunitat se dirigió a la Administración autonómica, pero ni antes, con el PP, y después, con la coalición de los partidos del Botànic, se ha querido atender su petición de convertirse en agente gestor del transporte público intracomarcal. El resultado, obvio, es el actual desastre.

Precisamente en esta legislatura que arranca la Mancomunitat, en la que están los 31 municipios de la comarca, podrá asumir nuevas competencias, y ahí se abre una nueva vía para que, de una u otra manera, se pudiera disponer de un papel más activo en la remodelación y potenciación del sistema de transporte público, de manera que, más pronto que tarde, pueda ser útil a los ciudadanos.